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Todas las parejas necesitan su propio espacio, el cual no debe ser violentado. LAPRENSA/THINKSTOVKPHOTO

¿Confianza?

¿Has notado que algunas parejas que están juntas por mucho tiempo terminan imitándose? Casi sin darse cuenta, comienzan a usar las mismas expresiones y a coincidir en opiniones y puntos de vista.

¿Has notado que algunas parejas que están juntas por mucho tiempo terminan imitándose? Casi sin darse cuenta, comienzan a usar las mismas expresiones y a coincidir en opiniones y puntos de vista.

Algunas parejas hasta comparten contraseñas y perfiles en las redes sociales, pero ¿cuán sano es?

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Si tu pareja tiene la confianza que dice tenerte, ¿para qué necesita monitorear tus correos?

¿Cuál es el límite? De niños, nos enseñaron a respetar la privacidad del resto de la familia y a nunca abrir correspondencia que no lleve nuestro nombre.

¿Por qué debería ser diferente cuando la correspondencia es electrónica? Más allá del estilo de privacidad de cada uno, el espacio personal es necesario para que un individuo pueda desarrollarse y crecer.

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Según un estudio del centro de investigación Pew, el 59 por ciento de las parejas que están juntas hasta hace menos de cinco años comparte las contraseñas; mientras que en las relaciones de más de 10 años, el porcentaje aumenta al 72 por ciento.

Hay que recordar que en las relaciones más largas, también influye la variable de la edad, según publica Virginia Gaglianone en el diario La Opinión.

¿HAY QUE COMPARTIR?

Kelly Campbell, profesora de California State Universtiy San Bernardino y experta en relaciones interpersonales, opina que no. Por el contrario, la experta cree que la independencia en una pareja es algo sano y positivo.

“Las parejas más felices son las que mantienen un cierto grado de privacidad”, asegura la académica.

Suzanne B. Phillips, psicóloga y profesora en la Universidad de Long Island, explica que debe existir un balance entre intimidad y privacidad. El compartir contraseñas debe ser opcional de cada uno y no un requerimiento tácito de la pareja.

“Cuando no hay privacidad, no hay lugar para la imaginación. Raramente tenemos fantasías sobre alguien que está encima nuestro todo el tiempo”, afirma Phillips. “Cuando nos permitimos tener sueños privados, estos pueden convertirse en posibilidades compartidas”, dice.

Existen muchos argumentos a favor como en contra para justificar el hecho de compartir contraseñas. Nada que ocultar, es la explicación favorita de quienes comparten su información, pero también la de quienes no lo hacen.

Ver en la versión impresa las páginas: 5 B

Familia parejas relaciones interpersonales archivo

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