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Ana Salgado, terapeuta sexual y de parejas.

¿Qué es la sexualidad?

La sexualidad es una energía que se experimenta y expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Es inherente al ser humano, es decir, que es parte de nuestra naturaleza.

ANA SALGADO

TERAPEUTA SEXUAL Y DE PAREJAS

La sexualidad es una energía que se experimenta y expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Es inherente al ser humano, es decir, que es parte de nuestra naturaleza.

Somos sexuales mientras estamos vivos, desde que empezamos a vivir en el vientre materno hasta que nos morimos. Es natural e instintivo, es decir que sin necesidad de que nos induzcan o nos enseñan, desde que empezamos a vivir exploramos, reconocemos y aprendemos sobre nuestra sexualidad.

La función de la sexualidad es la comunicación y el placer (no hay que confundir la sexualidad con el sexo, cuyas funciones incluyen también la reproducción).

Si bien, al principio, las expresiones no tienen objeto ni nombre (hacemos porque nos surge como impulso, como instinto, pero sin un propósito más allá de la curiosidad, el deseo y el placer), a medida que crecemos, vamos descubriendo, conociendo y reconociendo nuestra sexualidad y aprendemos a administrarla en sus diversas expresiones para finalmente tomar decisiones acerca de ella.

Aprendemos a expresarla primordialmente cuando somos muy pequeños (antes de los cinco años) y en casa, del ejemplo de nuestros padres y/o demás personas con las que convivimos. Aprendemos por dos vías:

1. Sensaciones corporales: especialmente cuando somos muy pequeños. Las sensaciones corporales son las que sentimos cuando estamos, por ejemplo, en una habitación con dos personas que están molestas y percibimos en nuestro cuerpo la incomodidad entre ellos.

2. Por gestos: ya un poco más grandes, los niños aprenden por gestos. Entonces, por ejemplo, cuando un niño pregunta a su madre cómo se hacen los niños, las palabras que ella le diga son menos importantes que lo que ella transmita con sus gestos. Es decir, que al final de cuentas, ese niño puede o no acordarse de las palabras, pero lo que va a quedar en él es la percepción de que mi madre estaba nerviosa o incómoda hablando sobre este tema y que por tanto él no debería volver a hablar sobre ese tema porque es incómodo para mamá.

Como este aprendizaje se hace muy pequeño, no son aprendizajes que tengamos muy conscientes, pues la mayoría son inconscientes, pero podemos reconocerlos en las actitudes, libertades y resistencias que tenemos con respecto a la sexualidad.

De esta manera, no es necesario que alguien se haya sentado conmigo a hablarme de sexualidad, yo de igual manera aprendí. El no decir nada, el “de eso no se habla” manda un mensaje que todos los miembros de la familia entienden e interiorizan claramente.

Es así que los mensajes, mandatos y formas de relacionarse que tiene mi familia se transmite de generación a generación. Algunos de esos mensajes son buenos, adaptativos, saludables y me ayuda a tener una sexualidad plena, satisfactoria, responsable y saludable. Otros, por el contrario, me llenan de culpas, resistencias, obstáculos, limitaciones, desconocimientos, malestares y vergüenzas.

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www.tusexosentido.com

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