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El boom de la narcocultura

Ahora es el “jefe de jefes”. A veces, los menos entusiastas lo llaman simplemente el jefe, los indiferentes le dicen “el hombre” y hay días malos en que lo nombran con desprecio: “El señor”.

 

 

México es uno de los países donde más  se ha desarrollado la industria del entretenimiento que resalta las historias de los grandes cárteles y capos del narcotráfico. la prensa/archivo

José Adán Silva

Ahora es el “jefe de jefes”. A veces, los menos entusiastas lo llaman simplemente el jefe, los indiferentes le dicen “el hombre” y hay días malos en que lo nombran con desprecio: “El señor”.

Él solo se ríe. Hace pocos años se dirigían a él con el inocente “profe”, en su posición de poder que da ser catedrático de relaciones públicas y comunicación social en la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC).

Marvin Jiménez, catedrático de esa universidad, recuerda que en una clase se debatió el tema a propósito de la transmisión de una telenovela sobre el narco más famoso de América Latina: Pablo Escobar Gaviria, de Colombia.

A Jiménez le asombró la cantidad de defensores que tenía en su aula el sanguinario narcotraficante. Lo veían como un ejemplo de superación, como un héroe nacional, como un rebelde con causa social y como un ser humano excepcional, que se preocupaba por su familia, sus amigos y de los pobres de su patria.

HERENCIA NARCO Y MAFIOSA

¿De dónde sacaban todas esas ideas?, preguntó el catedrático, quien de antemano sabía, y temía, la respuesta: “De la televisión y Youtube, jefe”.

A Jiménez no le asombró entonces, cuando luego, en diferentes concursos y exámenes y ejercicios de interactuación en redes sociales, algunos estudiantes se ponían como seudónimos, avatar o nickname, los alias de “La Diabla”, “Katalina”, “Rosatio T”, “El Patrón”, “Don Vito”, “El Capo”, “Mexicano”, “La Viuda”, “El Jefe de Jefes” o “El Cartel”.

Todos esos sobrenombres —lo supo Jiménez—, pertenecen a personajes e íconos del hampa que tras hacerse famosos por sus carreras delincuenciales llegaron al cine y a la televisión convertidos en héroes y villanos.

“Es claro, toda esta producción mediática de la cultura narco está trastocando la identidad nacional. Nuestra juventud cada vez prefiere resolver las cosas sin ningún esfuerzo aunque eso implique actos dañinos, perjudiciales y perniciosos”, refiere Jiménez al analizar el creciente fenómeno de la narcocultura, una moda latinoamericana de entretenimiento que a través de la producción de contenido mediático narra las vidas de personajes reales y ficticios que asolaron la región desde el narcotráfico y el crimen organizado.

La lista de series y telenovelas es enorme: El Capo, Las muñecas de la mafia, El patrón del mal, Los tres caínes, Sin tetas no hay paraíso, Rosario Tijeras, El Señor de los Cielos, El cártel de los sapos, La virgen de los sicarios, La viuda de la mafia, La reina del sur, Camelia la Tejana y otras.

INDUSTRIA DE LA NARCOCULTURA

Para Alfonso Malespín Jirón, especialista en comunicación e investigador social, la cultura de exaltar a individuos que han sido protagonistas de la historia por su carrera criminal y maquillar su comportamiento violento como un fenómeno social admirable, viene desde mucho antes que los grandes capos llegaran como supermodelos a la televisión.

“Hollywood ya nos había vendido historias de mafiosos famosos como Al Capone y Vito Corleone y México, con sus viejos narcocorridos y rancheras, ya nos venían vendiendo la narcocultura”, recuerda Malespín.

En las radios de la región, de la voz de bandas como Los Tigres del Norte y otros, se vienen cantando “epopeyas”, desde los años 70 y 80, las grandes aventuras de bandas de narcotraficantes que viajaban a Estados Unidos cargados de drogas, como La Banda del Carro Rojo y Contrabando y Traición (Camelia la Tejana).

Para Malespín, detrás de cada narcocorrido, serie de televisión o película sobre narcos y famosos jefes mafiosos, hay más que simple entretenimiento barato: un complejo sistema de formación de antivalores.

“Estas historias abordan una subcultura: la del narco. Aunque la violencia sea uno de los aspectos más criticados también debe ponerse atención a aspectos sensibles de esta subcultura: como la religiosidad deformada y deformante, en la que se permite y bendice el asesinato (La virgen de los sicarios), y guía los pasos de los narcos para que sus operaciones resulten bien”, analiza Malespín.

La industria de la narcocultura  recurre a bellas actrices para representar a personajes del mundo narco, como Kate del Castillo, personaje de La Reina del Sur. la prensa/archivo

MACHISMO Y SEXO

El experto en comunicación señala que en canciones y telenovelas se exaltan otros antivalores como el machismo y la cosificación de la mujer como objeto sexual, a como se destaca en series como Las muñecas de la mafia y Sin tetas no hay paraíso .

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  • “En la narcocultura no hay mensajes subliminales o indirectos, los mensajes son contundentes: si querés poder, debés formar parte de toda esa red de mafia y delincuentes. Si querés riquezas, debés ser extremadamente bonita, referida esa belleza principalmente en ‘tetas’ y nalgas exageradas”.
  • Marvin Jiménez, catedrático de la UCC.

[/doap_box][doap_box title=”De oscuros personajes y otros demonios” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Pablo Escobar, principal personaje de la serie El patrón del mal, es uno de los más crueles y sanguinarios narcotraficantes colombianos, lo vinculan al asesinato de entre 5,500 y 10,000 personas.

Amado Carrillo Fuentes, el personaje de El señor de los cielos, fue en México uno de los mayores narcotraficantes de drogas que penetró con corrupción al sistema de justicia, policial y militar de México, país donde mandó a ejecutar a decenas de enemigos, entre policías, civiles, bandas rivales e inocentes.

Carlos Castaño Gil, uno de los personajes de la serie Los tres Caínes, fue el principal líder militar de la agrupación ultraderechista y terrorista Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), señaladas de cometer incontables masacres y asesinatos en Colombia.

[/doap_box][doap_box title=”Los jóvenes mueren primero” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Las víctimas de la violencia delictiva en América Latina, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo en abril del 2013, eran fundamentalmente jóvenes. Citando cifras de Naciones Unidas, Luis Alberto Moreno, presidente del BID, dijo que el 41 por ciento de los muertos en un año en la región tenían entre 20 y 34 años de edad. “Las investigaciones y las cifras te revelan que el drama de la violencia causada por el narcotráfico y el crimen organizado en América Latina es tan grave como las masacres que ocurren en los países en guerra”, advirtió al respecto el investigador nicaragüense Roberto Orozco, quien explica, a su criterio por qué resultan tan atractivas para las audiencias las historias sobre narcos: “porque son, en su mayoría, historias de la vida real que aunque no se quiera reconocer, han sido las únicas formas que muchos han encontrado para vencer la pobreza”.

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“El machismo desplegado nada tiene que envidiarle a los charros de antaño ni a los hombres fuertes de las dictaduras del Caribe, quienes se dedican a coleccionar y renovar constantemente su harem de jóvenes bellas, que usualmente provienen —como ellos— de la barriada, y que muestran una base endeble de principios éticos y morales pues están convencidas que su cuerpo —o la mejora quirúrgica del mismo— basta para obtener lo que quieren: dinero fácil. En estos relatos las mujeres son cosas, muñecas que se compran y se desechan. No son seres humanos con derechos”, observa Malespín.

Otros males sociales que afectan a Latinoamérica igual se destacan en estos productos de consumo masivo, como la corrupción, la violencia y las ambiciones desmedidas de poder.

“La corrupción atraviesa estos relatos de punta a punta. El narco no existe sin que haya policías, militares, jueces, abogados, fiscales y diputados cooptados. Esta verdad incomoda pero lo cierto es que las sociedades con los peores indicadores de corrupción (caso de Nicaragua) son las más susceptibles de tener figurines como el narco”, critica el comunicador.

Pablo Escobar,  actuación magistral del actor Andrés Parra, en la serie El patrón del mal, es todo un ícono cultural en las redes sociales. LA PRENSA/ARCHIVO

¿HAY QUE TEMER A LA NARCOCULTURA DEL ENTRETENIMIENTO?

El investigador en temas de narcotráfico, defensa nacional y seguridad ciudadana, Roberto Orozco Betancourt, razona que las series, películas y canciones que exaltan y exponen una versión rosa del narcotráfico y el crimen organizado, son parte del juego de la democracia y la libertad de expresión y que como tal deben entenderse como entretenimiento.

¿Existen riesgos de incidencia en la población al exponerlos a estos temas? Orozco cree que si, sobre todo a la población más vulnerable como jóvenes con pocos estudios, que integran familias desintegradas y que habitan en regiones donde la ausencia de un Estado que brinde oportunidades es llenada con la presencia de grupos narcos.

Cita como ejemplo de ello a algunas zonas del Caribe nicaragüense y zonas fronterizas del Pacífico sur de Nicaragua.

“Investigaciones en México sobre la incidencia de la narcocultura en la juventud, han demostrado que el mensaje de convertirse en rico y poderoso de manera ‘fácil’ ha llevado a muchos jóvenes a integrar cárteles y bandas de sicariato”, explica Orozco.

El investigador señala que en investigaciones que han hecho sobre los perfiles de sicarios, narcotraficantes y muleros, todos comparten en común la pobreza, ausencia de figuras familiares de respeto, entorno social violento y afinidad religiosa, donde la figura de grandes capos como Pablo Escobar, Joaquín “El Chapo” Guzmán o Amado Carrillo Fuentes (El señor de los cielos), “se idolatran tanto como a íconos católicos”.

“Es una realidad que la narcocultura incide y transforma, principalmente cuando a la par de meter las ideas, existen condiciones socioeconómicas difíciles y sobre todo, cuando hay posibilidades reales de integrarse a los cárteles o pandillas, como en México, Colombia y los países del triángulo norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala)”, advierte Orozco.

EL PELIGRO DEL MENSAJE

El investigador señala que ante el creciente fenómeno de la industria de la narcocultura no queda más que la educación y la supervisión de padres, autoridades nacionales y tutores escolares, para hacer comprender a los jóvenes que la realidad de los narcotraficantes es otra muy distinta a la presentada en la televisión.

Al respecto, el catedrático Marvin Jiménez señala que el contenido de estas series es tan peligroso como los mensajes publicitarios que incitan al consumo de drogas, alcohol y tabaco.

“Es un peligro latente. Insisto, esto es como los mensajes publicitarios transmiten formas de vida. Sexismo, falta de respeto, odio… Así son muchos mensajes publicitarios y los receptores de los mismos se lo creen, lo hacen, lo multiplican y lo transmiten en cascada”.

“La publicidad impone una moda, de igual forma la cultura narco. La música narco con sus historias ya son himnos para algunas comunidades, principalmente en el norte de nuestro país”, observa Jiménez.

LA MANO EXTENDIDA DEL NARCO

“No solo Pablo Escobar construía iglesias. En Nicaragua y Honduras también se conocen relatos de ofrendas realizadas por narcos para reconstruir iglesias derruidas por el tiempo o un huracán. No solo los Rodríguez Orejuela dotaban con botes y aperos a las comunidades del litoral colombiano. Eso también ha ocurrido en Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, México”, dice Malespín.

“O sea, el narco llena el enorme vacío de un estado que más bien se parece al padre ausente e irresponsable. Según la industria de la narcocultura, el narco es un modelo a seguir en una sociedad en la que los modelos ejemplares casi no existen. A veces se les muestra o se erigen como unos Robin Hoods de los tiempos modernos. Ellos te dan casa, te dan dinero, te dan… Claro, en algún momento cobran. Y cobran caro”, advierte el comunicador.

Malespín señala que al menos a nivel local no hay evidencias de que la narcocultura y su contenido mediático haya calado tanto como para considerar que un joven está en riesgo de caer en las redes del narcotráfico, pero sí se percibe su influencia en las redes sociales más populares entre la juventud.

“Las redes sociales son la muestra de cómo calan estos mensajes y personajes. La nueva moda de los memes muestra a Pablo Escobar de manera profusa ofreciendo distintos mandatos. Todos violentos, ofreciendo plomo, aunque sea en clave de humor”, cita Malespín.

Un ejemplo de ellos circula en Facebook: Pablo Escobar (interpretado por Andrés Parra en la serie Escobar, El patrón del mal ), habla por radio con mala cara y dice cosas como estas: “Y el que me mande invitaciones a jugar me le dan plomo, repito, me le dan plomo”.

Los “likes” o “me gustan” a memes como estos suelen alcanzar miles en las cuentas de los usuarios y se comparten de manera viral entre millones de usuarios de las redes.

En Google, basta escribir “Memes de Pablo Escobar” para que el buscador brinde cerca de 4,390,000 de resultados.

EN LA REGIÓN MÁS VIOLENTA DEL MUNDO

Tanto para Alfonso Malespín, como para Marvin Jiménez y Roberto Orozco, no hay dudas que el peligro de este fenómeno no es tanto el mensaje, sino el contexto donde transmite y la región donde se desarrolla.

México vive una guerra sangrienta de las autoridades contra los narcotraficantes y Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo, vivió lo suyo en los años 80 y 90, bajo el reinado de terror de Pablo Escobar y el cártel de Medellín.

Centroamérica, azotada por violentas guerras civiles entre los años 60 y 90, sufre aún los embates de la pobreza y las pandillas organizadas que imponen el terror en algunas zonas y ciudades, mientras el narcotráfico se asienta y crea redes y células de apoyo en toda la región, a como se ha demostrado tanto en Nicaragua, Guatemala y Costa Rica con el caso de la muerte del cantaautor Facundo Cabral, asesinado por vendetta entre miembros de Los Charros, banda ligada al cártel de la Familia Michoacana.

El 16 de mayo de 2012, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, advirtió del fuerte crecimiento de la violencia generada por el crimen organizado y el narcotráfico en Centroamérica y sostuvo que Honduras, El Salvador y Guatemala son los tres países con más altas tasas de homicidio del mundo.

Por entonces Honduras tenía una tasa de 86 asesinatos por cada 100,000 personas, seguido por El Salvador con 72 y Guatemala con 39. La región, según el máximo líder de Naciones Unidas, está “atrapada entre países productores de drogas al sur y algunos de los países de mayor consumo al norte, lo que favorece la criminalidad”.

Las tasas de homicidio indicaban que las principales víctimas eran jóvenes a partir de los 20 años: una de cada 50 personas es asesinada antes de los 32 años, una tasa 400 veces mayor que en países con bajas tasas de homicidios.

MUEREN TANTOS COMO EN LAS ZONAS DE GUERRA

En abril del 2013, mientras en América Latina la serie Escobar, el patrón del mal alcanzaba cifras récord de rating en Sudamérica, Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), revelaba que en la región se cometía uno de cada cinco homicidios que ocurren a diario en el mundo.

Comparando el efecto de la inseguridad con otros riesgos que enfrentan los habitantes de la región, Moreno comentaba que en un día típico en América Latina y el Caribe morirían 27 personas por el mal de Chagas; unas 32 mujeres perderían la vida por complicaciones del parto y 156 fallecerían por males relacionados con el sida.

Pero nada de esos dramas se aproximaban a las muertes violentas: “En América Latina cada día son asesinadas 350 personas”.

En México, entre 2006 y 2012, más de 60,000  personas habían muerto violentamente en la guerra del Estado contra el narcotráfico.  La Prensa/Archivo Agencias

Reportajes Boom narcocultura archivo

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COMENTARIOS

  1. francisco jimenez
    Hace 10 años

    Los medios de comunicacion latinos de E.U han enarbolado la bandera de la narcocultura, con series de tv, haciendo apologia del delito que con el negocio de la droga lo vas a tener todo: dinero, fama, mujeres, motivando a mucha gente a ser narco que se puede superar comenzando a vender droga desde las calles con unos cuantos gramos hasta llegar a ser un gran capo, la transmision de estas series no tiene ningun contenido ni valorr social, ni historico de estos presonajes nefastos para la soc.

  2. Un lector
    Hace 10 años

    Los narcos salen y entran a Los USA con toda facilidad,grandes cargamentos de droga pasan la frontera y las armas o colas d chivos como las llaman son acarreadas a diario, entonces la pregunta es, como lo hacen? Con toda la technologia de espionaje que el imperio. USA tiene es todo sospechsamente tan facil. La CIA traficaba drogas en los 80’s , Quien lo hace hoy en dia? ESA en la pregunta….y no es culpa de. Ortega

  3. jinotegna
    Hace 10 años

    Narco Cultura herencia que estamos recibiendo del norte y del sur. El licor legalizado y sus empresarios premiados como la mayor empresa de la producción de esta fatal droga, que hasta Barcak Obama dijo que el guaro hace mas daña a la salud que la droga. Asi que beber flor de caña o fumar mari y inhalar coca son parte de la cultura, que en la medida que se legalicen dejan de ser maldecidas.

  4. Mauricio Davila Wills
    Hace 10 años

    Las dos telenovelas (“La Reina del Sur” y “El Patron del Mal”) se han tornado en insignia y bandera de lo que es el narcotrafico latinoamericano proyectado hacia la globalizacion. Doquiera que te remontes: Ya estes en Rusia, Italia, Africa, Australia, etc…, la gente de esos paises ya se deleitan contemplando las agraciadas telenovelas en sus respectivos lenguajes; ya los nombres de Pablo Escobar, Teresa Mendoza y “El Guero” Davila suenan y resuenan por cada rincon del mundo en que moramos…

  5. Gator56
    Hace 10 años

    No son tan bravos como los pintan,por que salieron a correr al ruido de los caites cuando vieron llegar unas autodefensas mal armadas y mal entrenada,ellos son bravos cuando agarran a la gente a traicion.
    Estas series ponen a la policia y los ejercitos como estupidos y cobardes,si no hay corrupcion de por medio estos animales no son capaces de hacer las barbaridades que se jactan con gente indefensa.

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