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Alfonso Dávila Barboza

Masaya, civismo y canto

Son variadas las páginas que conforman el historial de la vida y desarrollo cultural de Masaya, que el pasado 2 de septiembre festejó con mucho regocijo y alegría el 165 aniversario de haber sido elevada a la categoría de ciudad y conservando su nombre de nacimiento de Masaya que sustituye a lo que en un tiempo se identificaba como “Villa San Fernando”.

Estudiosos de lenguas anticoloniales han dado a conocer aspectos originarios de Masaya; unos, traducen su nombre como “Tierra de Venados”. Además, se agrega el calificativo de “Tierra de Fuego”. En verdad, nuestra querida ciudad tiene en archivo valiosa documentación que tuvo el celo y cuido de su originalidad y conservación de parte del historiador Mariano Vega Bolaños y por su lado, lo propio de su cultura que comprende el baile, el canto y la vestimenta seleccionada para las representaciones en las danzas y en los bailes dedicados con emoción y entusiasmo al Santo Patrono de la ciudad, doctor San Jerónimo. Escritores como López de Fray Neda, Raúl Sánchez, Ernesto Mejía y Alejandro Dávila Bolaños analizaron profundos estudios con base en textos mexicanos los nexos que conservaron en su vida tradicional los aztecas y los nicaragüenses.

Puedo asegurar y me enfilo en la cultura nacional que León, Managua, Masaya, Estelí y Granada guardan como un tesoro documentación de antigua data con los relatos de las guerras fratricidas, las intrigas políticas y proyectos que no lograron su desarrollo para beneficio del país.

Debemos incluir en este aniversario que ha celebrado Masaya los levantamientos armados contra las autoridades españolas por la valentía de los habitantes de Monimbó, quienes también con otro grupo de alzados con arma blanca y algunos fusiles derrotaron en 1855 y 1856 a los filibusteros de William Walker —bien armados y con estudiosos estratégicos de guerra— y jefeados por un brillante soldado europeo, el coronel Von Nazimer. Esta derrota de los filibusteros no debe olvidarse ni mucho menos las derrotas que los heroicos ciudadanos de Monimbó le propinaron en los años 1978-1979 a las tropas de la Guardia Nacional de Somoza Debayle. Y Monimbó sigue en sus labores cotidianas: trabajo, festividades y exacto cumplimiento de ritos de antaño.

Obra en mi poder la revista que publicó el Ateneo de Masaya, que da cuenta de los sentidos festejos cuando Masaya cumplió su primer centenario (1979) que fueron bien organizados por dicho Ateneo con el exitoso final del concurso de juegos florales.

Vivamos el orgullo de tener como riqueza el inolvidable recuerdo de ensayos y artículos que muchos extranjeros dedicaron a Masaya y su bautizo de la Duquesa de Wilson de llamar a nuestra bella tierra “Ciudad de las Flores”. Nuestro genial Rubén Darío realizó varias visitas a Masaya y Masaya le colmó de homenajes, como es conocido.

Finalmente, recomiendo para los colegios, en los actos culturales programados, recordar a Darío con el canto que le dedicó don Venancio Calvo; y desde luego ya así sea que un alumno destacado declame los bellos versos de Rubén que le dedicó en 1907 a Masaya, con un final de muchos aplausos. En este momento van los míos, pues Rubén le pide a Dios… “que la vea antes que muera/ que esté siempre en primavera/ y que la bendiga Dios” El autor en miembro del Instituto de Estudios del Modernismo de Valencia, España.

Opinión civismo Masaya archivo
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