Nunca antes una embarcación o dos navegaron en esta ruta tan larga y extraña en el lago, porque ni Obrajuelo es un puerto, mucho menos el fangoso y lejano El Tule. Pero lo hicimos, y no por curiosidad sino por rigor científico como parte de una investigación periodística de Esta Semana que saldrá al aire este domingo 12 de octubre.
Los días 27 y 28 de septiembre un equipo de periodistas de Esta Semana integrado por Wilfredo Miranda, Carlos Herrera y Ricardo Salgado, el doctor Juan Sebastián Chamorro y quien escribe, a bordo de dos pequeñas embarcaciones, La Bachi y Calypso, realizamos toda la travesía de los 105 kilómetros en el Cocibolca sobre la ruta que la empresa china HKND ha anunciado que seguirá el Canal.
Para ser lo más exacto posible, se traslapó dicha ruta sobre un mapa satelital y se tomaron las coordenadas de Obrajuelo y El Tule, con cuatro puntos intermedios donde la ruta pasa para poderla seguir lo más fielmente posible, auxiliados con el GPS, registrando en todo el trayecto la profundidad del lago con ecosondas, en lo que sería el primer estudio de batimetría (medición de la profundidad) que se realiza en la anunciada ruta canalera.
El objetivo fundamental era constatar las profundidades del lago en dicha ruta, en primer lugar para tener una idea del trabajo titánico que representaría el dragado y dinamitado de su lecho en la parte rocosa y qué segmento de los 105 kilómetros, tiene la profundidad requerida (27 metros) para que no se tenga dragar partiendo el Cocibolca con una zanja subacuática de 500 metros de ancho, una distancia mayor que la totalidad del Canal de Panamá (78 kilómetros), con las gravísimas consecuencias ambientales para la calidad de sus aguas, anticipadas por connotados científicos ambientalistas como el doctor Jaime Incer.
Se comprobó que la profundidad promedio en el tramo Obrajuelo-Sur de Ometepe es de 12.8 metros durante la mayor parte del trayecto. En la salida de Obrajuelo era mucho menor, unos 5 metros. Ya cerca de Ometepe la profundidad baja a 15.2 y a 16.76 metros, hasta alcanzar la fosa de San Ramón, en que la profundidad marcó hasta 38.1 metros, pero en un tramo muy corto, quizás equivalente al 10 por ciento de toda la ruta propuesta del canal.
Esto se debe a que la ruta corta transversalmente la fosa y no se monta sobre ella longitudinalmente, aprovechando así su mayor profundidad. La fosa se proyecta en dirección a isla La Zanata y la ruta, tal como fue anunciada, la corta a lo ancho.
Esto evidencia que la ruta fue trazada en forma empírica, sin un estudio de profundidad (o batimetría) que permita aprovechar al máximo las profundidades del lago, quizás porque los chinos han estado más ocupados midiendo y mojoneando los terrenos que les van a “comprar” a los pobres campesinos.
Sin conocer El Tule, a lo lejos se puede adivinar donde es, porque el único otro sitio que tiene estas llanuras en la costa este del lago, sin una atalaya de montañas atrás, es cerca de San Carlos, donde nace el río San Juan. Pero es también de las zonas más secas del lago. A 14 kilómetros de la costa, el punto donde la ruta quiebra hacia El Tule, a 6 km de Solentiname, apenas medía 5.6 metros y al aproximarse un poco más, el sonar marcaba apenas 90 cm y 70 cm, a una distancia de 2 a 3 kilómetros de la costa.
Al comprobar las profundidades a lo largo de toda la ruta anunciada, y conociendo que para el tránsito de los megabuques se requieren al menos 27 metros de profundidad por 500 metros de ancho, podemos concluir que solamente un 10 por ciento de la ruta propuesta, al sureste de Ometepe, no requería de un colosal dragado.
Dios quiera que no solo hayamos sido los primeros en navegar por esa ruta, sino los últimos, porque si algún día mis nietos ven pasar por allí un mega-contenedor, o un inmenso buque petrolero, pueden estar seguros que nuestro bello Lago Cocibolca o “La Mar Dulce” como le llamó Gil González Dávila, ya estará “post mórtem”, listo para ser rebautizado “La Mar Muerta”.
El autor es diputado de la Bancada PLI y Presidente de la Comisión de Turismo.