Mabel Calero
“Pueblo chico, infierno grande” es una frase que le va muy bien al pueblo más pequeño del país, Dolores, en Carazo. Hace menos de un mes este poblado fue el escenario de un pleito entre el sacerdote colombiano Orlando Castro Bustillo y el padre Neguib Eslaquit.
En medio del disturbio, el padre Castro fue regresado a Colombia. La población pidió la destitución de Eslaquit como párroco y esta semana fue bajado del cargo.
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Eslaquit, quien tenía 14 años de ser párroco de Dolores y estar al frente del Centro de Espiritualidad Eudista Betania, ahora será el director del Centro y el padre colombiano Germán Prieto, quien era el director, ocupará el puesto de Eslaquit.
Janeth Narváez Vargas, concejal de la Alcaldía de Dolores, comentó que el padre Eslaquit fue perdiendo credibilidad con el paso del tiempo, a tal punto que mucha gente dejó de ir a Betania.
“La población cristiana de Dolores esperaba un verdadero cambio, nosotros esperábamos que la organización de Colombia de los Jesuitas trajeran un párroco nuevo o que trajeran de vuelta al padre Orlando, quien se ganó el cariño de todo el pueblo porque hacía lo que Neguib había dejado de hacer, velar por los desposeídos” dijo Narváez.
Auxiliadora Gutiérrez, habitante de Dolores, explica que muchas personas comenzaron a ver con malos ojos a Eslaquit por dos motivos: que fuera mal hablado y que se volvió político.
“Cuando cerraron Plastinic, él se dirigió a los trabajadores con palabras vulgares, incluso ademanes vulgares que no van con un sacerdote y ahí perdió toda credibilidad. Después se vino metiendo en política y no le importó lo que pensara la población, él comenzó a vanagloriar al Gobierno, cuando solo podemos adorar y vanagloriar a Dios, después a ningún hombre”, dijo Gutiérrez.
LA PRENSA buscó la versión de Eslaquit pero este se negó a dar declaraciones al medio. También buscamos al padre colombiano Germán Prieto, pero se nos dijo que andaba en una reunión en Managua.
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