Soraya Moncada Abel cumple 25 años de pintar murales. Nicaragua no es solo el escenario de su arte, están Bélgica, Alemania, Dinamarca, España, lugares donde más de una pared tiene su sello.
Se le puede ver rodeada de niños y niñas, inspirándolos con ese espíritu que busca más allá de los colores. Advierte que no es precisa en el número de murales que ha realizado, pero sugiere que alcanzan los 180.
Su relación con el arte, y en especial con la pintura, inició emotivamente a los 6 años de edad “pintando de manera empírica con los óleos que mi mamá me compraba”, dice la artista.
De sus inicios cuenta que fue cuando estudiaba Diseño Gráfico en la Universidad Politécnica de Nicaragua que reafirmó su vocación en el arte.
Su tiempo lo divide entre su hija Chiara Luna y la pintura, sus dos pasiones.
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“Mientras asistía a la Upoli, estudiaba en la desaparecida Escuela de Muralismo David Alfaro Siqueiros, así fue como descubrí mi vocación, que es la pintura, el muralismo, y que cada día va creciendo porque me ha regalado cosas maravillosas”, enfatiza Moncada.
LA IDENTIDAD
Revela que el primer mural que hizo fue en Santa Teresa, Carazo, y que los temas que más enfoca están en el plano social, “reflexionar sobre el VIH/Sida, mejorar la salud materna, lograr la enseñanza primaria universal, igualdad de género y medioambiente”, refiere.
Murales de corte figurativo que siempre llevan contenidos femeninos y símbolos de la identidad nicaragüense, entre los que destaca las flores de Sacuanjoche, la Bandera Nacional, los árboles de malinche, jícaras y volcanes.
IMPRIME CARÁCTER SOCIAL
“El muralismo es mi huella, mi huella es el mural. Y lo que más me gusta es hacer de ellos un proceso colectivo de creatividad con los niños. También está el carácter social que uno puede imprimirle a ellos, puedo pintar sobre las mujeres trabajadoras, el medioambiente, la tierra de cómo está siendo afectada por el hombre y enviar el mensaje que hay que cuidarla”, reitera.
A pesar de que el mural no es muy practicado en en Nicaragua, Moncada pertenece a las pocas mujeres que han desarrollado esta vocación. “Es un trabajo poco reconocido, aunque la gente lo pueda ver en la calle, y tengan comentarios de que les gusta. Tanto así que algunos han sido borrados como en la época de Arnoldo Alemán. Los murales deberían de restaurarse y que el Gobierno tenga un plan de protección de este patrimonio de la ciudad que es también de los nicaragüenses”, exhorta.
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