El papa Francisco aterrizó a las 13:00 (hora local) en el aeropuerto Queen Alia de Jordania siguiendo los pasos de Pablo VI, y ya en la primera intervención satisfizo a aquellos que esperaban una declaración sobre los conflictos que atribulan esta región.
En un discurso junto a su anfitrión, el rey Abdala II de Jordania, el pontífice pidió una resolución urgente para la guerra civil en Siria y una solución justa para el enfrentamiento entre israelíes y palestinos.
En la homilía que pronunció ante treinta mil entregados fieles en el estadio de Ammán, desarrolló un paso más su idea: “La paz ni se compra ni se vende, es cuestión de gestos”, aseveró. “Es un don” que debemos “construir mediante gestos grandes y pequeños en nuestra vida cotidiana”, agregó el papa, flanqueado por grandes fotografías de Juan XXIII y Juan Pablo II.
El papa llegó al estadio en un vehículo abierto, en un breve viaje en el que pudo sentir el calor de miles de feligreses. Compartió escenario con el monarca y la reina Rania, en el recorrido, y lamentó la triste situación en la que viven los refugiados sirios, palestinos e iraquíes, renovó el compromiso de ayuda de la Iglesia católica y agradeció el esfuerzo de Jordania, para quien reclamó más ayuda internacional.
Casi al anochecer, Bergoglio llegó a Betania, donde volvió a hacer gala de su discurso más combativo. Ante 600 personas que abarrotaban la iglesia levantada en el sitio donde la historia sitúa el bautismo de Jesús, Francisco pidió a los presentes que “busquen en su corazón una palabra para que esta pobre gente se convierta”.
Papa Francisco.
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