La historia de la final de un Mundial, el partido más importante en cuatro años, es también la historia de los ritos que han sobrevivido hasta convertirse en tradiciones, de los mitos que adquirieron forma de realidad.
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Situada junto a la salida de los vestuarios, el trofeo estaba al alcance de todos los jugadores. “La Copa ni se mira ni se toca”, advirtió a los españoles el capitán Iker Casillas antes de saltar al campo. Casi tres horas después, el guardameta la levantaba al cielo de Johannesburgo antes de pasarla a sus compañeros, que esta vez sí pudieron tocarla.
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1.- La vuelta olímpica
“Cuando ganamos las Olimpiadas, en París, la gente no podía creer que un país tan chiquito, que casi no estaba en los mapas, saliera campeón”. Mario Benedetti describió mejor que nadie la sorpresa que, en 1924, generó el triunfo uruguayo por 3-0 sobre Suiza en el torneo de futbol de los VIII Juegos Olímpicos. El público parisino se puso del lado uruguayo y los celestes, para agradecérselo, dieron una vuelta completa al campo saludando a los aficionados. Una tradición que permanece.
2.- Una cuestión de pelotas
La primera final de un Mundial se jugó con dos pelotas. Al estadio Centenario de Montevideo acudieron el 30 de julio de 1930 los argentinos con una y los uruguayos con otra. El árbitro belga John Lagenus decidió que el primer tiempo se jugase con la argentina y el segundo con la uruguaya, que era un poco más grande. Cada equipo controlaba bien su balón.
Argentina se fue al descanso con ventaja en el marcador (2-1). Una renta insuficiente cuando tocó patear la pelota uruguaya. La Celeste se impuso por 4-2 y conquistó su primer título mundial.
Desde entonces y hasta 1970, el país anfitrión encargaba a una empresa local la confección del balón. En México70, sin embargo, la FIFA llegó a un acuerdo con una conocida empresa alemana y el Telstar se convirtió en el primer balón oficial mundialista. El domingo, sobre el césped del Maracaná rodará el Brazuca Río final, que lleva los nombres de las selecciones finalistas y fue diseñado especialmente para ese partido.
3.- El trofeo al cielo
Los brasileños atribuyen el rito de elevar la Copa por encima de la cabeza al defensa Hilderaldo Luiz Bellini, el capitán de la selección campeona en Suecia 1958. Según relató Bellini la idea surge cuando, una vez recogido el trofeo, una marabunta de fotógrafos se abalanzó sobre él para fotografiarle y los más lejanos le conminaron a que lo levantase.
Una estatua a la entrada de Maracaná inmortaliza el momento. Encaramado sobre un globo terráqueo, Bellini levanta la Copa Jules Rimet con la mano derecha y en la izquierda porta un balón. Bellini murió el pasado 21 de marzo de 2014.
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