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Cartas al Director

E Pluribus Unum

No se trata del lema que figura en el Escudo de Armas de los Estados Unidos de América, pero la expresión latina calza muy bien a la característica esencial de la especie humana, que es única y al mismo tiempo rica en diversidad; esta cualidad se refleja en las actividades que emprende el ser humano en los distintos ámbitos de su accionar: político, económico, social, cultural, religioso…

En lo político, un partido reúne a ciudadanos de distintos estratos de la sociedad que comparten determinados principios, valores, conceptos, doctrinas y fundamentos ideológicos. Representa, por lo tanto, a un sector más o menos importante, dependiendo del número de afiliados, que ofrece a los electores un programa o proyecto alternativo de Gobierno. En la base de todo partido existe unidad de criterio respecto de los grandes lineamientos que comparten sus adherentes o simpatizantes, lo que no significa necesariamente que todos actúen automáticamente de manera uniforme. Es lo que se conoce como tendencias dentro de un mismo partido, que sin renunciar a la identidad común, reflejan maneras distintas de poner en práctica determinados principios.

Pero la diversidad de tendencias dentro de un conglomerado político no debería entenderse como sinónimo de disidencia o anarquía. Es necesario el respeto de las opiniones de los otros y al interior de los partidos las decisiones se toman por mayoría, después de un intercambio de ideas o propuestas. Triunfa la línea que concita el apoyo mayoritario. El PRI de México es un buen ejemplo de ello.

En los partidos genuinamente democráticos se practica la unidad en la diversidad y las diferencias en cuanto a la aplicación de métodos o estrategias de acción se conversan en busca de un consenso. Cuando impera la intolerancia se produce el fraccionamiento y la aparición de micropartidos desgranados del partido matriz, que lo debilitan y le restan posibilidades de influir en el electorado. Esta situación favorece obviamente a los otros partidos, especialmente a aquellos de corte totalitario, que practican el monolitismo y la sumisión absoluta a los dictados indiscutibles de la cúpula directiva.

Los partidos políticos son indispensables para el funcionamiento de un régimen democrático. La cultura cívica de un pueblo se mide por el grado de participación ciudadana en las consultas electorales periódicas y por la tolerancia de toda la gama de opciones que se presentan, porque esa diversidad, inclusive dentro de un mismo partido, es reflejo de la esencia y riqueza del ser humano: único en su especie, pero plural en su manera de pensar y actuar.

Silvio Avilez Gallo

Educación, el grave problema

Siempre que se aborda un tema difícil de tratar por las autoridades, estas expresan: “Es alarmante, es preocupante”, etc. En el caso de los feminicidios, el problema no es simplemente alarmante ni preocupante, sino vergonzoso, ya que las autoridades no encuentran la fórmula capaz de detener dichos abusos, tratándose únicamente de ausencia de educación, algo de lo que ellos carecen por completo.

El Gobierno ha destinado miles de millones de dólares en programas de alfabetización, pero ni un solo centavo en educación, que es donde debería invertir más, si lo que se desea es preparar integralmente a los más necesitados de tan ansiado alimento.

Es penoso admitirlo, pero a estas alturas, las autoridades competentes no han podido establecer la diferencia entre educación e instrucción, y un individuo instruido pero mal educado será siempre un peligro doblemente preparado, tanto por la naturaleza misma, como por las autoridades que le han brindado “el pan de la enseñanza”, algo que él usará como mejor le parezca. Pero si este individuo hubiera recibido la tan cacareada “educación integral”, su comportamiento sería diferente y no pondría en peligro la seguridad de los demás, y mucho menos la de sus familiares.

Según Aristóteles, “La educación consiste en dirigir los sentimientos de placer y dolor hacia el orden ético”. También se denomina educación al resultado de este proceso, que se materializa en la serie de habilidades, conocimientos, actitudes y valores adquiridos, produciendo cambios de carácter social, intelectual, emocional, etc. en la persona que, dependiendo del grado de concienciación, será para toda su vida o por un periodo determinado, pasando a formar parte del recuerdo en el último de los casos.

Ahora bien, el problema se acentúa cuando los valores morales son echados al canasto de la basura, como ha ocurrido en nuestra Nicaragua. Nunca podremos gozar del producto de esa educación, si se desechan la moral y la ética, dos pilares fundamentales en la formación del ser humano, que, para convivir correctamente con los demás, necesita básicamente de dichos elementos. Se cree, erróneamente que un profesional egresado de la universidad es una persona bien educada, y que una persona que nunca ha estudiado es todo lo contrario, encontrándonos con la gran sorpresa de que muchas veces el analfabeto se comporta mejor que el universitario. Si en la intimidad de la familia no se recibe la enseñanza de los buenos modales, y la inculcación de valores morales, y en la educación primaria no se promueven, ninguna universidad podrá proveérselos a sus estudiantes, ya que no es de su competencia.

Pero, ¿de qué integralidad educacional podemos hablar en nuestro país si, contrario a la lógica más elemental, se promueven los antivalores, llegando hasta aplaudir a los estudiantes más maleducados y groseros en la relación alumno maestro? Mientras las autoridades no se despojen de la máscara y en las escuelas primarias se continúe mal formando a la niñez, sin implementar el verdadero amor al respeto hacia los demás, seremos siempre un país de trogloditas.

Ramón Pineda

Sin ley y sin orden

Aunque las futuras generaciones se rehusarán a creer que esto existió, es bueno documentarlo como una memoria histórica de los nicaragüenses que tanto sufrimos cuando fuimos desgobernados por un grupo de aventureros que siempre se sirvieron de la patria pero nunca le sirvieron. Durante los recientes gobiernos democráticos se pasó una ley para que ningún miembro de lo que fue la tenebrosa dirección de la seguridad del Estado pudiera ocupar cargos dentro de nuestro sistema de justicia.

Con la sociedad que hizo Arnoldo Alemán con el dictador Daniel Ortega ahora todo es al revés y sobresalen tres personajes de la institución de ingratos recuerdos:

Carlos Nájar temido por todos los presos políticos que permanecían desnudos y en reducidos cubículos de la cárcel “La Perrera”, en Matagalpa. De él se cuentan los más tristes episodios del sufrimiento humano pero actualmente es viceministro de Gobernación y el que decide quién debe continuar encarcelado aunque tenga una orden de libertad. Armando Juárez cuando fue fiscal electoral nunca le dio pena y daba la cara defendiendo los brutales fraudes electorales, por estos “servicios” es que Ortega lo nombra magistrado de la Corte Suprema de Justicia y ya hizo su primera burrada jurídica contra el empresario Milton Arcia.

Juana Méndez la veloz juez que en tiempo récord metió preso a Arnoldo Alemán por orden del dictador, realizó todo tipo de leguleyadas para ganar tiempo y que no prosperara la acusación en contra de Ortega cuando su hijastra Zoilamérica lo denunció que la violaba desde que tenía 11 años. Ortega fue absuelto y como premio la Juana recibió la soñada magistratura de la Corte Suprema de Injusticia.

Con este tipo de justicia no podemos hacer nada, solo pedir la misericordia de Dios que nos dice que estamos pasando la prueba porque cuando todo está oscuro es por estar muy cerca el amanecer y todo el que se mete a redentor termina crucificado, en este caso “decapitado” por orden de Ortega. Y así vemos a Dionisio Marenco, Carlos Guadamuz, Herty Lewites, Margine Gutiérrez, Alejandro Martínez Cuenca, Alexis Argüello, Arges Sequeira, Jorge Salazar, Enrique Bermúdez, Roberto Bendaña y sigue una lista bastante grande.

Se dice que el pueblo tiene el gobierno que se merece, pero no es justo tanto castigo y el gran libertador Simón Bolívar nos dijo: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”.

Leopoldo Villalta López

Opinión Cartas al director archivo

COMENTARIOS

  1. Néstor Gonzalez
    Hace 10 años

    Se nota a simple vista que los que escriben aqui en este espacio no tienen la minima idea de lo que significan tolerancia y democracia , a simple vista se nota que escribieron con la parte intoxicada de. Hígado

  2. es Dios quien refuerza el brazo armado del pueblo
    Hace 10 años

    Leopoldo Villalta López, te felicito. Por tu excelente pluma, tu acertado tema a denunciar, y por lo concreto y conciso de tus planteamientos. Es tanta la maldad y corrupcion del dictador y su banda de mafio$os, que solamente Dios puede perdonar tanto pecado. Por tanto; mejor para todos los nicaraguenses; pues si bien, es cierto, que es el pueblo el que bota dictadores y caudillos; es Dios quien refuerza el brazo armado del pueblo en contra de las nefastas y sangrientas dictaduras y pandillas.

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