Lucydalia Baca Castellón
Nacer en Managua, a casi 15,000 kilómetros de la tierra de sus ancestros, no impidió que desarrollara la laboriosidad e innovación que caracteriza a su raza. Durante su juventud apoyó a sus padres en el restaurante de comida tradicional de China que por tres décadas tuvieron en León, pero cuando llegó el momento de independizarse, allá por 1976, Yuiliang Chiong decidió poner fin a una práctica que le molestaba. “Nunca entendí por qué los pocos snacks que se consumían en el país eran importados, por eso decidí poner una fábrica para hacerlos. Como homenaje a la tierra de mi padre la llamé Industrias Cantonesas, porque él era de la provincia de Cantón”, relata Chiong.
La experiencia adquirida en el restaurante de sus padres donde hacía wantán y tallarines lo llevó a probar suerte con productos de harina fritos. Lo primero que sacó al mercado fueron churritos. “Son tallarines de harina que se cortan gruesos y luego se fríen. La idea se convirtió en mi medio de subsistencia y nos convirtió en los impulsadores de la industria del snack en el país”, asegura orgulloso Chiong.
A los churritos se sumó el chow mein, que es también un fideo frito pero más fino que además de comerse solo, se utiliza para acompañar el chop suey. Luego se agregaron al menú las tostaditas, que son pequeños cuadritos de harina fritos.
Su pequeña empresa está próxima a cumplir cuatro décadas. Y a la lista de los tres productos con los que debutó se han agregado las hojuelas de papa, yuquitas, platanitos y mixtos, que es una mezcla de plátano y yuca.
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Los productos se ofrecen en presentaciones de 40 y 80 gramos. Pero también se preparan en presentaciones especiales a petición de los clientes.
La empresa que sigue siendo familiar absorbió el hogar de los Chiong, que tuvieron que trasladarse a otra casa cercana. La antigua sala familiar sirve ahora como oficina y en el resto de espacios se han adaptado las áreas de fábrica, empaque y bodegas.
Chiong relata que el trabajo que antes realizaba solo, ahora es compartido hasta por treinta personas, entre ellas su esposa e hija que están a cargo de la administración, junto con una contadora. Sus dos hijos varones, ambos ingenieros, son los encargados del mercadeo.
Unos doce trabajadores están a cargo de lavar, pelar, picar, batir, cortar y freír los productos. Tres colaboradores más se encargan del empaque, y hasta nueve de la distribución, mientras Chiong se mantiene en la responsabilidad de las compras.
Reconoce que el camino no ha sido fácil porque competir con productos importados no es sencillo, “hay que jugar con los precios y garantizar la calidad”, asegura. Pero los logros compensan los contratiempos.
GRAN SALTO
Cuando inició el negocio elaboraba a diario una libra de harina y luego salía a vender el producto en pulperías y escuelas cercanas a su casa. Actualmente procesan entre 300 y 350 quintales mensuales de harina. Entre 250 y 450 quintales de papa y otra cantidad similar de yuca y entre 7,000 y 8,000 plátanos mensuales.
Además, la estufa casera fue sustituida por cocinas industriales, lo mismo que los utensilios caseros para batir, pastear, cortar y freír. Y la rústica máquina que él mismo fabricó para sellar las bolsitas una vez empacado el producto, fue reemplazada por un moderno equipo que pesa, embolsa, imprime fechas de fabricación y consumo y lleva un registro detallado de la cantidad de producto terminado.
¿DÓNDE HALLARLOS?
Los productos de Industrias Cantonesas se distribuyen en las cadenas de supermercados de La Colonia y Walmart (La Unión, Palí y MaxiPalí), también en minisupers, pulperías, distribuidoras mayoristas y tiendas de conveniencia.
Solamente en la zona del Caribe del país no tienen una cadena fija de distribución por los altos costos, pero no abandonan el deseo de tenerla algún día, lo mismo que exportar de forma directa a los demás países del istmo, donde actualmente se distribuyen a través de intermediarios. Para avanzar hacia esa meta planean comenzar a registrar su marca y registros sanitarios en los países vecinos.
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