Geraldina González C.
Toda mujer sueña con tener la boda perfecta, donde ningún detalle se escape y todos puedan disfrutar del momento mágico que vive con su ser amado.
Tanto la boda civil como la eclesiástica tienen un gran significado y requieren de esfuerzo y organización para que todo salga a la perfección.
La planificadora de bodas Matilde Vargas explica que la boda civil se puede empezar a organizar dos meses antes, cuando son pequeñas, entre 25 y 30 invitados.
Por tratarse de una celebración más íntima, en donde por lo general solo participan los familiares y los amigos más cercanos, el proceso de planificación es más sencillo y el evento en sí no suele requerir tanto protocolo, por lo que puede realizarse en casa de uno de los novios o en un restaurante.
Al igual que en la boda religiosa, el primer paso es confirmar que el local escogido esté disponible para la fecha que los novios desean.
Adriana Dorn de Zúniga cuenta que para su boda civil con Juan Carlos Zúniga, sus suegros se encargaron de organizarla como se acostumbra tradicionalmente; no obstante, decidieron hacerla partícipe del proceso.
Aunque eso representaba doble trabajo, asegura haber disfrutado esa experiencia. Adriana comparte que por un tema de seguridad para sus invitados tuvieron que cambiar el lugar elegido para la boda civil, a pesar de que ya habían planificado varias cosas en ese lugar.
“Ahí sí me estresé porque básicamente perdimos dos meses y teníamos que buscar un lugar mejor o igual de bello que el que teníamos contemplado, con mucha naturaleza pero que también se pudiera apreciar el atardecer. De repente, Juan Carlos dijo: ¿Qué les parece La Casserole, en Carretera Sur? Estuvimos de acuerdo y ahí fue”, relata Adriana.
La planificadora de bodas cuenta que en una boda civil no hay mucha decoración, quizás solo los centros de mesa.
“No se tiene que estar detallando todo lo que se va a hacer durante la noche, porque es más que todo el momento en que se casan y después pasar a la cena”, explica.
Al igual que en la boda eclesiástica, la distribución de las invitaciones se debe realizar al menos un mes antes de la boda, recomienda la planificadora, para darle tiempo a los invitados de confirmar su presencia. De igual manera, indicarles dónde estará ubicada la mesa de regalos.