La tumba del coronel Eugenio Enrique Alfaro es un cuadro de tierra sin lápida, cubierta por crisantemos. Su madre, doña Ana María Alfaro, suele visitarla. Ha pasado más de un año desde el accidente en que fallecieron diez miembros de la Fuerza Aérea del Ejército Nacional y hace meses las investigaciones están cerradas. Sin embargo, para ella, “el dolor nunca se termina”.
Ayer por la mañana doña Ana María volvió a la tumba de su hijo, en el Cementerio Periférico de Managua. Esta vez la acompañaron miembros del Ejército Nacional, que realizaban una “limpieza de tumbas de compañeros caídos en el cumplimiento del deber”. Así dieron inicio a la jornada de actividades por el aniversario 35 de la constitución de la Fuerza Aérea, explicó el coronel Denis Ruiz.
La limpieza y enflorada de tumbas se realizó en el camposanto de la ciudad de Masaya y en tres cementerios de Managua: el Periférico, el General y Sierras de Paz. Solo en la capital, están sepultados setenta militares que han perdido la vida en el cumplimiento del deber, señaló el coronel Ruiz, piloto de la Fuerza Aérea.
Respecto al accidente que el 20 de junio de 2013 cobró la vida de casi todo el Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Ruiz se limitó a decir que “el caso está cerrado”.
El año pasado, las investigaciones del Ejército concluyeron en que una fuga de combustible seguida de la explosión de un tanque provocó un incendio en el área externa del helicóptero MI- 17 que Alfaro piloteaba y así inició “una cadena de eventos súbitos y la no gobernabilidad del medio”.
La familia del coronel Alfaro prefiere no revolver más el asunto, para “no entrar en especulaciones” que no le hacen bien al corazón de doña Ana María. Ella suspira y dice: “Solo Dios sabe”. Y se queda junto a la tumba de su hijo, mirando los crisantemos.
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