Leonor Álvarez
La silla donde estuvo sentado el papa Juan Pablo II durante su segunda visita a Nicaragua (el 7 de febrero de 1996) y un retazo de tela perteneciente a una sotana que este usó son reliquias de un santo que ahora posee Nicaragua, a partir de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, celebrada la madrugada de ayer, en la Plaza San Pedro de la ciudad del Vaticano, Roma.
El cardenal Brenes aprovechó la coyuntura de la canonización para bendecir a los feligreses con la reliquia que posee del ahora san Juan Pablo II.
Al finalizar las misas que ofició ayer en la catedral Metropolitana y en la parroquia Divina Misericordia, en Villa Fontana, el cardenal dio la bendición con el retazo de tela. La reliquia se la regaló hace dos años el anterior nuncio para Nicaragua, Henry Josef Nowacki.
La petición la hizo el cardenal Ángelo Amato, quien inscribió en el canon de los santos a estos dos pontífices.
El papa Francisco definió a Juan XXIII y a Juan Pablo II como “dos hombres valerosos”, durante la ceremonia de canonización celebrada en la plaza de San Pedro, con la presencia del papa emérito Benedicto XVI.
A esta ceremonia asistieron 24 jefes de Estado, el episcopado de Polonia e Italia, el Colegio Cardenalicio, obispos y sacerdotes de todas partes del mundo.
Al final de la homilía, el papa Francisco oró para “que ambos (santos) nos enseñen a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que se siempre perdona y siempre ama”.
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Durante las misas, el cardenal también lució un crucifijo pectoral que le regaló el propio papa, y en su dedo un anillo que le obsequió el ahora santo cuando lo ordenó obispo el 19 de marzo de 1988.
Igualmente, el cardenal Brenes reveló que posee otro crucifijo pectoral que le regaló Juan Pablo en el año 1991, al finalizar el Sínodo de los Obispos en América.
El anillo y los pectorales tienen impreso el escudo del papa Juan Pablo II, lo cual certifica su autenticidad.
Cuando los papas mueren el sello de su escudo es destruido para que nadie más lo vuelva a usar, explicó el cardenal a los periodistas, agregando que solo se hace una cantidad reducida de anillos con los sellos del papa, destinados al número preciso de obispos y cardenales que nombran durante su pontificado.
DE PRIMERA CATEGORÍA
Por otra parte, Brenes explicó que el retazo de la sotana de san Juan Pablo II es una reliquia de primera categoría, por ser un objeto que usó en vida. Aclaró que cuando el cuerpo de san Juan Pablo II sea mutilado, sus partes serán reliquias de primera categoría, pero mientras tanto “aquellas cosas que tocó son de primera categoría”, por el momento.
EL MAYOR REGALO
El retazo de tela seguirá siendo guardado por el cardenal Brenes en su casa particular, porque es un regalo personal, al igual que el anillo y los crucifijos pectorales.
Aún así, Brenes dijo que estas reliquias deben ser consideradas como un regalo de san Juan Pablo II para Nicaragua.
Particularmente, el cardenal aseguró que el “mayor regalo” recibido por parte de Juan Pablo II fue el nombramiento de arzobispo de la Arquidiócesis de Managua.
LA SILLA
También, durante la misa en la catedral Metropolitana, sacaron la silla donde se sentó san Juan Pablo II durante su segunda visita a Nicaragua. Esta reliquia siempre se conserva en la catedral.
De igual forma, el púlpito de la iglesia Catedral fue el escenario utilizado por el papa Juan Pablo II, para dirigirse a los religiosos y el sitio desde donde dirigió la homilía el 7 de febrero de 1996.
Durante la misa en la Catedral Metropolitana, el cardenal Brenes expresó que Nicaragua se llena de regocijo con la canonización de los nuevos santos Juan Pablo II y Juan XXIII, a quienes llamó “pilares fundamentales” de la Iglesia católica.
El cardenal leyó la ordenanza de canonización realizada por el papa Francisco y posteriormente anunció la entrada en escena de la reliquia papal de san Juan Pablo II: el trozo de tela.
MOMENTOS CON EL PAPA
Brenes expresó que para él es de mucha felicidad haber vivido algunos momentos con el papa Juan Pablo II, y, por otra parte, haber conocido la obra, el legado y las enseñanzas de Juan XXIII.
Sobre Juan Pablo II, el cardenal contó a los feligreses que una vez les relató que desde niño deseaba ser un “cura pobre de pueblo” y su mamá le dijo: “Ya eres pobre y de pueblo, veremos lo de cura después”.
Brenes también recordó cómo le gritaba a Juan Pablo II, en medio de la multitud: “Soy de Nicaragua”, cuando no tenía la ocasión de conocerlo personalmente, y el papa le contestaba: “Yo oro por Nicaragua”.
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