Son casi veinte años los que Trinidad Flores, una mujer emprendedora nata, aprendió el arte y oficio de elaborar artesanías de tuza, (cáscara de la mazorca de maíz), las que han sido del gusto de nicaragüenses y hasta turistas europeos y norteamericanos, quienes ocasionalmente hacen pedidos directos.
En un inicio Trinidad comenta que ella elaboraba pastes de tuza para lavar trastes y los comercializaba en Nindirí y Masaya. Es en 1995 cuando un grupo de misioneras holandesas, que al conocer el trabajo de ella, le enseñaron a realizar una flor de cinco pétalos.
“Para mí eso solo fue el inicio. Ellas muy amablemente me dieron la idea y me enseñaron a pintar e insertar los colores en ese material (tuza)”, explica Trinidad.
Ahora ella ofrece a los turistas una variedad de productos tan amplia como “la cola de un pavo real”, comenta sonriente.
Gallinas con su canasta y huevos, gallos, ángeles, la colección entera de nacimientos, niños cabezones, canastas para decorar la pared, centros de mesa, floripones, girasoles, ramilletes, recuerdos para bodas, quinceaños, baby shower, bautizos y tarjetas con forros de tuza, son parte de todos los inventos que Trinidad ha ideado y que la ubican, según los lugareños, entre las pioneras de las artesanas que laboran la tuza.
El ideal
El sueño de esta emprendedora no es más que tener un taller mejor acondicionado, con una sala de exhibición donde los nacionales y turistas extranjeros puedan conocer de forma tangible todas las ideas materializadas con tuza.
Doña Trinidad forma parte de un colectivo de mujeres Luisa Amanda Gaitán, donde seis personas procesan artesanía con esta materia prima y se han convertido en una pequeña empresa sostenible, que genera ingresos para sus respectivas familias.
Las múltiples artesanías de tuza que Trinidad elabora las ofrece en Chinandega, León, Masaya y cualquier otra feria municipal donde la invitan a participar.
Los precios pueden oscilar desde 75 córdobas hasta 800 córdobas, en dependencia del tamaño y la cantidad de materia prima que deba utilizar para su elaboración.
“Cada muñeco, por decirlo así, es único. Porque aunque soliciten varios modelos de uno mismo, cada pieza es hecha de forma particular. Nos esforzamos por entregar calidad más que cantidad”, reconoce Trinidad.
En todo este proceso, comenta, ha aprendido a establecer precios gracias al apoyo de instituciones no gubernamentales que les han asesorado en temas de administración del tiempo y recursos.
TUZA DE CALIDAD
A inicios de cada año Trinidad busca la tuza, la que compra por saco. Asegura que compra calidad, que las hojas sean grandes y estén lo más blancas y limpias posibles.
Una vez comprada la materia prima, procede al secado y limpieza de la misma, para luego con anelina natural realizar las coloraciones que dan vida a sus ingeniosas creaciones.
“Yo no me voy a quedar solo con una cosa, hago de todo tipo de inventos que venga a mi mente. Constantemente vivo ideando qué novedades hacer”, explica.
Por cada pieza puede tardarse hasta mediodía para su elaboración, y cuando necesitan atender pedidos grandes el trabajo se lo dividen entre las compañeras del colectivo, para no quedar mal con ningún cliente.
Otros productos
La propuesta de artesanías de tuzas, también ofrece tarjetas con forraje de ese material, donde Trinidad plasma todo tipo de imágenes, colores y texturas.
Los precios de estas pueden variar desde cuarenta hasta ochenta córdobas, dependiendo del tamaño y la cantidad de diseños que realizan.
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