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Cesar Úbeda Bravo

El maestro Álvarez Montalván

“El presidente de la República quiere que trabajes conmigo y que te hagas cargo de la vocería del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sé que eres un buen periodista y que harás un excelente trabajo. Quiero que empieces a trabajar mañana mismo. ¡Bienvenido a cancillería César Úbeda! ¡Ahhh… y recordá que el primer salario lo debés ocupar todo en la compra de sacos y corbatas, porque a cómo te ven te tratan!”, me dijo el doctor Emilio Álvarez Montalván una mañana de febrero de 1997 cuando me invitó a una reunión en su despacho de canciller de la República.

Ya conocía al doctor Álvarez Montalván porque cuando trabajé en LA PRENSA brindé cobertura a la fuente política. Lo entrevisté varias veces por su capacidad de análisis de la intríngulis política nicaragüense. Para los periodistas siempre fue el politólogo por excelencia por sus agudas observaciones sobre el desempeño de la política criolla. Pero cuando empecé a trabajar de cerca con él en cancillería, conocí su profunda sensibilidad social y su permanente preocupación por la educación en el país. “La única manera de salir de la pobreza es invertir en educación”, me decía cuando almorzábamos juntos y conversábamos acerca de la realidad nacional.

En cancillería nos enteramos que Álvarez Montalván, además de ser reconocido como un gran historiador, politólogo y su vasta cultura y conocimiento de política exterior, también era un excelente negociador. A él le correspondió negociar con Taiwán y logró conseguir donaciones para la construcción de la Presidencia de la República y de la cancillería, así como para otros proyectos. “Los chinos son duros pero el canciller fue más duro en las negociaciones y les dijo sus cuatro verdades”, me dijo un diplomático nicaragüense que estuvo en dichas reuniones.

Recuerdo al maestro con mucha energía cuando lo acompañé con un grupo de periodistas a instalar la primera boya en el Golfo de Fonseca. Como historiador le entusiasmaba los temas de soberanía nacional.

Cuando le propuse organizar un seminario con periodistas nacionales y corresponsales extranjeros acreditados en el país sobre la Defensa de la Soberanía Nacional me dijo: “¡Me leíste la mente! Eso es lo que vamos a hacer para que los muchachos conozcan mejor sobre estos temas. Andá hablá con Julio Saborío (director de Asuntos Jurídicos) y con Armando Luna (director de la Academia Diplomática) para que lo hagamos pronto. Este es un tema de prioridad”, me instruyó el canciller de la República.

Hay muchas anécdotas que contar sobre este gran personaje, pero por espacio y que debido a la ética profesional no se puede contar todo, me quedaré con la siguiente que muestran su sensibilidad social e interés por la cultura. Álvarez Montalván, consiguió unos fondos para becar a los conductores, secretarias y conserjes de la institución para que terminaran sus estudios primarios/secundarios, para que estudiaran un idioma de su preferencia o bien computación. Logró arrancar el proyecto y se mantuvo varios meses.

También durante su administración se organizó un coro integrado por diversos funcionarios que trabajaban en distintas áreas de cancillería, principalmente por la Dirección de Protocolo y Ceremonial del Estado para participar en actividades culturales. “Este viejito es como un padre”, me comentaban trabajadores de la cancillería. Unos lo hicieron de manera burlesca y les afirmé: ¡Cuando se vaya este viejito de cancillería ya verán cómo lo van a extrañar! Y por supuesto que lo extrañaron cuando llegó su sucesor.

Álvarez Montalván preparaba sus discursos personalmente, igual que Francisco Aguirre Sacasa. Ambos los elaboraban y al final en los eventos ni los ocupaban por sus vasta cultura, excelente nivel académico y conocimiento de la política exterior.

Antes de partir de este mundo, brindó una entrevista a LA PRENSA, donde criticó a la denominada oposición por falta de liderazgo y de carecer de presentar propuestas concretas en temas sociales, económicos y políticos. Mencionó que la oposición debe cambiar de discurso y abandonar personalismos y sectarismos.

Álvarez Montalván fue una persona con mucha sensibilidad social que hizo grandes aportes al país desde su oficio de oftalmólogo como desde el ejercicio de la política. Una gran pérdida para el país.

El autor es periodista.

Opinión Álvarez Montalván Maestro archivo

COMENTARIOS

  1. Pedro Zeledón
    Hace 10 años

    Ah, fue Canciller de Arnoldo Alemán? Una mancha en su historial.

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