Jeniffer Castillo Bermúdez
Esta falta de recursos y la centralización con la que se maneja el sistema escolar en Nicaragua ha castigado a las etnias indígenas y afrodescendientes de la RAAS que lamentan no poder conservar su lengua originaria, de acuerdo con Mabel Martínez, miembro del Comité Comunitario de Apoyo a la Juventud en Riesgo (Cayac) en Rama Cay.
La secretaria de Educación en la RAAS, Nubia Ordóñez, señaló que el Mined no les asegura los textos en otras lenguas. De hecho, los programas y currículos que reciben en la región son monolingües.
En el presupuesto del Mined para este año, únicamente se detalla la inversión de 42 millones de córdobas en el mejoramiento de la infraestructura escolar de la RAAS.
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[/doap_box][doap_box title=”Propuesta escolar a la medida” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
Este programa inició en el 2010 y atiende a estudiantes de Bluefields, Kukra Hill, Laguna de Perlas, Corn Island y la Desembocadura de Río Grande.
A ellos les brinda materiales y uniformes escolares para ayudar a mejorar su acceso y calidad educativa, según Beatriz Flores, promotora social de Fadcanic.
En esas comunidades además se impulsa el proyecto Escuelas para Padres que, entre otras cosas, busca cómo mejorar la relación familiar de cara al mejoramiento de vida de los adolescentes y jóvenes de la región.
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II ENTREGA
Cuando Wilber Stanford Thomas, de 15 años, llega a su escuela, su profesora y compañeros de clases le hablan en español o creole. Aunque habita en la isla Rama Cay, pero en rama —su lengua originaria— apenas sabe decir Malika tamasski, que significa ¡Buenos días!
En su casa tampoco se habla rama. Su mamá de vez en cuando lo habla con algún vecino y el profesor que les impartía clases de rama en la escuela ya está ciego y jubilado.
En Rama Cay, los alumnos reciben una vez a la semana 45 minutos de rama porque su profesor de Orientación Técnica Vocacional decidió dedicar su clase a la revitalización de la lengua rama.
La Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS) no está incluyendo la enseñanza de las lenguas originarias, principalmente en dos de las seis etnias indígenas y afrodescendientes que hay en la zona, lamenta Hazel Wilson Naash, coordinadora del Programa Educación para el Éxito en el Caribe Sur.
NO SABEN COMUNICARSE EN SUS LENGUAS
Los Ulwas y Ramas son los más “abandonados” por el sistema escolar. Ellos —dice Wilson— están llegando al punto de no saber comunicarse en su lengua originaria porque en la escuela ya no la están enseñando.
“Aquí (en Rama Cay) nos están imponiendo la enseñanza del creole porque es la lengua que se usa más en Bluefields, pero nosotros no lo queremos y el Ministerio de Educación nos está diciendo que la educación bilingüe se tiene que dar en español y creole, pero nosotros queremos el rama para no perder nuestra lengua”, apunta Carlos John Omier, director del colegio de primaria en Rama Cay.
Los materiales didácticos que reciben en el Caribe responden al programa monolingüe que se imparte en las escuelas del Pacífico, admite la secretaria regional de Educación en la RAAS, Nubia Ordóñez.
En la RAAS, la secretaría regional ha elaborado materiales y programas bilingües que se ajustan a las realidades de esa zona, pero al no disponer de presupuesto, estos planes quedan únicamente en papeles.
“EN 30 AÑOS DEBIMOS AVANZAR MÁS”
“Este año nosotros entramos a los 30 años del inicio de la EIB y la evaluación nos hace ver que en 30 años debimos avanzar mucho más. No estamos satisfechos con lo que tenemos. Podríamos señalar muchos factores, uno de ellos ha sido la dirección, la misma centralización de la Educación por parte del Mined, ellos no lograron dirigir un programa de Educación Intercultural Bilingüe, pero tampoco se aseguraron los recursos y las condiciones para que desde la región y las escuelas se hiciera”, apunta Ordóñez.
La educación bilingüe —dice Wilson—, aunque “está reglamentada, es una Ley, la Ley de Lengua, la Ley de Autonomía, la misma Constitución Política hace referencia a esta multietnicidad, multilingüismo, multiculturalidad y el derecho a la educación que tenemos, eso no está siendo efectiva en el terreno”.
Por eso Georgina McCrea, docente de preescolar, no puede enseñar rama a sus alumnos. Ella solo cuenta las historias, costumbres y tradiciones propias de los Ramas a sus estudiantes en el aula de clase.
Lo mismo hace el profesor Carlos Omier. Sus alumnos ya saben que cuando el zizismico —una especie de mono que es muy respetado por los Ramas— aparezca en sus casas, tienen que alertar a la comunidad sobre la llegada de un desastre natural. Mientras Wilber sigue aprendiendo “algunas palabras en rama porque me gusta saber cómo hablaban mis abuelos”, dice.
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