“Personalmente creo en Dios pero no sé cómo se llama, hasta ahí llego”, exteriorizó el politólogo y oftalmólogo Emilio Álvarez Montalván, incorporado la semana pasada como miembro de honor de la Academia de Ciencias de Nicaragua.
“Fui a Tokio y pregunté a un bonzo a dónde llegamos después de muertos: —Doctor, aquí nos quedamos. —¿Y cómo es eso? —Ves esa fuente es energía de mi abuelo, ese árbol frondoso energía de mi bisabuela; así vivimos entre los muertos”. Esta es cultura japonesa que respeta pero no comparte, dice Álvarez.
Sobre la religión explica que cumple un papel sociocultural y llena un vacío que la ciencia no ha podido; en su caso se declaró un “racionalista”, y un hombre que dedicó su vida a la medicina, la familia y la crítica política, de lo cual nos habla más adelante.
Su labor de intelectual ha sido reconocida internacionalmente. Posee la Medalla de Oro de la Sociedad Nicaragüense de Oftalmología; la Orden de Bernardo O’Higgins, de Chile; la Cruz del Sur, de Brasil; el Premio Académico, de Francia; y el Gran Cordón Orden del Tesoro Sagrado, de Japón, entre muchas.
Es autor de libros de Ciencia e Historia como El mensaje de los ojos (1984), Síntesis crítica del marxismo (1986), Cultura política nicaragüense (2000), y sus memorias Médico de vocación y aficionado en la política (2013).
Tiene un ensayo inédito sobre Los últimos días de Anastasio Somoza Debayle; y un nuevo artículo sobre Los tres grandes errores de la cultura política nicaragüense.
EN LA ACTUALIDAD
¿Qué tal recibió la noticia de ser miembro de honor de la Academia de Ciencias?
Lo que pasa es que también fui un investigador médico. Descubrí que la ceguera era producida por la hambruna en la población rural de Puertas Viejas.
Esta era una población de niños desnutridos que al llegar la tarde se quedaban cieguitos, lo que se llama en medicina hemeralopia. Fui a ver al presidente Luis Somoza y le dije: Acabo de descubrir una hambruna que produce ceguera. “Esas son babosadas de los políticos nicaragüenses, el nicaragüense es el más nutrido, inteligente y valiente”, me dijo. Y le respondí que esas eran las tres grandes mentiras y le propuse traer a un experto de Guatemala, este tomó las muestras y después de los análisis me dio la razón.
El otro caso que descubrí fue el primer caso de tripanosomiasis que producen unos chinches que hay en las chozas campestres.
Pronto cumplirá 95 años, ¿cómo ve su vida?
La vida es una aventura incompleta y caprichosa, y la única manera de defenderse es cultivándose, no hay otra, porque la juventud se acaba, la riqueza se acaba, la salud se acaba, y lo que no se acaba nunca es lo que tenés en el coco.
Y mi acierto más grande es haberme casado con una mujer excepcional que se llamó Carmen Sara Guerra Molina, con ella tuve seis hijos, a todos los educamos y mandamos al extranjero.
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¿Cómo transcurren sus días?
Una rutina, me levanto a la 7:00 a.m., leo LA PRENSA (De eso te quiero hablar: llegué a LA PRENSA de 15 años cuando mi padre Emilio Álvarez Lejarza era su gerente, y me llevaba en los días de vacaciones al periódico y me ganaba un córdoba al día. También trabajé en corregir las pruebas cuando las páginas se levantaban con letras de plomo.
Después de leer LA PRENSA, oigo a Radio Corporación, esta tiene Cartas de Amor a Nicaragua, amenas e informativas. Y en las noches veo a Carlos Fernando Chamorro; estos son los vehículos que aprovechan los pocos espacios de libertad que existen en Nicaragua.
También veo un programa en la televisión que se llama Cosmos , de National Geographic.
¿Su paso por la cancillería de la República qué le dejó?
Disfruté mucho de la cancillería, me sentí realizado. Fui como un técnico en este gobierno liberal siendo conservador; acepté porque ambos ya no tienen diferencias ideológicas.
LA JUVENTUD
¿Cómo Chile marcó su camino?
Chile me sorprendió por tener un Estado de Derecho bien afianzado y una cultura que impregnaba todas las capas sociales; y fue generoso, porque cuando tuve una afección pulmonar tuberculosa me mandó al sanatorio de los Andes y me pagaron los gastos.
Ahí me formé como médico. Y conocí a nicaragüenses talentosos, Arturo José Medal, un pianista que estudió en Milán; al profesor Humberto Doña, a la bailarina Marucha Solari. Me di cuenta que el nica tiene talento y que solo es apreciado en otros países.
¿Cómo en su juventud se vio involucrado en las luchas antisomocistas?
Con Pedro Joaquín Chamorro, Reynaldo Tefel, Arturo Cruz, los hermanos Córdoba Rivas, y otros, fundamos Unión Nacional de Acción Popular. A la gente no le interesó, y se disolvió cuando recibimos la invitación de unos conspiradores que estaban planeando la llegada de un comando a Nicaragua. La mayoría era de exguardias nacionales que estaban en Costa Rica; al final fuimos descubiertos, y a los militares los apresó Somoza y fusiló.
Cuando asesinan a Anastasio Somoza García, en 1956, es detenido. ¿Qué momentos recuerda?
A las 12:00 de la noche me llevaron al Palacio de Tiscapa, y ahí encontré como a quinientas personas que habían recogido. Y lo que nos salvó de las torturas fue que tenían a un asesor técnico que recomendó que nos pusieran la máquina detectora de mentiras, y así saber quiénes eran los sospechosos.
La verdad es que después del 4 de abril de 1954 quedé en la lista de las gentes peligrosas. Cuando se tomaron el cuartel de Diriamba me llevaron preso, cuando Olama y Mollejones, igualmente.
En los años setenta pierde un hijo. ¿Cómo lo vivió?
Fui una situación muy trágica, él había venido de Estados Unidos a pasar sus vacaciones, y una tarde me llegó a recoger a la oficina en el preciso momento que “El Negro Chamorro” (Fernando Chamorro Rappaccioli) disparaba un cohete contra el cuartel de la Escuela De Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), los guardias salieron en ropa interior disparando, y creyeron que mi hijo estaba conectado y me lo mataron. Fue un 19 de julio de 1978. Eso me produjo a mí y a mi esposa un impacto que nunca nos recuperamos (sus ojos se enrojecen y llenan de lágrimas al contar este episodio).
ERRORES POLÍTICOS
Su libro Cultura política en Nicaragua aborda con profundidad el poder, corrupción y crisis, ¿hay salidas?
Todo este desastre se debe a esa cultura política con valores obsoletos, personalismos, sectarismo, dependencia externa, esto es producto de la ignorancia y miseria humana.
Hay tres errores garrafales, el primero es creer que los dictadores son unos genios que resolverán la miseria y no; ellos son productos incubados por nosotros mismos que somos desordenados, incumplidos y mentirosos.
El segundo error es creer que un solo partido puede gobernar; y el tercero es pensar que un megaproyecto del Canal Interoceánico de Nicaragua nos va a convertir de la noche a la mañana en un país próspero.
A mi modo de ver la salida para este país es la producción agropecuaria, y la vocación por el trabajo, ahorro y educación. Estos son los pilares del desarrollo en Nicaragua.
Está la propuesta de diálogo entre la Iglesia y el Estado, ¿cómo ve esta aproximación?
En principio todo diálogo es bueno, pero este, además de la foto familiar lo que va a salir de ahí son comisiones mixtas para estudiar el detalle de cualquier planteamiento que hagan los señores obispos.
Fructífero sería que se reforzaran las instituciones, eso contradice al Gobierno que quiere pase libre con poderes absolutos.
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