En un microbús, con pocos recursos, decididas tras muchos obstáculos viajamos de Managua a Siuna para atender el llamado de las mujeres mayangnas.
Si la Unesco, protectora de las biosferas, escogió al ser humano como centro ¿qué pasa en Bosawas que no mandan remedio?
¿Y qué es la humanidad? Mataron a mi niño y lo encontré enterrado. ¿De quién somos reserva si nadie nos protege? Ni respetan nuestras vidas los Estados.
Esas son palabras de las mujeres mayangnas de Bosawas, que además nos pidieron: ¡Pasen días con nosotros acompáñennos!
Las leyes no se cumplen, el río Uly se seca al sonido criminal de los cachos de vacas, la madera y el ganado.
Hemos visto disfrazada de alcaldes la codicia, ampararse en altos cargos y fusiles confusos que no paran el crimen de los invasores que acechan por las noches y queman las tierras para sacar la madera. Nuestros bosques se acaban con las manos amarradas de un batallón de valientes que en eslogan intentan protegerlo.
Veinte mil depredadores destruyen el bosque y arrebatan la herencia ancestral de las casas de los indígenas, les invaden las huertas, secan y ensucian los ríos, a muchas familias las matan y, con la excusa de todo por el partido, esconden la iniquidad de las autoridades.
¿De dónde vienen los colonos? ¿Cuánto les han pagado? ¿Por qué tantas cédulas falsas en un solo hacendado? ¿Quién trasladará a los invasores, arreará las vacas, protegerá los tigrillos y los dantos?
Tin marin dice el Marena, a vos te toca contesta el Inafor. Con los permisos ilegales de las albas trafican la vida y entre falsos líderes costeños, ineptos, corruptos y cobardes, miles de hectáreas más desaparecen. Si se acaba Bosawas habrá desgracias.
Hablo de la Nicaragua de hoy, 2014, donde el lenguaje suave está de moda. Aunque no pueden ocultar familias desintegradas, migrantes que buscan la libertad y la justicia tomada.
Por tener algunos millones unos pocos cuellos blancos ponen la patria en peligro, disimulan por parlantes ambientales que ocultan la ciencia por su paga.
¿Quién defenderá entonces la dignidad humana, el agua y las montañas?
Manda, Dios del cielo, innovación que inspire a la velocidad del internet para frenar prebendas e impunidad que hoy acaban con millones de vidas. Si salen a diario los abusos, iguales las soluciones. Hay que obligar a los gobiernos a cumplir los tratados internacionales.
¿Qué ha pasado que estamos en un limbo? Se necesita un fuerte tribunal que pueda juzgar y detener la impunidad oficial con que los Estados destruyen millones de vidas.
Deben ir más gremios a apoyar y defender a los mayangnas. Una parte del bosque que se guarda es tu oxígeno y el mío que se acaba. Si acaban Bosawas será el sufrir de las pestes en los nietos y entre los huracanes y deslaves la tragedia no hará privilegios.
Los acuerdos de Kioto interpelan. Que la ONU y la OEA sean para la gente, no podemos confiar en los gobiernos. Cada reelección es más abuso y cada diputación más acomodo.
Que bajen los mayangnas de la montaña, al son de sus tambores y los ancianos cuya cosmovisión es la más sabia y su cultura de paz es la que nos falta. Busquemos al Diriangén en la conciencia, a Darío en nuestros corazones, que los poetas y cantores ya han clamado que la ilegalidad es un pecado.
No están solos mayangnas, hemos vuelto para contar lo que vimos y las quejas, su clamor por la seguridad de sus familias y las nuestras. También los mestizos sufrimos los abusos ilegales de unos cuantos. El mismo grito por la verdad nos une a las hermanas de la selva y de la Reserva. El ser humano debe estar al centro, no el dinero. Ayer fueron los reyes, hoy los presidentes. La tierra está hoy más desnuda y la injusticia es más inclemente. La autora es miembro de SOS Bosawas.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
