Cuando el amor trasciende a sí mismo se es capaz de dar, incluso a quien no conoces de su origen siquiera, es ahí el momento donde te das cuenta que deseas tener un hijo adoptivo.
Desear un hijo es una necesidad imperiosa para muchas parejas, que después de enterarse que no podrán ser padres toman la decisión de la adopción.
Este es un compromiso que asumen una vez que pasan el duelo y la frustración de no poder tener hijos, y llegan al acuerdo que quieren dar amor a un niño que no es propio.
Que tal vez no conozcan a los padres biológicos y se comprometen a tratarlo tal cual fuera un hijo natural.
Aquí el significado es muy grande, pues se sentirán realizados como padres formando una familia, donde los hijos son parte de ella.
La adopción es una decisión que debe ser tomada muy en serio, deberán aceptarlo si hay alguna enfermedad congénita, que por los genes el niño no se parecerá a ninguno de la pareja, que les lloverán preguntas, ante esto y más deben estar preparados cómo responder.
Además que emocionalmente deben estar comprometidos, pues se harán cargo no de un capricho sino de una persona que también los cuestionará cuando crezca.
Es importante que sepa que debe prepararlo para la sociedad, que muchas veces lo señalará como “el adoptado”; el consejo es que el niño conozca de su verdad, así lo vivirá a gusto, y podrá responder con libertad sin tener que ocultar nada.
Igualmente los padres adoptivos deben asumir tal compromiso con hidalguía y con el amor puesto en su grande y tierna decisión de tomar en adopción a una criatura, para proveerle de sus necesidades afectivas, físicas, emocionales y espirituales.
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