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La enseñanza del 4 de abril

El empecinamiento de los dictadores en mantenerse en el poder para siempre, por medio de la reelección y el fraude electoral, y la lucha de los demócratas por el derecho de cambiar gobiernos a través de elecciones justas y transparentes, son los dos componentes de una historia recurrente en Nicaragua. Y sangrienta, como la fallida y trágica conspiración antisomocista del 4 de abril de 1954, hoy hace 60 años.

La conjura armada del 4 de abril de 1954 fue planeada para derrocar al general Anastasio Somoza García, sin embargo, por fallas en la organización derivó en un plan para matar al dictador. Los conjurados creían que solo así se podría evitar una nueva reelección del dictador Somoza García y abrir el camino a la democracia.

Algunos dirigentes opositores que apoyaban la conjura, entre ellos el director de LA PRENSA, doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, cuando conocieron que el plan había cambiado a un atentado contra Somoza García, se negaron a colaborar porque sus convicciones religiosas y éticas no les permitían cooperar en el asesinato de ningún ser humano, así fuese un inescrupuloso dictador que estaba decidido a quedarse para siempre en el poder.

De todas maneras el atentado fracasó y los principales conspiradores fueron asesinados de manera cruel por la Guardia Nacional, algunos de ellos después de ser sometidos a sádicas torturas. Y después de la fracasada conspiración, la dictadura somocista desató una brutal represión contra toda la oposición democrática del país.

La aventura del 4 de abril de 1954 fue motivada porque el dictador Somoza García había anunciado que se volvería a reelegir como presidente de Nicaragua, y los conjurados creían que solo matándolo se podría impedir que consumara sus planes. Como señalamos el 5 de abril del año pasado, en este mismo espacio editorial , “aquellos trágicos hechos ocurrieron por la falta de libertad y democracia, porque el pueblo no tenía derecho de escoger y cambiar gobiernos en elecciones libres y transparentes, porque el dictador Somoza atropellaba la Constitución y hacía fraudes electorales para reelegirse y mantenerse en el poder, porque la justicia no era independiente y el país había sido convertido en una hacienda familiar”.

Pero la dictadura somocista ignoró la enseñanza del 4 de abril de 1954. Como había aplastado de manera sanguinaria aquella conspiración, el general Somoza García creyó que podría seguir reeligiéndose impunemente, hasta que, solo dos años después, el 21 de septiembre de 1956, otro atentado que sí tuvo éxito puso fin a su vida. Y ni aun así el somocismo aprendió la lección. En vez de permitir el cambio pacífico de sistema de gobierno por medio de elecciones libres y limpias, la dictadura de los Somoza siguió en el poder hasta que cayó estrepitosamente, en 1979, con consecuencia funestas para el mismo dictador Anastasio Somoza Debayle, quien al no querer aceptar un cambio democrático pacífico provocó que una peor dictadura se impusiera en el poder.

Quienes no entienden por qué los demócratas nicaragüenses rechazan con vehemencia la reelección y demandan elecciones libres y alternabilidad gubernamental, es porque ignoran las enseñanzas de tragedias históricas como los sucesos del 4 de abril de 1954.

Editorial Opinión Enseñanza rebelión archivo
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