Lucydalia Baca Castellón
Con cien dólares en la bolsa y el anhelo de mantener vivo el espíritu innovador de su abuelo, Johanna Montes Doña fundó una empresa que llamó Cereales Pivacaya, que fue el primer producto que ofreció. El nombre y la receta la inventó su abuelo David Doña Romero en los años cincuenta, para un cereal que hacía con pinol, vainilla, avena, cacao y azúcar, para luego distribuir en su bicicleta.
Para Montes la tenacidad de su abuelo que “todo lo que necesitaba y lo que no tenía lo inventaba” ha sido fundamental para salir adelante. En el 2008 cuando sintió que había terminado de criar a sus hijos abandonó su pastelería para dedicarse por completo a la elaboración de cereal.
Después de seis años que “no han sido fáciles” Montes dice que Pivacaya sigue siendo una microempresa, pero el crecimiento ha sido notorio. En el inicio las ventas eran de unas veinte libras al mes de cereal procesado. Actualmente, con la ayuda de su sobrino Esteven Montes y otros dos colaboradores ocasionales elaboran entre siete y diez quintales mensuales de cereales. Y durante la participación en las ediciones de agosto y diciembre de la feria de la economía familiar, antes Microfer, debe producir unos veinte quintales adicionales para suplir la demanda del evento.
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Además, aunque continúan elaborando los productos artesanalmente, Montes se esfuerza constantemente por mejorar la calidad. “Yo no soy ingeniera en alimentos ni química ni bióloga, pero le dedico tiempo a la investigación de los nutrientes que contienen los ingredientes. Eso me permite hacer las mezclas adecuadas para que haya un complemento nutricional entre todos los ingredientes, que son maíz, soya, cacao, semilla de jícaro, arroz, especias, maní, canela, dulce de panela y pasas deshidratadas”, asegura.
PREMIADA
Estos esfuerzos la hicieron merecer recientemente el Premio a la Calidad que entrega el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), en la categoría microempresa.
Actualmente, además del Pivacaya —que sigue siendo el producto estrella de la empresa—, ofrece también pinolillo, policereal, cereal energético, semilla de jícaro y soyacaya. Todos ellos en presentaciones de 50 y 400 gramos. Los precios oscilan entre 25 y 60 córdobas para la presentación grande, mientras que la pequeñas que da para preparar un vaso de cereal cuesta en promedio cuatro córdobas.
Todos los productos tienen su marca registrada, código de barra y registro sanitario, lo que les ha permitido colocarse en los estantes del supermercado del Ejército, el Súper Porta’s y el Cipres.
A diferencia de otras empresas que fijan sus metas de crecimiento en el mercado internacional, Pivacaya ha fijado las suyas en el mercado nacional: quiere convertirse en proveedora del Estado y distribuir sus productos a través de la Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (Enabas). Sin embargo, su reducida capacidad de producción le impiden actualmente firmar contratos de este tipo.
EN VÍAS DE CRECIMIENTO
Pero esto podría cambiar este mismo año cuando ponga en marcha el programa de mejora que actualmente desarrolla con apoyo del Proyecto de Desarrollo de Capacidades Exportadoras en las Mipymes (Proexporta).
Dicho plan requiere una inversión de 15,000 dólares que confía obtener a través de alguna institución bancaria. Esto le permitirá equipar la empresa con dos tostadoras, un molino y mesas metálicas; además podrán remodelar parte de su casa para que la empresa cuente con su propia local con áreas adecuadas para la producción, el empaque y el almacenamiento de los productos.
Montes asegura que después de que sus cereales sean reconocidos en el mercado nacional dedicará sus esfuerzos al mercado externo. Pero de momento, dice que “hay mucho por hacer aquí todavía”.
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