EFE
Las eventuales sanciones por parte de Estados Unidos contra el Gobierno de Venezuela se han convertido en un pulso entre la Casa Blanca y el Capitolio: mientras Obama es reacio a inmiscuirse en la crisis del país caribeño, muchos congresistas quieren enviar un mensaje de advertencia a Caracas.
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La subsecretaria de Estado para Latinoamérica, Roberta Jacobson, insistió una vez más en que en caso de quererlo así, el mandatario ya tiene las herramientas necesarias para imponer sanciones, por lo que no necesita que el Congreso se lo indique.
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Esta semana, la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, aprobó sin objeciones un proyecto de ley cuyo objetivo es congelar los activos y prohibir la entrada a EE. UU. de aquellos funcionarios venezolanos que hayan podido estar involucrados en violaciones de los derechos humanos durante las protestas que sacuden al país desde febrero pasado.
Pese a alguna oposición en el debate previo a la votación a viva voz, el texto legislativo consiguió la aprobación en la Cámara baja, mientras que en el otro lado del Congreso, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado ya había aprobado un proyecto similar auspiciado por el demócrata Robert Menéndez y el republicano Marco Rubio.
En el caso de que ambos proyectos de ley completen su recorrido, todavía tendrían que armonizarse en un único texto antes de ser enviados al escritorio del presidente, quien podría vetar la iniciativa y negarse a firmarla.
“Si Obama quiere bloquear el proyecto de ley, (el líder demócrata) Harry Reid solo tiene que impedir que se someta a voto en el Senado —lo que es mucho más fácil y más silencioso que vetarla—”, explicó Mark Weisbrot, analista y codirector del Centro de Investigación Política y Económica.
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