CARACAS/AFP/EFE
El líder opositor Henrique Capriles afirmó ayer que el diálogo que han entablado el Gobierno y la oposición depende en más de noventa por ciento del ejecutivo.
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Henrique Capriles retrucó el jueves en el diálogo que “Venezuela está en una situación sumamente crítica”. “Ni queremos un golpe de Estado ni queremos un estallido social. (…) Queremos que este problema se resuelva (… pero para ello) respetemos la Constitución, dejemos la represión“, reclamó.
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El gobernador del estado Miranda y excandidato presidencial señaló que “el gran reto” en este momento es que “el país completo crea en un proceso de diálogo”. “Cómo se logra eso? Con hechos, con resultados, si no hay resultados quedará en la retórica y quedará una frustración muy grande para nuestro pueblo”, añadió Capriles.
La líder radical opositora y diputada destituida María Corina Machado ratificó ayer su rechazo a participar en las rondas de diálogo. “Eso no es un diálogo. Llamemos las cosas por su nombre. Es un debate televisado en condiciones absolutamente injustas”, expresó desde una plaza de Caracas.
DIÁLOGO DE REPROCHES
Una larga lista de reproches entre el Gobierno y la oposición, enumerados por televisión hasta la madrugada de ayer, marcó el inicio del diálogo que se anticipa difícil y debe continuar el martes en procura de frenar dos meses de sangrientas protestas.
Maduro, acompañado de su Estado Mayor, recibió en el Palacio de Miraflores a Capriles, en un encuentro al que faltó el ala radical de la oposición.
El encuentro, arrancado con fórceps luego de arduas gestiones de los cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), tuvo como “testigos de buena fe” a los ministros de Ecuador, Brasil y Colombia, además del nuncio apostólico.
Maduro rechazó las principales propuestas opositoras —amnistía de presos, desarme de civiles afines al oficialismo—, planteó a los opositores integrarse a mesas de trabajo y convocó una nueva reunión para el martes cuya agenda y formato están en la nebulosa y deben ser negociados. “Hay tiempo para la justicia y hay tiempo para el perdón. Es tiempo para la justicia”, enfatizó Maduro y defendió a los colectivos, presentes como miembros de la delegación gubernamental.
El presidente “pierde una gran oportunidad de realizar una sesión estratégica a la oposición para levantar la esperanza (de la población) en el diálogo”, dijo cuando concluía el encuentro, el analista Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
En una introducción de casi una hora, Maduro lanzó una larga lista de recriminaciones a los opositores, entre ellas por los llamados de sectores radicales a su derrocamiento, y pidió “una condena a la violencia como forma de hacer política, como estrategia para cambiar gobiernos”.
La dureza del Gobierno en la reunión sería el resultado de las presiones internas de sectores radicales del chavismo. “Cualquier asomo de un gobierno de conciliación (como el propuesto esta semana por el expresidente brasileño Lula Da Silva) activaría al sector extremista del chavismo, colocando a Venezuela en un abismo”, escribió ayer en un artículo el analista Nicmer Evans, cercano al partido de gobierno.
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