Miguel Jerónimo D’Escoto Brockmann ha recobrado el derecho a vestir sus sotanas y a celebrar misa bajo los rituales de la Iglesia católica. Una extensa sanción de treinta años, que en 1984 le estableció Juan Pablo II “a divinis”, le fue perdonada por el buen papa Francisco, en una decisión que generó tres reacciones.
Una es la alegría de la izquierda del mundo que lo idolatra como el cura rebelde que arenga sin compasión al Imperio; dos, es la amarga sorpresa de los sectores más conservadores del catolicismo internacional que ven en la polémica amnistía un error político del Vaticano y tres, el desconcierto local que no olvida la radical postura del cura izquierdista contra los sectores no afines al sandinismo y ven con espanto cómo, hoy, D’Escoto celebra misas mientras defiende a ultranza los abusos de su líder Daniel Ortega contra un sector del pueblo que no comulga con las políticas del exguerrillero revolucionario.
¿Por qué lo castigó Juan Pablo II?
Un exfuncionario de alto nivel del cuerpo diplomático en los años ochenta, quien trabajó muy cercano a D’Escoto en los diez años de guerra que azotaron al país entre 1979 y 1990, recuerda que el sacerdote entró en contradicción con el Vaticano desde que, siendo funcionario de gobierno del FSLN, guardó silencio y avaló la persecución de la dictadura militar de Daniel Ortega y los nueve comandantes contra la Iglesia católica que lideraba monseñor Miguel Obando y Bravo.
“Cuando el aparato de seguridad empezó a hacer montajes contra los sacerdotes, expulsó a varios sacerdotes extranjeros que prestaban servicio social en el país y empezó a hostigar a monseñor Obando. Se le pidió a D’Escoto y otros sacerdotes que estaban de funcionarios de gobierno, que se apartaran del Gobierno y se plegaran a la misión de la Iglesia”.
El jueves 8 de junio de 2017 falleció Miguel D’Escoto.
“D’Escoto, quien estaba entregado como pocos al proceso revolucionario, no solo desoyó el llamado, sino que desafió abiertamente al papa Juan Pablo al promover la Iglesia Popular, como le llamaban entonces a la corriente contestataria de la Teología de la Liberación, que en toda América rechazaba la armonía con la que los delegados del Vaticano se relacionaban con la mayoría de las dictaduras de la época”, cuenta este exfuncionario diplomático, ahora alejado de servicio y de la actividad política.
“La corriente de la Teología de la Liberación, con sus grandes representantes, encontraron en D’Escoto a un reproductor del mensaje de libertad que por aquellos se emitía desde púlpitos y atrios. No sé si D’Escoto fue consciente del papel de división religiosa que asumió, pero a la Iglesia no le gustó y por todo el mundo empezó a aplicar sanciones. Con Nicaragua el papa fue especialmente duro y castigó a varios sacerdotes y tenía sus motivos, porque en 1983 el FSLN lo trató de humillar internacionalmente, en una decisión errónea que le dio la vuelta al mundo y puso al país como enemigo universal de la Iglesia católica”, dijo el exfuncionario.
D’Escoto, según EE. UU.
¿Qué ha caracterizado a D’Escoto que ha logrado granjearse el desprecio de la derecha local e internacional al mismo tiempo que la simpatía de la izquierda global? La respuesta a esta interrogante se refleja en dos reportes que la Embajada de Estados Unidos en Managua envió al Departamento de Estado de los Estados Unidos en 2007 y 2008, según las filtraciones a nivel mundial del sitio WikiLeaks.
El primer reporte, firmado por el exembajador estadounidense Paul Trivelli, se envió en agosto del 2007, cuando Nicaragua comunicó la candidatura del padre D’Escoto como presidente de la 63 Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante carta enviada por el canciller Samuel Santos a Condoleezza Rice, secretaria de Estado de los Estados Unidos.
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Desde 1979 hasta 2007, Washington caracterizó a D’Escoto por su agudeza verbal para criticar a los adversarios de su ideología y criticar con bilis las políticas del país donde él nació en 1933. “Dejando de lado su mal estado de salud y su actitud grotescamente arrogante hacia los sucesos del 11 de septiembre del 2001, D’Escoto ha demostrado en repetidas ocasiones desdén y desprecio por la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho internacional”, caracteriza Estados Unidos a D’Escoto.
“¿Quién es Miguel D’Escoto Brockmann? D’Escoto, quien se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores durante la primera administración Ortega (1979-1990), tiene actualmente un rango ministerial como asesor presidencial para Asuntos Fronterizos. Aunque el sacerdote católico (de la orden Maryknoll) nació en Los Ángeles, California, renunció a su ciudadanía estadounidense, pero fue el beneficiario de bienes confiscados a otros ciudadanos estadounidenses por el gobierno sandinista en la década de 1980”, dice el reporte con fecha del 30 de agosto de 2007.
El otro Miguel D’Escoto
“D’Escoto parece albergar odio profundo por el país de su nacimiento. Regularmente hace reclamos críticos e indignantes sobre la política exterior de EE. UU.”, reza el otro informe de Estados Unidos, con fecha de 17 de junio del 2008, en el cual se percibe que Washington no le perdona al cura su descalificación por los ataques terroristas a las Torres Gemelas en septiembre del 2001.
“Recientemente, declaraciones públicas antiestadounidenses de D’Escoto han alcanzado nuevos niveles de odio, al desestimar la gravedad de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Durante un discurso del 13 de agosto (2007) el presidente Ortega dijo que los tres mil muertos en Nueva York eran ‘insignificantes’ en comparación con los ‘actos genocidas de los Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki que causaron la muerte de 120,000 japoneses’”. Al día siguiente, durante una entrevista de televisión (en canales oficialistas), D’Escoto opinó que Ortega había sido muy moderado (muy suave) porque solo incluía el número de muertes inmediatas en Japón, no el número total de los que murieron como resultado posterior del “genocidio con bombas atómicas”, que fue, según D’Escoto, “cinco veces esa cantidad”.
Luego de ello, el cable al Departamento de Estado revela un incidente, que a criterio del exembajador Trivelli, refleja el odio personal de D’Escoto a los estadounidenses.
Discurso de línea dura
“Irónicamente, mientras Ortega y D’Escoto critican ferozmente a Estados Unidos, su gobierno presiona constantemente para que la Embajada de Estados Unidos en Managua agilice y emita visas para los asesores y altos funcionarios, muchos de los cuales tienen graves causales de inelegibilidad, incluyedo a Miguel D’Escoto. Él tiene experiencia diplomática internacional legítima como exministro de Relaciones Exteriores. Su vociferante discurso antiestadounidense le otorga credibilidad de línea dura internacional, pero como la mayoría de los altos funcionarios de la administración de Ortega, D’Escoto tiene causales de inelegibilidad graves”.
“Hace solo semanas, D’Escoto solicitó un visado para viajar a los EE. UU. para recibir tratamiento médico. Inicialmente se negó a presentarse en la Embajada para una entrevista y agredió verbalmente a empleados de ese organismo vía telefónica, usando lenguaje excesivamente vulgar y ofensivo. (Observación: Si bien D’Escoto está enumerado como potencialmente inelegible para una visa de Estados Unidos a causa de ‘actividades terroristas’ la Embajada no tiene información archivada que confirme este hallazgo. Fin de la nota)”.
Rico linaje y raíces en el Imperio
Miguel Jerónimo D’Escoto Brockmann proviene, según describe él en su biografía, de “una familia nicaragüense privilegiada con una tradición de rebelión”.
Nació en Hollywood, California, en 1933. Su padre, Miguel Jerónimo D’Escoto Muñoz, fue funcionario diplomático del gobierno de Somoza en varios países donde vendía concesiones de explotación petrolera, minera e inversiones, según destaca el periódico con sede en Miami, La Estrella de Nicaragua, del periodista e historiador Nicolás López Maltez.
D’Escoto (padre) regresó a Nicaragua con su familia en 1934. Su hijo regresó a Estados Unidos entre 1947 y 1961 para estudiar, principalmente en las escuelas vinculadas con la orden católica de los Maryknoll. A principios de 1951, durante un regreso más a Nicaragua, renunció a su ciudadanía estadounidense.
De Chile a Managua
Su bautizo de fuego con el ejercicio socio-religioso fue en Chile. Según un resumen de su currículum, promulgado por la Cancillería de Nicaragua en 1985, D’Escoto fundó en 1963 el Instituto Nacional de Acción Poblacional e Investigaciones (INAP) en Chile, “cuyo objetivo era empoderar a los grupos desfavorecidos de las callampas —barrios marginales de la periferia de Santiago y de otras ciudades— mediante la acción comunitaria en defensa de los derechos laborales”.
En 1970 asumió la dirección del Departamento de Comunicaciones Sociales de Maryknoll en su sede de Nueva York, donde fundó la Editorial Orbis, sección editorial de la congregación Maryknoll —que pronto se convirtió en una de las primeras editoriales religiosas— publica libros sobre espiritualidad, Teología y temas de actualidad, a menudo desde la perspectiva del Tercer Mundo.
Después del terremoto que asoló Managua en diciembre de 1972, D’Escoto recaudó ayuda para las víctimas y en 1973 estableció la Fundación Nicaragüense Pro Desarrollo Comunitario Integral.
Un poema para el padre
Michelle Najlis, poeta y teóloga, conoció a D’Escoto en los años ochenta. Su vehemencia en defensa del proyecto revolucionario, su carácter afable y su apego a la Teología de la Liberación despertaron en ella un cariño que le llevó a escribir un poema en 1986.
Dice que honestamente no recuerda el poema, pero sí el contexto de aquellos años en que muchos creían que hacían bien las cosas por el país, en medio de una guerra civil que financió Estados Unidos.
“Yo le tengo cariño a Miguel desde que en Costa Rica, en la clandestinidad, en 1979, le vi recibir una llamada telefónica de un funcionario de Estados Unidos pidiendo llevar el mensaje al FSLN de un plazo en medio de la guerra de insurrección. Recuerdo que él, con vehemencia, decía que no podían pedir plazos para un cese al fuego porque día a día, minuto a minuto, la Guardia de Somoza estaba matando al pueblo, no solo a los guerrilleros, sino al pueblo”, recuerda ella.
Luego, dice Najlis, admiró con cariño cómo D’Escoto encabezó un ayuno internacional por la paz en Nicaragua durante el mes de febrero de 1986, pidiendo a Estados Unidos cesar la guerra. Fue al cabo de ese evento, que desde la Plaza de la Revolución, el padre acusó al cardenal Miguel Obando y Bravo de “tener manchadas las manos de sangre” al “recibir dinero de la CIA” en medio de la guerra civil.
Najlis no critica que D’Escoto haya militado en la Teología de la Liberación “porque el contexto de aquellos años lo obligaba y a nadie se le puede obligar a pedir perdón por decisiones de conciencia en un momento de la historia”.
“Yo, ahora, viendo en retrospectiva y sin negar el cariño que le tengo a Miguel por la valentía con la que defendió al país en medio de una guerra, puedo decir que él ha cometido errores graves y ha jugado con su sacerdocio. Se puso en contra de todos y puso todo su carisma al lado no de un partido, sino de un hombre, Daniel Ortega, aun en contra de acciones tan graves como las acusaciones de violación y abuso que hizo Zoilamérica Narváez”, dice Najlis, ahora retirada del antiguo partido FSLN, que según ella, desapareció para dar paso a un partido familiar y empresario.
El caso Zoilamérica
En efecto, Zoilamérica Narváez denunció en 1998, a raíz de su revelación de supuestos abusos sexuales e incesto de parte de su padre adoptivo Daniel Ortega cuando era ella niña, que buscó apoyo en un amigo de Ortega y allegado a la familia Ortega-Murillo. La frase que según ella le regresó esa persona le generó nuevos adversarios al cura en los sectores defensores de derechos humanos y de las mujeres.
“Recuerdo que hubo alguien a quien acudí en busca de ayuda, quien me sugirió soportara la cruz de mi vida, que la debía cargar con resignación. Según esta persona, me correspondía a mí, velar por la imagen y estabilidad del estadista. Referirse al respecto significaba dañar la imagen del líder y con ello afectar gravemente a la Revolución, lo que se debía entender como la misma cosa”, narró Narváez en su extenso testimonio de 1998.
Pocos años después, en julio de 2001, ella reveló que esa persona a quien pidió apoyo fue D’Escoto. En medio de un intenso debate público al respecto, el padre dio una entrevista al programa Esta Semana, en el que minimizó la denuncia de Zoilamérica, lo que generó el reclamo público de ella.
“No porque no sean lamentables las cosas que ella dice, —comentó entre otras cosas D’Escoto— pero eso ya pasó a otro plano y en realidad eso nunca arrancó, nunca prendió en Nicaragua”, dijo en televisión.
Rompiendo un silencio público de más de dos años, Zoilamérica envió una extensa carta a D’Escoto, publicada parcialmente en medios nacionales e internacionales, en la que lo responsabilizó de formar parte de “una conspiración de silencio”.
Entre otras cosas le dijo: “Las razones por las cuales mis acusaciones ‘nunca prendieron’ tienen que ver con el velo de complicidad que usted y muchos como usted tejieron para que el pueblo de Nicaragua nunca supiera la verdad (…). Su complicidad favorece que miles de mujeres sean abusadas sexualmente todos los días y dentro de sus casas en Nicaragua y que personas como usted no solo callen, sino aplaudan para no empañar la imagen de un ídolo, de un falso profeta que usted también contribuyó a fabricar”.
Culto, políglota y hasta periodista
Miguel D’Escoto Brockmann en California cursó la enseñanza secundaria y después matriculó Ingeniería en Berkeley. Más adelante decidió ingresar en un seminario de Chicago para seguir luego con otro de Boston.
Ingresó en el seminario católico de Maryknoll (Nueva York) en 1953 y fue ordenado sacerdote en 1961.
En 1962 obtuvo un máster en Ciencias por la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia (Instituto Pulitzer).
Hizo estudios humanísticos y de Filosofía en varias universidades de Estados Unidos, donde además del inglés nativo y el español, aprendió artes y los idiomas italiano y francés.
Asegura admirar a Martin Luther King Jr. y Madre María Joseph Rogers, fundadora de las Hermanas de Maryknoll, junto con Fiodor Dostoyevsky y Mahatma Ghandi.
De todos ellos, aseguran sus conocidos, tiene pinturas en sus casas.
Quiso matarlo la CIA en 1983
Miguel D’Escoto nunca ha escatimado en elogios hacia líderes de la izquierda mundial, ni en críticas a Estados Unidos y gobiernos aliados. En 1983 denunció que agentes de la CIA en Nicaragua habían intentado asesinarle con una botella de licor envenenado, lo que provocó un grave incidente diplomático con Washington. En 1996 indicó que Daniel Ortega representaba “al mesías que Jesús eligió para llevar a Nicaragua a la tierra prometida”. De Fidel Castro dijo recientemente:
“Es a través de Fidel Castro que el Espíritu Santo nos transmite el mensaje, ese mensaje de Jesús de la necesidad de luchar por establecer el reino de Dios en esta tierra que es la alternativa al Imperio”. Hace días pidió aislar a Israel del mundo por la guerra contra Gaza; de EE. UU. dijo que “es un país totalmente poseído por el demonio” y en sus críticas locales, en 2007, insinuó que si en Nicaragua hubiera existido el delito de traición a la patria en los años ochenta, se hubiera aplicado la pena de muerte a varios miembros de LA PRENSA. Luego expresó que no deseaba que eso ocurriera en Nicaragua y daba gracias a Dios, porque en el país no está tipificado ese delito, ni se paga con la pena de muerte, como sucede en Estados Unidos, porque, a su criterio, el Diario habría cometido el delito de alta traición.