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Adolfo Martínez Cole

El voto secreto en los partidos

Dos de las propuestas que presenté ante la Convención del PLI el pasado 6 de abril, fueron: el voto secreto y la elección cargo por cargo de los candidatos al CEN. Estas propuestas recogían el sentimiento mayoritario de las bases y habrían puesto al partido en el camino de mayor democratización interna que tanto he venido pregonando. Lamentablemente no prosperó ninguna de las dos propuestas. Creo que se perdió una gran oportunidad al no hacer valer la Convención su soberana decisión de reformar los estatutos, porque sigo convencido que un partido político que no cambia sucumbe ante las demandas del pueblo, lo que me obliga a seguir trabajando por una reforma que modernice los estatutos de mi partido y cohesione el sentimiento de la militancia. La condición del voto secreto es de tal importancia que se considera pilar fundamental de toda democracia, porque se evitan las presiones que pueden surgir de factores como el temor, la represión política o ciertos aspectos prebendarios. El fin último del voto secreto es conseguir un voto libre e incondicionado, en el que solamente prevalezca la soberana voluntad del votante. El elector no debe ver limitada su libertad política cuando deposita su voto en la urna, porque en las elecciones a mano alzada la sola presencia de los líderes o sus dispuestos colaboradores, que están siempre pendientes de cómo vota cada quien, tiene una fuerte influencia intimidante. Por eso, el voto por aclamación o mano alzada no es ni un voto democrático, ni un voto con espíritu liberal y todo aquel partido político que lo establezca en sus estatutos debería de abolirlo, por respeto al votante, porque si hay algo sagrado en el liberalismo es el reconocimiento a la libertad y dignidad de las personas. El hombre o mujer que por temor a perder posiciones partidarias o beneficios materiales confronta la decisión de su voto con los dictados de su conciencia, difícilmente podrá ser un político realizado, porque quien mutila su conciencia lastima y resiente su condición de ciudadano. Es de tanta importancia el ejercicio del voto secreto, como práctica democrática, que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 lo recoge en su Artículo 21 y después de 18 años el derecho al secreto del voto se reafirmó al aprobarse, en 1966. la Convención Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, cuando en su Artículo 25 establece que el sufragio sóolo podría verificarse a través de votaciones secretas, como garantía única de la libertad de expresión política de los electores. Todos los seres vivos tenemos el mismo origen y compartimos muchas conductas, lo que nos diferencia es la conciencia o sea la percepción de individualidad, de ser diferentes y por tanto de tener capacidad de percibir el mundo, de pensar, de forma propia, única, diferente, de tal manera que a mayor desarrollo de la conciencia mayor humanidad.

La política como forma de ejercer el poder sobre las personas ha tenido diferentes formas de expresarse a lo largo de la historia, desde la forma autocrática y personal, hasta la forma democrática sometida a la institucionalidad. Las formas de ejercer el poder es lo que ha marcado la diferencia entre la civilización y la barbarie, entre el progreso y el desarrollo humano y el atraso y sometimiento o aplastamiento de la conciencia humana. El voto secreto o sea el respeto a la conciencia y decisión del ciudadano es la piedra fundamental, junto con la educación, de la institucionalidad y desarrollo y tiene que ser la enseña necesaria que caracterice nuestra política democrática. Tenemos que evitar y rechazar cualquier violencia de la conciencia humana, para mejor planificar y calificar el futuro, de esta manera no seremos responsables, como dirigentes políticos, del atraso de nuestra sociedad y nuestro pueblo. El autor es diputado y miembro de la Bancada Alianza Partido Liberal Independiente.

Opinión Partidos voto archivo

COMENTARIOS

  1. Federico
    Hace 10 años

    Lamentablemente el PLI, gracias al pequeño caudillo Eduardo Montealegre, corrió la misma suerte que el PLC, ambos partidos son víctimas del caudillismo enfermizo, enfermedad mortal que descarta ambas instituciones como opciones viables ante el electorado.

  2. Cornelio
    Hace 10 años

    La columna muestra qué hace falta a que haya democracia en Nicaragua: ¡demócratas!
    Pues en TODOS los países (EU, UE) con algo de tradición democrática se elige OBVIAMENTE todos los cargos y puestos partidarios por voto secreto y además NUNCA en forma de planchas.

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