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Carlos Alberto Montaner

El chavismo se quita la careta

Nicolás Maduro no pondrá en libertad a Leopoldo López, pese a la evidente injusticia. A Maduro, incluso, le conviene que Leopoldo sea inocente. Como enseñó el padre Lenin, la clave de la obediencia es el miedo, la inseguridad. Es la ominosa certeza de que el Estado puede descargar su fuerza cuando lo decide la policía política sin que exista una previa violación de la ley. Lo importante no es la legalidad, esa despreciable minucia burguesa, sino la revolución.

Pero hay mucho más.

Nicolás Maduro afirma que la diputada María Corina Machado es una asesina que trata de matarlo. La fiscal general, la señora Luisa Ortega Díaz, al frente del sicariato que en Venezuela se conoce como poder judicial, acusó de ser cómplices a tres demócratas de la oposición: el exembajador Diego Arria, el exdirector de PDVSA, Pedro Burelli, y el abogado Ricardo Koesling. En la fantástica trama, como era predecible, también figura el “americano feo”, Kevin Whitaker, siniestro embajador de Estados Unidos en Colombia.

¿Por qué y para qué Nicolás Maduro fabrica una acusación tan ridículamente falsa?

Porque en esta situación cualquier opositor barrería al chavismo en las elecciones. Según las encuestas, los opositores demócratas tienen el 65 por ciento de apoyo y el chavismo el 35. Pero, como no van a entregar el poder, intentan desbandar a la oposición, exiliarla, como hicieron con Manuel Rosales, o encarcelarla, como hacen con los políticos que alcanzan alguna prominencia, ya sea Leopoldo López o los alcaldes Enzo Scarano y Daniel Ceballos.

La popularidad del chavismo cae en picada como consecuencia del inmenso caos económico en el que han sumido a Venezuela y necesitan desesperadamente cambiar el foco del debate. Maduro no quiere que la sociedad proteste por el desabastecimiento, la inflación, la corrupción, la oleada que no cesa de crímenes impunes (de 4,500 en 1999 a 21,692 en 2013, aumento del 382 por ciento). Quiere centrar la atención en el falso magnicidio y criminalizar cualquier manifestación de inconformidad. Es lo que Cuba recomienda y hace: repriman para sobrevivir.

En el 2013, desde que Maduro asumió las riendas, según el Instituto Nacional de Estadísticas, la cifra de hogares pobres aumentó en 416,326: un treinta por ciento más. En 1999 había en el país 6,400,000 pobres. Hoy hay 9,000,000. Y todo esto sucede en medio de la bonanza del ingreso constante de petrodólares. En los quince años de chavismo, a partir de 1999, el país ha recibido más divisas como consecuencia del precio del petróleo, que en toda su historia, desde que obtuvo la independencia de España en 1823.

¿Cómo ha sido posible esta catástrofe? Porque la burocracia y el gasto público crecieron exponencialmente. Durante el chavismo pasaron de 900,000 empleados públicos a 2,300,000 (un 156 por ciento). La nómina de PDVSA ascendió de 40,000 a 120,000, mientras la productividad —barriles por empleados— se redujo de 75 a 18, y la deuda de la empresa pasó de 6,000 a 40,000 millones.

Porque han malgastado irresponsablemente los recursos del país, a lo que se agrega la increíble corrupción propiciada por el Gobierno y la boliburguesía. Según Jorge Giordani, hasta hace poco ministro de Planificación, de un organismo, el Sitme, donde se otorgan las divisas, se esfumaron 20,000 millones de dólares. La inflación acumulada es un 933 por ciento. Cuba les cuesta más de 13,000 millones de dólares anuales, pero cuando se suman el resto de los chupópteros del Alba, más los maletines a los Kirchner, más todas las compras de influencia internacional, esa cifra acaso se duplica.

¿Para qué seguir? Los chavistas lograron la sorprendente “proeza” de quebrar a Venezuela. Ya no tiene crédito y mucho menos capitales extranjeros. ¿Quién invierte en ese manicomio colectivista sin ley ni justicia, donde el poder judicial es una rama de la policía política? Estatizaron decenas de empresas que eran rentables, hasta que las controló y arruinó el Gobierno. Intervinieron más de 600 fincas, lo que provocó la destrucción del aparato productivo. Antes de Chávez se importaba el 37 por ciento de los alimentos. En época de Maduro ya andamos por el 78 por ciento.

Venezuela hace rato que dejó de ser una república democrática. Rápidamente se convirtió en una dictablanda corrompida. Cada día que pasa se acerca más a una dictadura podrida, pura y dura, que conserva el poder a palos. Están ahora en la fase de quitarse la careta. Es triste, pero, tan grave como eso es el silencio cómplice de América Latina. Vergonzoso. El autor es periodista y escritor. Su último libro es la novela Otra vez adiós. ©FIRMAS PRESS.

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COMENTARIOS

  1. jose m. fernandez.
    Hace 10 años

    Por q’ ese malefico deseo y ainco del sr.Maduro por mandar en un mar de pobreza? Se dice de buena fuente q’ devenga un buen sueldo y prestaciones q’ llegan a ser hasta de 7 u 8 millones de dolares anuales,y esto parece ser su mayor motivacion a la dedicacion.

  2. Guillermo S. Tenorio
    Hace 10 años

    ¿El silencio cómplice de América Latina? No Sr. Montaner, usted se queda corto. Es la complicidad negligente de todo el continente, especialmente de los Estados Unidos, cuya administración del partido demócrata ha sido muy celosa con los gobiernos de derecha y, en algunos casos, justificadamente; pero, muy tolerante y cobarde con los de izquierda. Maduro y comparsas utilizan la escasez, la pobreza y la corrupción como mecanismos de control, y luego culpan al imperialismo.

  3. Hace 10 años

    de Stalin, quien monto verdaderos teatros de esta clase, con hombres de su mismo partido que mansamente aceptron sus roles de culpabilidad, y que condenados por ellos, simplemente sirvieron para imponer el terror entre los mismos Stalisnistas del poder que este senor poseia en esos tiempos aciagos de la revolucion Rusa. ParEciera que el Sr. Maduro, esta pracicando las mismas filosofias en Venenzuela.

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