Julio Portocarrero Arancibia
Como la más bondadosa de las maestras que repite sin cansancio la lección hasta que el estudiante la aprenda, la Virgen Santísima en Cuapa nos transmitió hace 34 años —que se cumplen hoy— un mensaje que cayó “en un tiempo en el que el hermano se alzó contra el hermano”.
María, portadora de la luz del Resucitado, abrió sus manos la tarde del 8 de mayo de 1980 en la soledad de un alto cerro en la región chontaleña. Bernardo Martínez tuvo temor. Pensó que era un engaño. Pero “al abrir sus manos salieron rayos que tocaron mi pecho, y tuve valor de hablarle. Yo fui el primero que le hablé”, escribió el vidente en el relato de las apariciones.
Y la apertura de ese diálogo tuvo respuesta, pues la “Señora” se presentó: dijo ser María, la Madre de Jesús y que venía del Cielo.
1. Recen el rosario. Luego de haberse presentado pidió que se rezara el rosario en familia, “en una hora fija cuando ya no hubiera problema con los quehaceres del hogar”. María conoce la intimidad de los hogares. Como madre sabe las responsabilidades que implica ser padre o madre de familia, hijo, nieto, abuelo. Sabe que se nos hace difícil encontrar tiempo para la oración, para el diálogo íntimo con Dios. Y no solo pide que se rece, pide también que se mediten los relatos del evangelio.
2. No vayan a la violencia. La oración debe generar frutos en el corazón que se abre a la escucha del Dios que habla en la intimidad. Luego de mandarnos a rezar el rosario en familia la Virgen nos advierte, su corazón materno presiente posibles desgracias para esta patria. Nos habla de la violencia. “Nunca vayan a la violencia”, la escuchó repetir Bernardo. Hoy ese grito parece no perder vigencia. ¿Hace falta tomar su consejo y volver a rezar en familia? ¿Qué estamos haciendo contra el flagelo de la violencia en Nicaragua?
3. No pidan la paz: ¡Háganla! La nube que transportaba a la “Señora” se posó sobre un montón de piedras sobre las cuales habían crecido varias plantitas de dormilona. María desciende al lugar que está por encima de la serpiente (Cuapa, del náhuatl coalt pan) para despertar la fe dormida del pueblo nicaragüense. No quiere hijos que se digan “discípulos de Cristo” con una fe a medias. La fe hace encaminar al cristiano para que este luche desde la justicia por la paz.
4. Nicaragua seguirá sufriendo. Continúa la advertencia. “Seguirán sufriendo si no cambian”, dijo María. La conversión de cada ser humano tiene un efecto sobre el planeta entero. Cuando el corazón se vuelve a Dios y es abrazado por la misericordia divina; “la fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás” (Documento de Aparecida).
5. Pido al Señor que aplaque su justicia. Así como la resurrección de Cristo es real, también es un hecho que un corazón materno, enteramente humano, de carne y sangre, late por nosotros en el Cielo. María vino a Cuapa por disposición divina. Ella al igual que nosotros no tiene luz propia, la luz que la envuelve es la de su Hijo, el fruto bendito de su vientre, que antes de morir en la cruz nos la dejó como Madre. Volvamos a la intimidad del hogar, sí, a la intimidad que envolvió también a la sagrada familia de Nazaret. El autor es periodista digital