La única victoria que los costeños han logrado fue sufrida hasta el último momento (80-78), el pasado viernes en el Polideportivo España.
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Los Leones de Managua tomaron el mando de la final de la Liga Premier 2-1. Cada jugador del equipo de la capital, en la cancha, es un dictador, un soberano, cuyo dominio del balón e influencia en el juego, no se puede apelar ni recurrir. Ganaron 80-68, sin sudar pero con inteligencia y corte de salidas.
Noel Mackenzie no borrará su carácter explosivo de la historia de su vida. A veces está en el juego y en otras ocasiones peleando con el árbitro, pero aún así clavó 22 puntos. Es el hombre funcional del Managua; sin embargo, ha demostrado en esta final que hace canastas como si fuese una máquina de coser. Esta vez su espíritu fogoso no lo hizo terminar, pero se prepara para atacar el miércoles en el Polideportivo a las 6:30 p.m.
Desde el inicio del primer período (23-16) se pregonaba la victoria de los Leones. El segundo fue de continuidad, de hegemonía y abrumadora eficacia (45-27). Posterior en el tercero con 23 puntos de ventaja solo dejaron el último período para respirar, tomar las pausas hasta que el tiempo terminara.
De nada ayudaron los 13 puntos de Troy Watson para los costeños, ni la insistencia de Anthony Gayle con 11. Ahora a la Costa Caribe solo una cosa le puede salvar del inmenso rugido de los Leones: un éxito, que al menos ayer resultó imposible.
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