Vicente Maltez
MÉDICO INTERNISTA
Si la corriente eléctrica pasa a través del corazón o el cerebro detienen el funcionamiento del corazón y la respiración. A nivel del corazón surge una peligrosa y mortal arritmia cardiaca, que es la fibrilación ventricular (FV).
En miembros una descarga eléctrica produce muerte de músculos con contracciones musculares graves, que pueden llegar a fracturar huesos, se inflaman los nervios produciendo una neuropatía.
Los efectos tardíos del trauma eléctrico: daño a la médula espinal que explicará por qué el paciente no camina, trastornos de la sensibilidad o movimiento por daño en nervios periféricos. Secuelas óseas, renales y digestivas.
En la mayoría de nuestros hogares hay 110 voltios, potencia capaz de dañar el corazón, pero con menos de 220 voltios ya se produce FV. Altos voltajes mayores de 1,000 Hz paralizan de inmediato la respiración.
Una descarga produce pérdida del conocimiento y al recuperarse fuertes dolores musculares, fatiga, dolor de cabeza e irritabilidad nerviosa.
De acuerdo con el trauma eléctrico encontraremos en el examen físico: FV, dificultades para respirar. El paciente puede estar inconsciente, frío, sin pulso ni presión arterial, coloración “morada” de la piel o cianosis por la falta de oxígeno.
En casos como estos debemos actuar con urgencia: liberar al afectado de la corriente eléctrica apagando el aparato eléctrico, cortando el cable con una hacha que tenga mango de madera.
Todos estos pacientes deberán ser hospitalizados porque deberemos estar seguros que no están afectados de shock, arritmias e infartos cardíacos, hemorragias y derrames cerebrales.
Muchas veces estas lesiones están ocultas y se manifestarán horas después, por lo que será obligado siempre tomarle un electrocardiograma, realizarles pruebas sanguíneas de daño cardíaco y vigilar al afectado, de preferencia en una unidad de Cuidados Intensivos. La prudencia se impone en nuestras casas con la corriente eléctrica.
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