Todo mundo habla en los últimos días de una especie de diálogo que se estaría llevando a cabo entre la Iglesia católica y el Gobierno. Aunque nadie niega la importancia de un instrumento de esa naturaleza para abordar temas nacionales, sobre todo si participan dos de los sectores más relevantes del país, lo cierto es que este diálogo que ya chorrea bastante tinta aparece como un muñeco sin pies ni cabeza, casi sin música, sin ton ni son.
Todo esto ha agarrado vuelo desde que monseñor Brenes fue elevado a la categoría de Príncipe de la Iglesia y al que Daniel dio la bienvenida saliendo de un letargo político nunca aclarado. Al nuevo purpurado lo agarraron a quemarropa sobre el tema y luego sectores interesados han venido armando de la nada un supuesto interés compartido de diálogo entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno orteguista.
Qué necesidad puede tener el Gobierno en dialogar con los estimados obispos cuando según su parecer no hay nada que negociar: este es el reino de las maniobras claras, oscuras y a contraluz, donde ya todo está dicho y hecho y un milímetro que se modifique implicaría mover los mismos cimientos de la catedral del absolutismo familiar orteguista. O también puede asumirse que como Daniel es dueño de todo bien puede darse el lujo de soltar unas cuantas migajas a manera de “apertura democrática”, siempre y cuando no le expongan en lo mínimo el control a lo Putín, que tiene del país.
Visto así ¿cuáles serían los planteamientos de fondo de la jerarquía católica? ¿Qué se reformen las reformas a la Constitución? Quién sabe. Mucha tramoya legal. ¿Que Daniel no se reelija? ¡No sean bayuncos! el hombre está en su derecho y ya la corte celestial se lo aseguró. ¿Qué elijan a los funcionarios y pongan a gente idónea? Aquí puede haber un pequeño margen pero sin tocar a los peces gordos y el costo es que la Iglesia avalaría este tinglado de oportunistas y francotiradores.
Cuáles serían los temas del diálogo, sepa San Caralampio pero no aparece nada claro en esa hipotética mesa de toma y daca. Al final ¿qué va a dar la Iglesia? ¿La bendición a todos los desafueros frentistas? Misas, declaraciones, dispensas, no se sabe. Pero según parece el diálogo va, aunque en este misterio ya aparecen sin que nadie siquiera se haya santiguado, señas de que las movidas estarán a la orden del día y ya se filtran informaciones privilegiadas que sirven para quemar a unos y requemar a otros.
¿Será un diálogo público o privado? Debería ser público si no el Gobierno va a decir que se acordó tal cosa ¿y cómo comprobarlo? Si es público ¿qué sitio del país reúne las condiciones para el mismo? Van a estar las turbinas arropando las sesiones como “anillo” de seguridad o su presencia ¿será como simple medida de precaución por si la derecha quiere boicotear el evento?
Habrá que nombrar una comisión de enlace para la preparación de la agenda y los detalles operativos y luego hacer la convocatoria formal, hay que ver si habrá una sesión solemne de instalación, quienes asistirán, etc. Esto del diálogo aparece más largo que corto, más conveniente a unos que a otros, más mediático que estratégico, con mucha ropa y poca carne. Una llamarada de tuza en el siempre frondoso bosque político criollo. EL AUTOR ES DIRIGENTE HISTÓRICO SOCIALCRISTIANO.
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