La elección de los nuevos cargos en los diferentes poderes del Estado es una oportunidad para los nicaragüenses de evitar que se sigan cerrando los espacios institucionales, que de continuar esta tendencia, dejaría a los ciudadanos sin posibilidad de encontrar salidas a través de la vía cívica.
Es necesario que se respeten los derechos ciudadanos, que hasta hoy se han visto manoseados por las autoridades de los diferentes poderes del Estado. Una actitud responsable de quienes manejan los mecanismos del poder facilitaría retornar por los cauces democráticos para devolver la confianza en los votantes y para aquellos que han sido afectados por fallos no apegados a derecho.
¿Será posible que haya un milagro y haciendo uso de la cordura se nombren personas que gocen del consenso de los partidos políticos, que sean hombres y mujeres creíbles por ambas partes y que tengan el respeto de todos los ciudadanos sin colores políticos y con visión de nación, cuya misión sea restaurar la credibilidad en la democracia y el Estado de Derecho de este país?
Desgraciadamente, una nube de escepticismo ronda sobre las esperanzas de que se elija a personas competentes, independientes y apartidistas, debido a que quien está a la cabeza del poder ejecutivo y sus partidarios en la Asamblea Nacional no creen en el sistema democrático. Por el contrario, que el poder electoral pierda cada vez mayor credibilidad son votos a su favor, porque alimenta la abstención y con ello se debilita a los partidos y fuerzas políticas que luchan por el restablecimiento de la democracia.
Esa viveza de ratón significaría para el partido gobernante un triunfo pírrico momentáneo, que en situaciones futuras generara caos y violencia nacional como sucede hoy en Venezuela, porque la olla de frustraciones va creciendo de manera silenciosa, y cuando explote, podría saltar la tapa que enlutará nuevamente los hogares nicaragüenses. La historia patria ha estado cubierta por el velo de la guerra y de mucha sangre derramada, la más reciente es la de los ochenta. ¿Es que el señor Ortega quiere que su nombre pase a la historia como sinónimo de guerra? ¿Por qué volver a reeditar ese hecho macabro?
Hasta ahora, a la aridez en el respeto de las instituciones democráticas se ha podido contraponer con la ayuda venezolana, que ha servido como colchón para amortiguar el descontento popular y como un mecanismo para comprar voluntades, igualmente el monopolio del poder ha facilitado aplastar cualquier descontento.
Pero todo tiene fecha de vencimiento. La ayuda comienza a agotarse y la gente cada vez más afectada a rebelarse y; de seguir con miradas tuertas, de ver solo al lado que me conviene sin tomar en cuenta lo que conviene a todos los nicaragüenses, estaríamos ante un viaje sin retorno hacia la confrontación y, en situaciones como esa, ya sabemos la salida que escogen los pueblos.
Ojalá prevalezca la reflexión y el sentido de patria por parte de todos los diputados en la escogencia de personas idóneas, para que sigamos edificando una Nicaragua en donde reine la paz, la democracia y el desarrollo económico. El autor es sociólogo.
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