Alguien afirmó que si Charles Darwin hubiese jugado beisbol, seguramente habría sido segunda base. Los segundas bases no nacen. Evolucionan hacia esa posición.
Por lo general, en el beisbol no se firma a camareros. Salen de los torpederos a los que les falta un poquito de brazo o su cobertura no es amplia. También de antesalistas que no terminan de desarrollar su poder, pero tienen velocidad y soltura.
En el caso de Cheslor Cuthbert, la motivación de su traslado a segunda, quizá sea la presencia de Hunter Dozier, tercera base calificado como la joya más preciada en las sucursales de los Royals.
Cheslor ha ido creciendo a buen ritmo. Pero ser trasladado a la intermedia podría ser mejor para él, mientras se le despeja el camino a Dozier, escogido en la primera ronda del draft en el 2013 y actualmente en “AA”.
Cuthbert tiene velocidad average, pero reacciona rápido, mueve bien sus pies y es flexible. Y aunque sus cifras como bateador no impacten, tampoco decepcionan. Va creciendo.
En segunda podría estar más liberado de las exigencias de poder. Ahora, de ninguna manera, pretendo decir que Cuthbert no tenga poder. Tiene. Es su mejor herramienta. Lo que pasa es que el poder es a veces lo último que se desarrolla.
Por ejemplo, la cantidad de jonrones de Jim Edmonds en sus primeras cuatro campañas en las Menores fueron 0,1, 3 y 2. Pero en el 2004 metió 42 palos a la calle en las Mayores. Ryne Sandberg tuvo promedio de seis al año en las Menores. Usted sabe lo demás.
Ya veremos cómo se da la transición, pero creo que la movida favorece al nica.
Ver en la versión impresa las páginas: 12 B