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Modelo para ilustración: Ilka Bendaña, de Academia Eleganza. Maquillaje y Peinado: Delia’s Place. Fotografías: Alfredo Zúniga.

Decídete por la vida

En un pupitre de una pequeña aula de clase, Alicia se encuentra llorando. Sus lágrimas caen suavemente sobre sus mejillas, mientras a lo lejos sus compañeras de estudio, entre risas burlescas, la llaman “gordita”, “pelotita” y “cachetona”.

María Melba Calero

En un pupitre de una pequeña aula de clase, Alicia se encuentra llorando. Sus lágrimas caen suavemente sobre sus mejillas, mientras a lo lejos sus compañeras de estudio, entre risas burlescas, la llaman “gordita”, “pelotita” y “cachetona”.

“No me gustaba escuchar los comentarios que decían de mí y estos empezaron a afectarme poco a poco, hasta el punto que no me gustaba ni cómo me veía ni cómo me quedaba la ropa”, recuerda Alicia.

Al igual que ella, muchas adolescentes y jóvenes pasan por esta escena, la que las hace decidir bajar de peso para lograr una talla “aceptable” por los demás.

Tanto la bulimia como la anorexia se presentan mayormente en las mujeres que son más susceptibles a seguir los modelos de peso y belleza que ven en su entorno. Se manifiesta más durante la adolescencia, pero no únicamente en esta etapa, sobre todo si se está inmersa en el mundo del modelaje o la actuación, tales como Belinda, Anahí Puente, entre otras famosas que han compartido sus experiencias.

“Empecé por dejar de comer poco a poco. No comía grandes cantidades por acordarme de mi gordura y si lo hacía, luego me provocaba los vómitos para que mi cuerpo no tuviera tantas calorías. Llegué a pesar 90 libras, cuando mi peso ideal debía de ser 120”, comparte Alicia.

De acuerdo con la doctora Fátima Gaitán, especialista en trastornos de la conducta alimentaria, cuando existe una disminución de más del 20 por ciento del peso ideal, se posee conductas purgativas, disminución de la cantidad de las porciones en los tres tiempos de comida, se realiza mucho ejercicio y se hace uso de fármacos para disminuir de talla, estamos padeciendo de bulimia y anorexia.

Quienes padecen de bulimia son las personas que tienden a comer y luego autoinducen el vómito o utilizan tratamientos purgativos. En cambio, las anoréxicas se abstienen de no ingerir alimentos y si lo hacen son en proporciones mínimas.

Para Alicia, quien desde los 11 años padeció de estos trastornos, las conductas purgativas y el no ingerir alimentos se le volvió una adicción, a tal punto de considerar la comida como su enemiga. “Llegó un momento en que no podía controlar las ganas de vomitar aunque no comiera”, asegura.

El inicio de todo

Mucho se ha investigado acerca de estos trastornos. Sin embargo, cada caso es particular y puede tener un origen distinto, por tanto se puede decir que es multicausal, ya que existen varios factores que pueden incidir.

La psicóloga Sandra Ney, de la Clínica San Juan, afirma que dentro de las causas están los problemas relativos al orden familiar como divorcio o separación de los padres, familia disfuncional, baja autoestima, la presión social en la adolescencia, problemas de autopercepción e influencia de los patrones de belleza de otras culturas.

Estos trastornos también pueden aparecer por problemas de sobrepeso en la infancia, depresión, ansiedad, pobres recursos psicológicos ante situaciones conflictivas, personalidad endeble y la influencia de amistades.

“Estaba en una etapa sensible y los comentarios aumentaron mis inseguridades y eso fue el detonante para que cayera en las enfermedades”, afirma Alicia, quien desarrolló problemas de salud como anemia, gastritis y reflujo, lo cual le permitió a la familia de Alicia notar que algo no estaba bien con ella.

“Ellos empezaron a notar que cada vez comía menos y cuando lo confirmaron con médicos se asustaron porque nunca imaginaron que pudiera estar padeciendo eso”, asegura Alicia.

La anorexia se presenta entre los 13 y los 17 años, período en el cual se dan grandes cambios a nivel físico y emocional, aunque no significa que no se padezca o sufra en la adultez. En cambio, la bulimia tiende a presentarse después de los 18 años, pero en las últimas décadas se han visto más adolescentes con este trastorno.

Según la doctora Ney, en ambos trastornos la persona experimenta tristeza, ansiedad, aislamiento social, irritabilidad, sentimientos de culpa por ingerir alimentos, depresión y un gran terror de subir de peso.

Tratamiento multidisciplinario

Los trastornos de la alimentación deben ser tratados con un equipo constituido por un médico, un nutricionista y un psicólogo, quienes juegan un papel muy importante como red de apoyo.

Primeramente, el médico tiene que emitir un diagnóstico para comprobar que exista una alteración en la glucosa del paciente y qué tanto sus hormonas del crecimiento han sido afectadas por los trastornos.

Seguidamente, el tratamiento nutricional entra en juego y tiene como objetivo la recuperación del peso y que la persona implemente adecuadamente los hábitos alimenticios.

Con este tratamiento se espera que el paciente tenga una recuperación general de su salud, reposición de líquidos y electrolitos y que pueda tolerar la ingesta de alimentos, explica la nutricionista Karen Alemán.

Cabe destacar que no se puede iniciar dándole grandes cantidades de kilocalorías, ya que debe ser algo gradual, empezando con bajos aportes energéticos e ir poco a poco aumentando las calorías. Dichos requerimientos dependen de la edad, el sexo, la actividad física que realiza y la talla de la persona.

“A estos pacientes no se le dan alimentos pesados ni en grandes cantidades. Tienen que ingerir comidas con buenas características organolépticas que les provoquen ganas de comer”, afirma Alemán.

A lo largo de su tratamiento nutricional, Alicia aprendió a no tenerle asco a la comida, a controlar la ansiedad y la necesidad de vomitar.

Una vez que el médico y el nutricionista han realizado su intervención se debe continuar con apoyo psicológico mediante técnicas de terapia cognitiva conductual.

De acuerdo con la psicóloga Sandra Ney, si el caso es severo es recomendable la hospitalización para no poner en riesgo la vida del paciente así como el uso de psicofármacos.

Aunque el tratamiento depende de cada caso, por lo general se trata de mejorar el autoestima de la persona y se le enseña a aceptarse tal como es, a pesar de las críticas destructivas que pueda recibir a lo largo de su vida.

La familia también es un punto importante dentro de la recuperación de la persona. Quienes la conformen, deben evitar las críticas destructivas hacia el paciente, así como querer obligarlo a comer, ya que más bien genera angustia en quien lo padece.

“Durante los cinco años que padecí esos trastornos, aprendí a realizar dietas que beneficien a mi organismo, comer de todo en cantidades saludables y sobre todo a aceptarme como soy. Toda mi familia me ayudó con los tratamientos para mis enfermedades. Ellos me enseñaron a seguir una dieta saludable y a empezar a comer de nuevo. Me animaron a seguir adelante”, expresa Alicia.

Encuentra un punto medio

Por ansiedad o depresión, ciertas personas suelen ingerir alimentos sin control alguno, teniendo problemas de sobrepeso a corto plazo. A diferencia de quienes padecen de bulimia y anorexia, ellos deben realizar media hora de actividad física y reducir la ingesta de calorías.

Por lo tanto, lo más recomendable es encontrar un punto medio y practicar un estilo de vida saludable con el propósito de tener una mejor calidad de vida.

De acuerdo con la nutricionista, se debe llevar una alimentación equilibrada que contenga todos los nutrientes como son los carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y minerales.

Asimismo, evitar grandes ingestas de alimentos ricos en calorías y pobres en nutrientes, aumentar el consumo de frutas, verduras y líquidos, así como optar por alimentos a la plancha, cocidas, horneadas y al vapor.

A pesar de que Alicia aún sigue luchando por no recaer en estos trastornos, a lo largo de su vida ha aprendido que la desesperación por conseguir un cuerpo esbelto solo trae daños y que el apoyo de la familia es fundamental para salir de ellos.

“Las personas pueden decir muchas cosas pero al final el físico es solo eso. No hay que dejar que nadie nos llene la cabeza con ideas tontas y ridículas. Es una enfermedad difícil, larga y siempre se está en riesgo de recaer, pero al final vivir saludable vale mucho más”.

Nosotras alimentación trastornos archivo

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