En el caso de la Alerta Roja declarada el 11 de abril, el presidente inconstitucional Daniel Ortega solo ha estado en dos encuentros, uno el 15 de abril con el presidente del parlamento venezolano y otra con el ministro de Relaciones Exteriores de México el pasado 23 de abril.
El vicepresidente Omar Halleslevens tampoco ha tenido un papel protagónico.
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Gloria Picón Duarte
Inmediatamente después de un temblor o de cualquier caso de relevancia en el país, los medios del “poder ciudadano” se encadenan, se escucha a la primera dama y secretaria de Comunicación, Rosario Murillo, haciendo llamados a la calma, brindando recomendaciones y dando instrucciones a los titulares de las diversas instituciones. Pero, ¿qué hace el presidente?, se preguntan muchos en las redes sociales o en las calles.
“En medio de las sacudidas, que han sido sacudidas fuertes, entonces la Rosario estaba ahí con el teléfono inmediatamente en medio de la sacudida, y yo evacuando a los muchachos, buscando hacia la calle, hacia el patio, con todos los nietos saliendo para el patio…”, dijo el presidente inconstitucional Daniel Ortega, el pasado 15 de abril.
Para la exguerrillera Dora María Téllez, estamos ante un presidente que además de ilegal es “decorativo” y que solamente está respaldando el poder que de facto ejerce Murillo, porque su cargo no ha sido un nombramiento oficial. “No lo veo gobernando, no se ha aparecido en Nagarote, La Paz Centro, Mateare, o en alguna de las escuelas destruidas. Está limitado a una función de aseguramiento político de la familia Ortega”, sostiene Téllez.
Para la diputada María Eugenia Sequeira, segunda vicepresidenta de la junta directiva de la Asamblea Nacional, estamos ante un Estado “bicéfalo” y esto se puede percibir en la calle, donde la población habla del bando de Rosario Murillo o del bando de Daniel Ortega.
En los medios del poder ciudadano los pobladores que son beneficiados con alimentos, hojas de zinc, colchones, al recibirlo dan las gracias a la “compañera Rosario Murillo y al comandante Daniel Ortega”.
Sequeira agrega que en momentos difíciles el presidente es el que debería salir, pero en Nicaragua la primera dama solo dice que el presidente está preocupado, pero no se ve la preocupación en el territorio, donde hay una distribución desequilibrada de la ayuda.
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