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LA PRENSA/AFP

El Mundial en la iglesia

El partido entre Argentina e Irán se vivió como un verdadero via crucis en la iglesia de Caacupé de la villa 21, donde el padre Toto, amigo del papa Francisco, celebró frente al televisor junto a un grupo de fieles el pase a octavos de la Albiceleste.

El partido entre Argentina e Irán se vivió como un verdadero via crucis en la iglesia de Caacupé de la villa 21, donde el padre Toto, amigo del papa Francisco, celebró frente al televisor junto a un grupo de fieles el pase a octavos de la Albiceleste.

“No me cabe duda que el papa vio el partido y habrá puteado también, no sé si tanto como nosotros, pero es muy apasionado”, dijo a la AFP Lorenzo de Vedia, el padre Toto que desde hace 15 años está al frente de la humilde parroquia que Jorge Bergoglio apadrinó antes de ser papa, ubicada en el corazón de uno de los barrios más pobres de la capital argentina.

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Al terminar el partido y en un abrir y cerrar de ojos no queda nadie. La iglesia retoma su actividad y el cura se prepara para un bautismo. Afuera no hay festejos, ni banderas ni bocinazos.

La villa “tiene una cultura especial”, explica el padre Toto, “el Mundial es un factor de encuentro, pero la alegría no tapa las carencias”.

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A unos metros de la iglesia, el “picado” de los sábados se extiende hasta minutos antes de comenzar el partido. Nadie quiere abandonar el juego en la canchita de pasto sintético recién estrenada que es la novedad del barrio y destaca en un laberinto de casas sin terminar, calles de tierra y miradas de desconfianza.

Sale el equipo argentino al campo de juego en Belo Horizonte, y un puñado de fieles se persigna frente a un pequeño televisor montado en el comedor comunitario de la iglesia, una habitación descascarada que denota la falta de casi todo.

“Jesús nos inculca ser apasionados en la fe. Vivir con pasión es bueno y aquellas cosas que generan una pasión positiva, como el futbol, son buenas”, explicará a modo de disculpa por los varios improperios que lanza durante el partido, aunque a nadie sorprenden.

Virginia, la cocinera, se pasea entre los bancos desvencijados meneando la cabeza mientras ofrece pizza recién horneada, el almuerzo y quizás la única comida que tendrán en el día varios de los presentes.

“(Sergio) Agüero está gordo, ponélo a (Carlos) Tévez”, dice cuando el “Kun” falla un disparo imposible y surje el nombre del “Apache”, marginado de la selección por el entrenador Alejandro Sabella.

Una foto del papa Francisco sonríe desde lo alto de una puerta donde un cartel con ironía señala “subte al final del pasillo” -en alusión al metro- en este barrio habitado por unas 65.000 personas donde sólo circulan dos líneas de colectivos por la única calle asfaltada.

“El fútbol salva a muchos chicos del barrio de la droga, el cura los recluta, pero no puede solo” dice Antonio, un conductor de coches de alquiler de 57 años que hace 40 que vive en la villa, donde los taxis no entran por temor a los asaltos.

Deportes Iglesia mundial2014 archivo

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