Leonor Álvarez
Una catedral donde ya no entra un alma y un cardenal que no para de sonreir y saludar a la multitud de feligreses que quieren alcanzarlo con sus manos, en un país que no deja de agradecer a Dios por tener un segundo cardenal. Desde ayer Managua es una fiesta con el regreso del purpurado, procedente del Vaticano, donde viajó el pasado 17 de febrero para asistir a su investidura oficial.
Esta tarde oficia su primera misa como cardenal en la Catedral Metropolitana, donde fue abrazado por una multitud de feligreses que esperaban su llegada. A la misa asisten altos mandos del Ejército, el canciller Samuel Santos, el vicepresidente Omar Halleslevens y el diputado sandinista José Figueroa.
El cardenal emérito Miguel Obando y Bravo y todos los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), lo acompañan en la celebración de la misas, asimismo el nuncio apostólico.
Antes de comenzar la misa, Brenes se acercó al cardenal Obando y Bravo y ambos se dieron un abrazo. El cardenal Brenes también agradeció particularmente al vicepresidente de la República por su presencia, en sus primeras palabras antes de iniciar la eucaristía.