14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Iván de Jesús Pereira

¿Qué hacer con la mortífera IRC?

La población del occidente de Nicaragua desde finales de los años ochenta ha venido siendo afectada por un cuadro de Insuficiencia Renal Crónica (IRC).

Si comparamos los datos epidemiológicos de otras regiones del país con las occidentales, hay un número alarmante de pacientes con IRC en esta región. Se han hecho tesis que han resultado superficiales y con escaso rigor científico y hasta tergiversadoras de la realidad queriendo minimizar el problema de la IRC en Occidente. La verdad es que tenemos un problema grave en el que está en juego la vida de miles de personas y hay que afrontarlo. Por ello la solución no puede depender únicamente del Estado, de las universidades, o de cualquier otra institución, sino que dicha solución debe de partir fundamentalmente de los ciudadanos que vivimos en este país.

Después de tantos años y con una evidencia que salpica la conciencia de todos, cuando ya la sangre humilde ha sido derramada innecesariamente, el problema ha sido abordado con poca seriedad, ha sido manejado por gente empírica y con escaso rigor científico. A estas alturas, lo que se debe hacer es: caracterizar esta enfermedad y no verla como un síndrome de causas múltiples. Aquí hay una enfermedad con características específicas y hay que resolver estas interrogantes. Las autoridades sanitarias, las universidades que se llaman autónomas, que viven y se mantienen del presupuesto que se construye con el sudor y lágrimas de todo el pueblo, brillan por su ausencia y no existe una respuesta o iniciativa de parte de esas instituciones, a lo mejor esperan hasta que uno de sus familiares queridos o ellos mismos, sean arrollados por la epidemia, mientras tanto, que siga muriendo la humilde gente.

Lo que no se toma en cuenta es que ha mejorado tanto la capacidad tecnológica del país en términos de búsqueda de residuos que podrían ser los tóxicos que causen esta insuficiencia, que lo único que hace falta es echar a andar nuestra capacidad instalada, con recursos humanos nicaragüenses que hay suficientes y bien preparados, que no se contaban en el pasado, que era un sueño pensar que una investigación de esta clase se podría hacer aquí en el país. Solamente en la UNAN-León se cuenta con equipos que podrían ser utilizados para resolver esto como electroforesis capilar, cromatografías de gas, cromatografía líquida, espectrómetros de masas, FTIR, etc. El mismo Ingenio San Antonio, que hasta el momento ha asumido una actitud de cuasi culpabilidad, sin existir ninguna base científica, tiene ciertos recursos que si se pusieran a disposición para resolver estas situaciones se obtendría una gran información, que al momento no la tenemos, porque no ha habido ninguna iniciativa, ni ningún proyecto coherente para buscar la verdadera causa de la epidemia y poder combatirla.

Los laboratorios del Magfor y Minsa podrían servir como validadores de los datos que se generen en Occidente.

Hasta que agotemos y usemos toda nuestra capacidad instalada y funcionemos con sentido de nación, formando un equipo multidisciplinario de caracterización y búsqueda, comenzaríamos a dar los primeros pasos en lograr identificar las causas que ocasionan este mal. Antes nadie puede ser señalado como culpable, ni nadie puede asumir responsabilidades que no le corresponden.

En los años 40 del siglo pasado, en los Balcanes, sucedió un fenómeno parecido al que estamos viviendo. Mucha gente moría de insuficiencia renal crónica; el problema fue abordado por los mismos búlgaros, y hasta en los años ochenta encontraron un rastrojo que crecía mucho en las plantaciones de trigo, resultó ser que esta planta producía una semilla tóxica para el riñón, la planta se llama “aristotélia aristotelis”, una vez que se usó un herbicida para esta planta la enfermedad desapareció.

En conclusión creado el equipo disciplinario investigativo, utilizando la capacidad técnica instalada que se dedique a la “caracterización y a la búsqueda de la causa de la insuficiencia renal crónica”, estaríamos dando los primeros pasos para enfrentar la crisis, estar tratando pacientes es no darse cuenta que esto va ir creciendo y que vamos a saturar todo el sistema de salud, sin encontrar las causas, ya que la causa no se ha determinado. El autor es abogado.

Columna del día Opinión IRC Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. campesino
    Hace 10 años

    La causa, la conocen las entidades causantes.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí