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La factura del cambio climático

Tres noticias aparecidas en los diarios nacionales, un mismo día, le llevaron a pensar en el tema. En una nota se hablaba de que el fenómeno climatológico de El Niño provocaría sequía este año. En otra nota se decía que los cauces de la capital estaban, otra vez, llenos de basura pese a que en abril pasado la Alcaldía de Managua había invertido varios millones de córdobas en su limpieza y en una tercera nota se leía que los alimentos aparecían, cada lunes, más caros que las semanas anteriores.

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JOSÉ ADÁN SILVA

Tres noticias aparecidas en los diarios nacionales, un mismo día, le llevaron a pensar en el tema. En una nota se hablaba de que el fenómeno climatológico de El Niño provocaría sequía este año. En otra nota se decía que los cauces de la capital estaban, otra vez, llenos de basura pese a que en abril pasado la Alcaldía de Managua había invertido varios millones de córdobas en su limpieza y en una tercera nota se leía que los alimentos aparecían, cada lunes, más caros que las semanas anteriores.

¿Le importa realmente a la sociedad nicaragüense el cambio climático? ¿Sabrán los nicaragüense que ese tema que a muchos le parece “algo científico” ha estado cobrando poco a poco la indiferencia con que en el país lo tratamos? ¿Estarán enterados los nicaragüenses que el cambio climático nos quita cada día no solo pequeños ratos de vida, sino también el sagrado y escaso dinero que llega a casa?Las preguntas que le surgieron al investigador Steven Cuadra, tras leer las noticias nacionales lo llevaron a realizar una investigación social que le despejó las dudas: al país le importa un carajo el cambio climático y solo se acuerda de él cuando aparecen los desastres.

PAÍS INSENSIBLE

Cuadra hizo el estudio para la Universidad Paulo Freire a través de su Instituto de Ciencias de la Salud. El objetivo era explorar las percepciones y prácticas de la población urbana sobre situaciones de desastres y emergencias y su impacto en la salud humana.Para ello realizó una encuesta en 433 hogares en tres municipios de Managua (Mateare, Ciudad Sandino y Managua), entrevistando a 1,160 personas mayores de 15 años en mayo pasado.

Los resultados del estudio estuvieron listos en junio pasado: el 92 por ciento de los entrevistados reconocieron la posibilidad de sufrir un desastre natural extremo o una situación de emergencia, pero la mayoría (97 por ciento) achacó tal destino a la ocurrencia de eventos súbitos, tales como terremotos, maremotos, erupciones volcánicas e inundaciones.

Solo el 37 por ciento de los entrevistados reconoció como “desastres o situaciones de emergencia” aquellos eventos que se producen de forma progresiva y a lo largo del tiempo, tales como sequías, deforestación, contaminación de recursos naturales y deterioro del ambiente urbano, vinculados al cambio climático.

Resumido, el estudio establecía lo que Cuadra pensaba: el país solo piensa en el cambio climático cuando llegan los efectos más severos.

GOLPE A LA BOLSA

A Elaine Miranda no le sorprende el desinterés nicaragüense por el tema ambiental.

Dice que la sociedad, en su mayoría, solo piensa en el tema cuando “sienten el trancazo” de un desastre extremo o cuando el asunto empieza a afectar directamente el bolsillo familiar.

Ella es asesora financiera y a través de su blog Plata con Plática analiza constantemente la falta de cultura financiera y previsión de las familias nicaragüenses.

[doap_box title=”La ira de las enfermedades” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

La Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud advirtieron en 2013, que el cambio climático va a tener un impacto muy importante en la epidemiología de muchas enfermedades. El cambio climático afecta a la calidad del aire que respiramos y el aumento de la temperatura incrementa también el nivel de contaminantes atmosféricos, lo que incrementa la susceptibilidad a sufrir enfermedades respiratorias. Una mayor concentración de contaminantes en el aire, también aumenta el nivel de esporas, pólenes y otros alérgenos,  lo que inducirá una mayor incidencia de  enfermedades alérgicas y de asma. Otro tipo de enfermedades en las que el cambio climático producirá un aumento, además de extender su incidencia, son las  enfermedades infecciosas. Un ejemplo puede ser el caso de la malaria. Al año, casi 500 millones de personas sufren malaria con casi un millón de muertes al año. Según aumenta la temperatura, el mosquito que transmite la  malaria, el anófeles, expande su hábitat y es probable que llegue a zonas en las que todavía no está establecido y están actualmente libres de esta enfermedad. El aumento de la temperatura aumenta la sobrevivencia y persistencia de  microorganismos que causan enfermedades. Además, por este motivo, la calidad del agua empeorará en muchas regiones de la Tierra. Por ejemplo, la salmonella, el cólera o las fiebres tifoideas viven y se reproducen más rápidamente con el calor. 

[/doap_box][doap_box title=”10 fenómenos climáticos de Nicaragua entre 1982 y 2007 provocaron:” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

2,275,337 personas afectadas por desplazamiento, inundaciones, deslaves y otros daños.

4,036 personas murieron por los fenómenos climáticos, siendo la mayor parte de ellas víctimas del huracán Mitch en 1998 y Félix en 2007.

2,600 millones de córdobas anuales destina el Estado de Nicaragua para enfrentar las enfermedades respiratorias, accidentes y otros efectos provocados por el uso de leña y otros combustibles sólidos, según el Informe Salud Ambiental en Nicaragua, del Banco Mundial (2013).

5,000 incendios forestales y más de 200,000 hectáreas de bosques quemadas han sido reportadas por Defensa Civil de Nicaragua entre los años 2007 y 2014, debido a procesos de sequías y malos manejos del uso de los suelos y quemas con fines agrícolas.

20 personas han fallecido por incendios forestales desde 2007 y más 1.4 millones de hectáreas están en riesgo.

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Para ella, el tema del cambio climático solo será tema de interés de la mayoría cuando empiece a afectar bruscamente el presupuesto doméstico.

“Al final, todo incide en el dinero. Con el cambio climático, primero se percibe el efecto en el consumo y la canasta básica. Ejemplo: falta agua por lluvia y el productor de tomates recurre a comprar agua para regar el cultivo y le agrega abono para alimentar la planta. Si tiene suerte y logra cosechar, tendrá que incluir a los costos de producción la inversión en agua y fertilizantes y el tomate elevará su precio una vez puesto en el mercado. La gente dirá que el tomate está caro y comprará menos o gastará más”, analiza.

EL EJEMPLO DE LOS TOMATES

“Los efectos del cambio climático en la economía familiar la mayoría de los consumidores no lo ven, solo atinan a decir que las cosas cada vez están más caras”, dice Miranda.

Pone otro ejemplo similar al caso de los tomates: “Si un productor antes podía sobrevivir con lo que producía en una manzana de tierra, ahora con una sequía por los cambios climáticos tendría que producir manzana y media porque la eficiencia de la producción baja ante sequías o inundaciones y ese costo lo traslada al producto y el consumidor es quien lo paga”.

“Quizás son unos córdobas más de diferencia en unos tomates, por ejemplo, pero son córdobas que restan presupuesto por cada producto que uno va comprando más caro semanalmente. Si la gente tuviera la disciplina de registrar los aumentos de los productos a lo largo de un año, verían la diferencia y el impacto de manera más clara”, observa.

TRANCAZOS, INUNDACIONES Y VIRUS MORTALES

El caso más común de daños que según Miranda la población comprende como efecto del cambio climático, es cuando producto de las lluvias se inundan las casas, a como ocurrió con varias viviendas de urbanizaciones nuevas donde las corrientes de agua del año 2013 provocaron daños a los enseres e infraestructura.

Lo mismo ocurre cuando enfermedades como el dengue, o ahora el virus del Chikungunya, contagian a un familiar y provocan gastos por atención médica de emergencia y tratamiento.

“Para disminuir ese daño económico, las familias deben buscar un seguro contra desastres y contra enfermedades, los cuales tienen un costo de inversión, pero son necesarios para enfrentar el impacto económico del cambio climático. A veces hasta que ocurren los desastres,  hasta que no sentimos el trancazo, es que la gente piensa en la importancia del tema”, observa.

MORDISCOS A LA COMIDA

En el año 2012 las lluvias fueron excesivamente copiosas. Hubo inundaciones, cultivos destruidos y emergencia nacional por las lluvias.

En enero de ese año el Banco Central de Nicaragua (BCN) registró el precio de la libra de frijol rojo a 9.26 córdobas en promedio.

En julio, ya la libra estaba en 13.50 córdobas y para octubre, con las lluvias inundando los campos, la libra subió a 20 córdobas.

“La vulnerabilidad ante el clima, claramente delineado por una época lluviosa sumamente activa, incidió directamente en el comportamiento”, explicó el informe del BCN.

Este año, en algunas regiones del país, el frijol rojo ha alcanzado hasta 27 córdobas la libra y eso, para el sociólogo Cirilo Otero, presidente del Centro de Iniciativas de Políticas Ambientales, amenaza lo más sagrado de las familias nicaragüenses: la comida, o como lo llaman los organismos financieros, la seguridad alimentaria.

“La canasta básica ha subido casi 700 córdobas este año, en parte por el aumento de los precios de la comida. Ahí se ve que el cambio climático impacta directamente en las condiciones de vida de la población, sobre todo en el acceso a la comida”, dice Otero.

DE LA ROYA AL NIÑO

Para el sociólogo, la naturaleza y sus cambios de clima causados por la contaminación ambiental, ahora no ha impactado al país de la manera más obvia que lo ha hecho antes, como en 2007, cuando el huracán Félix destruyó el Caribe Norte.

“Ahorita está impactando de manera menos dramática, de momento, con los fenómenos como la sequía o las inundaciones y sus consecuencias inmediatas que son la inseguridad alimentaria, pero pronto las cosas podrían empeorar si no llueve”, advierte Otero.

El clima y sus variaciones ya han golpeado la economía de más de 30,000 familias nicaragüense en los últimos dos años, con la roya, una plaga natural de los cafetales, que destruyó miles de manzanas de café entre 2012 y 2013.

Otero recuerda que el aumento de la temperatura, lluvias fuera de época y los vientos que propagaron la plaga de una finca a otra, fueron los elementos que según las autoridades nacionales, llevaron a una crisis agrícola que dejó sin trabajo y en condiciones de inseguridad alimentaria a más de 60,000 personas que trabajaban en las fincas en las labores de corte, almacenamiento y tratamiento del café.

EL CLIMA Y LA CRISIS DE LOS FRIJOLES ROJOS

Según él, igual ocurre ahora con el tema de los frijoles rojos: una libra que el año pasado valía 15 en el sitio más caro, como un supermercado, ahora cuesta hasta 27 córdobas.

“En definitiva, el cambio climático nos está pasando la factura, y un país tan pobre como Nicaragua, quién sabe si tenga los recursos para pagar”, advierte.

“Si aquí no se cambia el comportamiento de la población y no se impulsan políticas de enfrentamiento al cambio climático, vamos a tener una crisis alimentaria seria en pocos años”, dice Otero.

¿Están entendiendo los nicaragüenses las señales del deterioro de la vida a través del cambio climático?

Para el científico ecologista Jaime Incer Barquero, muy poco se está aprendiendo del tema y mucho menos que algo se esté haciendo que pueda revertirlo.

EL APOCALIPSIS SERÁ LA SED

Basta una mirada cotidiana alrededor para darle la razón al científico: la gente sigue lanzando las bolsas de agua y botellas plásticas en las calles; los campesinos siguen quemando las tierras y derribando los bosques para sembrar y criar ganado, como ocurre en la reserva de Bosawás a vista y paciencia de las autoridades nacionales; los cauces se llenan de basura constantemente y las calles se llenan cada días más de carros mientras el Estado no establece políticas claras de prevención del fenómeno.

“Es algo que da tristeza ver como se nos destruye el país. Yo digo que los desastres naturales, las sequías y las inundaciones, no son la peor cosa que nos puede cobrar la naturaleza. Falta algo peor y que nos puede llegar pronto: la sed. Los ríos y las fuentes de agua, las grandes cuencas, podrían desaparecer junto a los bosques y ahí si no vamos a tener nada, ni comida, ni agua ni país. Nada”, sentencia Incer.

Reportajes cambio climático Factura archivo

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COMENTARIOS

  1. Alex
    Hace 10 años

    Es muy cierto que la Naturalezas no esta pasando la Facturas, por los daños que hemos hechos. No podemos seguir lamentándose por toda nuestra vida.
    Nuestros Ambientalista que tanto hablan los problemas del Canal. porque no buscar una repuesta o un Plan de Contingencia para revestir esos males que nos afectando.

  2. Byron
    Hace 10 años

    Es triste pero la humanidad esta suicidandose lentamente, porque no entendemos que el dinero no se puede comer y que solo tenemos un minusculo planeta con limitadisimos recursos donde vivir. Lamentable pero la humanidad esta en proceso de deasaparecer producto de su propia codicia e insensatez.

  3. Justo Nicaragua
    Hace 10 años

    El chamukismo debiera de fomentar la siembra masiva de arboles para incitar lluvias de tipo convectivo. Los CPCs en vez de estar de holgazanes deberían colaborar en sacar la basura de los cauces y de todo el drenaje pluvial.

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