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De sueños a realidades

Tomar la iniciativa de iniciar un negocio propio, ya sea de forma individual o en asociación con alguien, puede ser la solución a una dificultad económica o simplemente la oportunidad de realizar aquello que siempre nos ha gustado, pero que pensamos que no sería rentable.

Geraldina González C.

Tomar la iniciativa de iniciar un negocio propio, ya sea de forma individual o en asociación con alguien, puede ser la solución a una dificultad económica o simplemente la oportunidad de realizar aquello que siempre nos ha gustado, pero que pensamos que no sería rentable.

Si consultamos el término emprendedor en el diccionario de la Real Academia Española, nos encontramos con la siguiente definición: ‘que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas’. Y es que al momento de aventurarnos nada está ciento por ciento seguro, pero eso no significa que sea imposible emprender un proyecto propio.

Según Tatiana de Roustan, gerente del programa Thriive Capital, ejecutado en Nicaragua por Agora Partnerships y Thriive Capital Estados Unidos, el emprendimiento es el deseo de llevar a la práctica la elaboración de un producto que hemos visto que tiene demanda en el mercado, empezando por nuestras propias amistades. Muchas veces esas ideas surgen de habilidades que poseemos y no hemos sabido explotar.

Emprendimiento en el país

Roustan sostiene que en nuestro país, y soportado en su experiencia como parte del programa Thriive Capital, las iniciativas de negocios están dirigidas en su mayoría a la agroindustria y al sector textil, seguido de servicios y distribución de fármacos, sector donde señala se ha notado mayor dificultad para que la mujer incursione.

Sin embargo, asegura que en las otras áreas la mayoría de los negocios están a cargo de una mujer. Alrededor del ochenta por ciento de propietarios de negocios son mujeres.

“Hemos visto que las mujeres tienen un abanico de opciones, piensan en una idea pero luego ven que desde su producto pueden hacer otras y eso les ha llevado a aplicar a otros programas. Las mujeres tienen mayor grado de responsabilidad y de entendimiento de que el desarrollo de la parte social y la economía del país está quedando en sus hombros”, sostiene Roustan.

Visión de crecimiento

Así como cuando damos nuestros primeros pasos y poco a poco vamos agarrando seguridad hasta caminar solos sin perder el equilibrio, algo similar sucede cuando decidimos emprender un negocio.

Al inicio pueden ser solo dos personas quienes conformen la pequeña empresa, y el temor al fracaso puede limitar nuestros pequeños primeros pasos. No obstante, no hay excusas para no visualizar nuestro negocio como una gran empresa.

“Las mujeres tienen que ponerse a analizar si esa idea que ahora tienen la van a lograr desarrollar más allá de ese único producto que están pensando en este momento y si en dos o tres años eso va a ser realmente factible o necesario para el mercado. No solo enfocarse en un producto, sino en tener la habilidad de crear otras cosas y, lo más importante, no tener miedo. Aprovechar todas las herramientas que hay, que son muchas y que por temor no las aprovechan”, resalta Tatiana de Roustan.

Cuando se inicia un negocio que involucra a otras personas, no solo se debe pensar en la seguridad de nosotros como propietarios, sino también de la de todas las personas que trabajan con nosotros.

“Lo que hacemos con las empresas cuando entran al programa es brindarles consultoría en recursos humanos, contabilidad y derecho laboral, porque son las partes en las que se tienen más problemas y no solo en las pequeñas empresas, también en las grandes. Quizás creen que llevar la contabilidad es algo extraordinario y como ellas son pequeñas no pueden, pero sí la necesitan”, afirma Roustan.

Antes de iniciar…

Si bien la idea de tener un negocio propio en el que hagamos lo que nos gusta y obtengamos ganancias no suena nada mal, lo cierto es que es una inversión que trae consigo algunos riesgos, el principal: fracasar.

Por eso, Roustan aconseja que antes de poner en marcha algún proyecto nos respondamos las siguientes preguntas:

• ¿A qué mercado quiero llegar?

• ¿Quiénes van a ser mis clientes? ¿El producto está acorde a ese mercado?

• ¿Cuánto tiempo me voy a tomar para mostrar mi producto al mercado definido?

Estas preguntas nos pueden arrojar los resultados de un estudio de mercado, lo cual nos permitirá tener mayor certeza al momento de tomar la decisión de llevar a cabo nuestro negocio.

“Hay muchas personas que renuncian a su trabajo, inician un negocio y gastan todo el dinero de la liquidación y el negocio no resulta. Lo ideal sería no gastar todo el dinero, hacer las primeras pruebas y de lo que se logre reunir de ahí reinvertir y mantener otra parte del dinero que no se va a tocar”, expresa Roustan.

Si has tomado la decisión de crear tu propia empresa recuerda que aunque pueda representar un riesgo, el orden, la seguridad y, sobre todo, la confianza en ti misma pueden ser herramientas valiosas para convertir esa idea en una empresa sólida y de prestigio.

Nosotras emprendimiento mujeres archivo

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