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Siete razones para oponerse a la reelección presidencial

Carlos Alberto Montaner

Rafael Correa casi seguramente intente reelegirse como presidente de Ecuador. Sostiene la supersticiosa fantasía de que es imprescindible. Es uno de los síntomas del narcisismo. Mientras más tiempo pase en Carondelet más sufrirá su imagen. Es inevitable. Esa es una mala idea.

Pero peor fue la de Daniel Ortega en Nicaragua, quien manipuló la Constitución y el parlamento hasta hacer posible la reelección perpetua. Seguramente imitaba al venezolano Hugo Chávez, quien en 1998 juraba que solo ocuparía el poder durante un periodo, pero cambió las reglas y se casó con Miraflores hasta que la muerte lo alejó de la poltrona, 14 años más tarde.

La reelección trae más inconvenientes que ventajas, aunque la ejerzan buenos gobernantes como el brasilero Fernando Henrique Cardoso o el costarricense Oscar Arias, dos políticos democráticos que también modificaron las normas. El primero para mantenerse en el poder y el segundo para regresar a la casa de gobierno.

La reelección ni siquiera es aconsejable en periodos alternos, como hoy sucede con Michelle Bachelet y ocurrió en el pasado con Alan García, pese a su segunda magnífica presidencia. Tampoco es útil en Estados Unidos, con sus dos gobiernos consecutivos. No tiene mucho sentido mandar pensando y actuando en función de las próximas elecciones.

Hay varias razones para desaconsejar esa práctica en los sistemas presidencialistas. Se me ocurren, al menos, siete importantes:

1. Obstruye el reemplazo generacional, la competencia entre líderes y la circulación de las élites.

2. Refuerza el caudillismo en detrimento de las instituciones.

3. Cuando se prolonga el mandato, el caudillo se va rodeando de cortesanos que lo halagan y confunden en busca de privilegios.

4. Fomenta un tipo de nociva relación mercantilista entre el poder económico y el político. Se retroalimentan mutuamente. Facilita la corrupción.

5. Los errores tienden a reiterarse por el conocido Einstellung Effect. No solemos hacer las cosas porque estén bien o mal, sino porque primero la hicimos de determinada manera y el cerebro es una máquina que aprende y repite los comportamientos.

6. Los viejos gobiernos se quedan sin ideas, se van fosilizando, se resisten a las reformas y segregan burocracias calcificadas, cada vez más incompetentes.

7. La no reelección refuerza la noción de que lo conveniente es seguir planes de gobierno a largo plazo, pensando en el país y no en periodos cortos. Se llega al poder a medio camino y se entrega a medio camino porque es un viaje que no puede o debe llegar a ninguna parte. Es una obra continua en la que el presidente es solo un factor transitorio limitado por la ley.

Si no hay reelección, ¿cuál es el periodo ideal? A mi juicio, la fórmula mexicana es la más indicada. Seis años y adiós muy buenas. Se podrá argumentar que el PRI, que gobernó setenta años con más pena que gloria, no es el mejor ejemplo, pues sustituyó al caudillo por el partido, reiterando casi todos los defectos señalados, pero probablemente hubiera sido peor uno que diez, como sucedió durante los 35 años que previamente mandó Porfirio Díaz. Por eso en 1910 Francisco Madero inició la Revolución enarbolando una sabia consigna: “Sufragio efectivo y no reelección”.

En todo caso, hay un vínculo muy estrecho entre los valores que existen en la sociedad y el resultado de la obra de gobierno. Los políticos no surgen en el vacío. Son parte de la misma tribu de donde salen los ingenieros, los curas, los soldados o los vendedores de corbatas. No son peores. Si los países escandinavos son los mejor gobernados del planeta, no es por las cuestiones formales sino por las virtudes que prevalecen en esas sociedades.

Tal vez el complemento ideal para esos gobiernos presidencialistas de un solo periodo es la recuperación de una institución jurídica excelente, proveniente de la tradición romana: el Juicio de Residencia. De manera automática, sin que mediara acusación formal, todo gobernante saliente debía someterse a una gran auditoría pública de la que podían derivarse consecuencias penales. Si había mandado bien, se le honraba. Si había violado la ley, se le castigaba.

Tras pasar por el Juicio de Residencia muy pocos querían volver al poder. Incluso los buenos. Estupendo.

El autor es periodista y escritor. Su último libro es la novela Otra vez adiós. ©FIRMAS PRESS.

Ver en la versión impresa las páginas: 9 A

Opinión presidencial reelección archivo

COMENTARIOS

  1. alfer
    Hace 10 años

    Bueno, Opiniones de Opiniones. Esta es su opinion que no es muy creible por su reconocido pensamiento ultraderechista recalcitrante , obsoleto y retrogrado.
    Y que pasa con la Democracia ? (Demos:poder/Craso : Pueblo : Poder del Pueblo) Que pasa si la mayoria de un Pais quiere que un Presidente siga en el Cargo ? En el Mundo hay Cargos Politicos, Nobleza y Religiosos de por vida que ni siquiera son electos y nunca he visto a Montaner criticarlo.

  2. Hace 10 años

    entonces ese auditoraje, deberia de ser mucho mas complejo que lo que se cree que podria ser. Pienso, que en esto y aun contando con los Buenos resultados de los gobiernos europeos, y los malos resultados de los gobiernos ALBAS, o los gobiernos Africanos,los cuales se maneja a base de golpes militares en su mayoria, pero no en todos los casos, esta es una lacra gubernamental/social/economica que realmente no tiene una solucion logica

  3. carbajal.mario
    Hace 10 años

    rafael correa a sido uno de los mejores presidentes que a tenido el ecuador y sobre todo un presidente que a dejado en verguenza a la prensa derechista, en youtube te das gusto viendo como correa los hace hacer el ridiculo.

  4. fultp
    Hace 10 años

    Por muy buen presidente que sea o haya sido, no debe ser reelecto porque sus buenas obras bien pueden ser continuadas ymalas malas corregidas. La igualdad de derechos es un principio constitucional y todos tienen derecho a poder potar a cargos publicos, cualesquiera que estos sean. Tanto el Presidente como los Diputados no deben ser reelectos.

  5. Hace 10 años

    Coincido con el articulista en que seria una magnifica idea el usar la tradicion Romana del Juicio de Residencia, para hacer un auditoraje del saliente Presidente, y su actuacion como tal, pero esto es una navaja de de dos filos, porque resulta que nuestros actuales presidents, ya sean por dos periodos, o un periodo, o un periodo con la alternativa de volver a optar por la Presidencia no en un periodo consecutivo como sucede con los casos de CHile, y Peru, llenan sus gabinetes con sus amigotes

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