Para educar a nuestros hijos no hace falta que nos convirtamos en seres perfectos, modélicos o sobrehumanos, sino aplicar el sentido común, cultivar el amor mutuo y utilizar tres “palabras mágicas”, según el experto en pedagogía y filosofía, Gregorio Luri, que propone una nueva forma de entender la paternidad.
Por el contrario, muchos padres modernos, hagan lo que hagan, se preguntan si no podrían haberlo hecho de otra manera. Nuestros hijos necesitan referentes claros; padres seguros y con convicciones diáfanas”.
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Pero si ahorita a tu mente viene la pregunta ¿cómo podemos educar mejor a nuestros hijos? Te contamos que una de las claves para conseguirlo es utilizar las palabras “por favor”, “perdón” y “gracias”, que tienen el poder para abrir las puertas cerradas a cal y canto, y que debemos asegurarnos de que lleven nuestros vástagos en la punta de la lengua al salir a la calle, según Gregorio Luri (Navarra, España, 1955), doctor en Ciencias de la Educación y en Filosofía, y un activo conferencista en asociaciones de padres.
VOZ EXPERTA
Luri, autor del libro Mejor educados y protagonista del blog El café de Ocata señala que estas palabras son decisivas para resolver los problemas de indisciplina y el desgobierno que surgen con niños y adolescentes, y mejorar la convivencia con ellos, tanto en los hogares como en los centros educativos.
Gregorio Luri recomienda utilizar estas expresiones en nuestras relaciones cotidianas, dando nosotros mismos el primer paso, predicando con el ejemplo y haciendo un uso frecuente de ellas ante nuestros hijos y volviéndolas habituales en el seno de la familia, porque —asegura— “¡Son mágicas!”.
Esta es solo una de las recomendaciones de Luri, quien propone vivir la paternidad con unos criterios claros pero sin agobios, y desarrollar una educación más basada en la sabiduría práctica de la familia y menos “profesionalizada”, autoexigente, y bajo la carga de una enorme responsabilidad, una presión constante y el miedo al fracaso, como la viven actualmente muchos padres.
“¡Ser buen padre no es tan difícil; basta con un poco de sentido común”, señala Luri, quien define a los “buenos padres” como aquellos que “llevan sin aspavientos sus frustraciones y sin dogmatismos sus convicciones, porque saben que la realidad no es el capítulo práctico de ninguna teoría. No actúan encorsetados por un exagerado sentido de la responsabilidad, ni se pasan el día constatando en sus hijos su genialidad reproductora. Los buenos padres quieren ser padres, no especialistas en “coaching” o técnicos en paternidad. Son los que saben responder a la pregunta ¿qué es un buen hijo?”.
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