Lucía Vargas C.
Freddy Gregorio Crispín Moreno, originario de Managua, fue detenido por la Policía de Granada por presuntamente explotar laboralmente a 16 menores, quienes bajo los efectos del pegamento trabajaban hasta altas horas de la noche con una gigantona. Los chavalitos bailaban la gigantona y como enanos cabezones, además tocaban los tambores durante el día y la noche.
Lo anterior fue confirmado por la comisionada mayor Fátima Flores, jefa departamental de la Policía de Granada. El plan que ejecutó la Policía fue en conjunto con Mifamilia, Intur y el Ministerio de Gobernación.
Según la jefa policial fueron identificados cinco niños de Managua y 11 más que ya fueron entregados a sus padres, pero no citó de dónde eran originarios estos últimos.
LA PRENSA publicó a inicios de marzo una denuncia de un vigilante, quien dijo que varios niños que andaban con la gigantona dormían en la acera del Centro Popular de Cultura, de Granada, y supuestamente eran sometidos a abuso sexual y maltrato físico por los más grandes. También jugaban naipes e inhalaban pega.
El tema fue expuesto a la concejal sandinista Carla Sequeira, quien además está a cargo de la Comisión Municipal de protección a la niñez, y aseguró que investigarían el caso.
La Policía informó que el operativo para controlar a los vendedores de pega y a los que exploten a los niños con trabajo seguirá activo.
INVESTIGADOS POR VENDER PEGA A NIÑOS
También la Policía realizó un operativo en el mercado donde retuvo por unas horas a comerciantes de pegamento y zapateros por ser sospechosos de abastecer a los niños.
Luego fueron puestos en libertad, según el dirigente de los comerciantes José Ávalos, quien dijo que la Policía ha venido investigando el caso para conocer quiénes son esas personas que viven de la desgracia de estos pequeños.
“El tema ya se ha analizado desde hace varios años por la directiva de los comerciantes, pues debe haber alguien que les vende la pega, porque de lo contrario, no anduvieran tantos niños adictos en la calle”, dijo.
Explicó que unos diez niños, entre 8 y 12 años de edad, deambulan en el mercado con el vaso de pega en la nariz, así como adolescentes y adultos. Comentó que incluso roban en los tramos para poder comprar la pega.
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