Axel Villanueva lloró. Un hombre con sangre ardiente se doblegó al sentir lo fuerte que es el entrenamiento panameño. Fue como el choque del agua contra la roca. “No se me olvida cuando llegué al juego con la reserva luego del gimnasio y pedí cambio porque no soportaba mis piernas. La verdad es que lloré”, rememoró. Él regresó para jugar en el país. Lo sucedido en su estancia pareció ser un juego del destino. En su temporada con el Tauro FC, solamente participó en cuatro desafíos, y dos de ellos como suplente.
Ahora, al llegar a Nicaragua, dice haber dejado una buena impresión en Panamá, a pesar de la lesión en su rodilla, y que militará seis meses con el Walter Ferreti, para luego aceptar una oferta que tiene en Colombia o Venezuela.
Axel ya sabe lo que es otro futbol. El estilo creativo, de pertenencia de balón y visión de proyección casi no existió en Panamá, donde perdura la fortaleza, como si fuera una guerra sin contemplaciones.
“Era el clásico panameño y mi entrenador Rolando Palma me había dado la confianza para jugar de titular, recuerdo cuando me dijo que eran fuertes y me iban a tratar de lastimar. Ya en el juego, un defensor se me barrió por detrás, acabando con mis ilusiones”, recuerda Villanueva como el momento más duro de su experiencia en Panamá.
El jugador, quien tenía desde un principio los recursos para jugar en el extranjero, aceptó que el miedo le impedía tomar una decisión de escoger entre seguir en su terruño o zarpar hacia la aventura, donde el sacrificio pagaría como un azar.
“La elección es lo más duro, ahora que regreso la gente me mira de diferente forma, pero lo más importante es que me di cuenta que los nicas tenemos talento para jugar en otras Ligas, lo que pasa es que como yo, hay otros jugadores que por miedo no se atreven”, indicó el joven, quien desde pequeño vislumbraba con ser un buen jugador, militando en las categorías pequeñas con el equipo América, y descubierto en el Real Xolotlán por Salvador Dubois.
Axel no ha tocado un balón en tres meses. Solo trota, se sienta en su sofá, ve televisión, y espera regresar a la plenitud.
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