Vicente Maltez
MÉDICO INTERNISTA
El corazón es el órgano que goza del mayor prestigio dentro de nuestra anatomía. Tiene razón la gente de sentirse impactada porque su salud dependa de un problema cardíaco, tomando en cuenta que son las enfermedades cardíacas primera causa de muerte en nuestro país.
En condiciones normales el pericardio contiene de 20 a 50 centímetros cúbicos (cc) de líquido pericárdico “lubricante”, que tiene la función de proteger al corazón. Diversas causas irritan o inflaman el pericardio y aparece el derrame pericárdico, entre estos virus, tumores malignos (pulmón, mama, linfomas), radiaciones, traumatismos, enfermedades del colágeno, mal funcionamiento del tiroides y asociada a infartos cardíacos.
Si el líquido se va acumulando lentamente en el espacio pericárdico, puede llegar a tener dos litros sin complicaciones, pero cantidades pequeñas de 80 a 200 cc que aparezcan bruscamente pueden ser graves.
El paciente puede no tener síntomas, pero cuando el derrame es grande se quejan de tener peso en el pecho, dificultad para tragar, tos, hipo y ronquera.
La preocupación principal es detectar a tiempo si existe alteración del trabajo del corazón por un gran derrame, que es lo que se llama “taponamiento cardíaco” y lo identificamos cuando la presión arterial se baja, se inflaman las venas del cuello y los ruidos cardíacos se escuchan apagados.
A los derrames pericárdicos hay que darles seguimiento, todo aquel que dura más de seis meses se cataloga como crónico y en estos casos se sabe que el origen de los mismos es de causa desconocida o idiopática, viral, fallo renal crónico, tumores y por hipotiroidismo.
Ver en la versión impresa las páginas: 5 B