Luis Eduardo Martínez M.
Agentes policiales y tropas militares siguen en persecución de los armados que en la madrugada del 31 de agosto atacaron a balazos la unidad policial en el poblado de San Pedro del Norte, Paiwas, Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS), donde murió el soldado del Ejército, identificado como Juan Cristóbal Hernández.
El jefe departamental de la Policía en Matagalpa, comisionado mayor Ramón Calderón y el coronel Alcides Garmendia, jefe del Sexto Comando Militar Regional del Ejército, estarían al frente del operativo en Paiwas y en Matagalpa sus subalternos justificaron estar desautorizados para brindar información.
Orlando Polanco Bermúdez estaba junto a otros jóvenes en la cancha de San Pedro del Norte.
Él considera “normal” las balaceras en el poblado, por lo que sugiere que “fuera bueno que pongan más seguridad para que no vuelvan a haber más desgracias”.
[/doap_box]
Sin embargo, una fuente militar insistió en que el grupo que atacó San Pedro del Norte presuntamente estaría relacionado con un caso de abigeato ocurrido antes en la comarca Casquita, con dirección a Río Blanco y desestimó que los armados tengan motivaciones políticas.
PERSECUCIÓN
Indicó que presuntamente dos de los armados habrían muerto y otros tres habrían sido heridos tras la refriega contra los militares y policías, por lo que una patrulla combinada de ambas instituciones anda “viendo adónde los ubican”.
Según la fuente, el grupo de aproximadamente 12 personas andaba con escopetas y “unos cuatro” fusiles AK y a raíz del caso de abigeato “un jodido tuvo un problema con la Policía y dijo que se los iba a echar ( ) pretendieron hacer algo en contra de la Policía, pero no se percataron de que estaba el Ejército y se los llevó el diablo”.
Al momento del ataque, a las 00:00 horas del domingo, en la casa que sirve de unidad policial en San Pedro del Norte, estaban al menos 12 policías, incluyendo a miembros del Grupo de Intervención Rápida (GIR), al mando del capitán Roberto López; así como 6 militares al mando de un mayor identificado solo por el apellido Picay.
Carlos Canizales Mendoza, vecino de la estación policial en San Pedro del Norte, refirió a LA PRENSA que despertó por la balacera, de la cual “pensé que era algún cumpleaños y que la gente jodida no dejaba descansar”, sin embargo, con la luz del día supo que fue “un ataque sorpresivo” porque “querían tomarse la Policía”.
Frente a la unidad policial estaba aparcado un microbús que resultó con daños en el vidrio trasero y en la carrocería a consecuencia de perforaciones de balas. En las casas vecinas, algunas balas atravesaron las paredes de bloques y puertas de madera, causando daños.
Ver en la versión impresa las páginas: 1 A ,9 A