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La imbecilidad terrorista

Fernando Bárcenas

 

El  sábado 19 de julio, de noche, la ciudadanía  recibió noticias terribles. Cinco seres humanos fueron acribillados a balazos, y 19 más resultaron heridos, por armas de guerra, en completa indefensión, sin causa alguna. No fueron víctimas de un asalto, a manos de ladrones sin compasión por la vida. Fueron asesinados por simple imbecilidad de los verdugos, lo que siempre aturde a la conciencia humana.

A la par de la solidaridad con las víctimas inocentes, el ánimo se indigna contra los criminales, símiles a la guardia somocista que, como genocidas, se sitúan al margen de la especie humana. Los asesinos se han ocultado a orillas del camino, tras los arbustos, a la espera que los autobuses que regresaban de Managua, con manifestantes cansados, que venían de celebrar el 19 de julio, se acercasen a la emboscada sanguinaria, montada con alevosía al amparo de la oscuridad.

Escenas de terror, de sorpresa alucinante, de dolor, de llanto. ¿Qué puede sentir el alma ante asesinos que disparan sin razón contra seres humanos? La impotencia trágica frente a un acto de guerra prohibido por las convenciones internacionales que, en las peores carnicerías declaradas, preservan a la población civil. Cabría destacar la presencia de ánimo del conductor del bus, que balaceado salió de la emboscada y llevó a los heridos para que fueran auxiliados médicamente.

Afortunadamente, la sociedad ha reaccionado con rabia frente a este hecho sanguinario que no puede tener cabida en nuestra convivencia social. El crimen estúpido, que muestra el desprecio por la vida, no cambia un ápice, si ha tomado por objetivo a simpatizantes de Ortega. La población cautiva por la política de Ortega, son jóvenes, obreros, campesinos, gente pobre, que reclama al Gobierno, con toda justicia, una asistencia social.

Solo un grupo de imbéciles puede recurrir a la violencia y al crimen contra estas personas, que constituyen un sector cada vez más abandonado en condiciones de miseria, a causa de la sustracción de recursos, y a la alianza de los corruptos en el poder con los especuladores que intentan sobreexplotar a los trabajadores.  

El progreso del país solo es posible cuando la población cautiva por la demagogia orteguista logre adquirir conciencia de sus propios intereses, contrarios al proyecto mafioso de Ortega. Así, con cambios bruscos de conciencia ocurren los avances políticos en la historia.

Seguramente, los terroristas, autores de esta masacre, no lograrán atemorizar a la población, sino que harán que la sociedad se una en un solo puño para neutralizarlos como polo de disolución y de anarquía de la nación.

Lo deseable hubiese sido que quienes adversamos al régimen de Ortega hubiésemos convocado a la ciudadanía a manifestarse decididamente en contra del terrorismo, que ha destruido por gusto macabro la vida de personas inocentes. La cobardía y el crimen no son, y no deben ser, parte de nuestra cultura, en peligro de degradación. Sin embargo, esa manifestación de repudio no hubiese sido tolerada por un régimen que, de forma menos comprensible aún, ha instalado un terrorismo de Estado, comprometiendo en él a la misma Policía.

En los tres últimos años, hay denuncias sin respuesta por el ataque mortal orteguista en Ciudad Darío; por los ataques en La Paz Centro; en San Jacinto (contra la población que demanda agua y energía eléctrica para su comunidad); por la agresión policial a las mujeres en Nueva Guinea; por la agresión de “Los Dantos”, a quienes protestaban contra las tarjetas TUC; por el ataque criminal, en complicidad con la Policía (con robo de vehículos y artículos personales) al campamento de los ancianos que reclamaban su pensión reducida. Y por el ataque más reciente de 200 motociclistas de la brigada Dantos (bajo el amparo de la Policía) contra un pequeño grupo que protestaba frente al Consejo Supremo Electoral, por la agresión sufrida a manos de la Juventud Sandinista el año anterior.

De modo, que el país se precipita en un proceso circular anárquico que, con el tiempo, puede adquirir proporciones irreversibles de disolución de la nación.

Para frenar el terrorismo y la anarquía, no se requiere incrementar la represión, como anuncia la policía orteguista, sino desmantelar el terrorismo de Estado y el régimen fascista de Ortega.

El autor es ingeniero eléctrico.

Opinión acribillados indefensión somocista archivo

COMENTARIOS

  1. juan pueblo
    Hace 10 años

    Los martires del 19 de Julio dieron sus vidas para que los no combatientes sacaran pecho con sus Rolex.

  2. Justo Nicaragua
    Hace 10 años

    El secreto a gritos y prácticamente un consenso es que los mártires del 19 de Julio fueron necesarios para justificar la cacería de los dignos opositores de Ciudad Darío.

  3. ayitogarcia
    Hace 10 años

    Quedé claro de sus deseos y de que el acto terrorista fue realizado persiguiendo los sueños de usted.

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