El pasado 3 de octubre en estas mismas páginas dos artículos llamaron mi atención: Ortega para veinte años , escrito por mi amigo Iván de Jesús Pereira y el editorial de LA PRENSA que traía como título: Gran Canal con grandes interrogantes. La elocuencia de la pluma de Iván de Jesús cuando narra la bajada del bus de los miembros del PLI y el llamado de atención del editorial haciendo aterrizar a muchos ilusos que se andan creyendo el cuento del Canal, me hicieron reflexionar sobre donde estamos, de dónde venimos y para donde vamos.
La anécdota del aniversario del PLI en León, me confirma lo que siempre he dicho. A Somoza no se le podía bajar con votos, pues la corrupción de los que contaban los votos y los sempiternos zancudos lo hacían imposible. Por lo que la decisión en los años sesenta de aquellos muchachos fue acertada, solo una revolución podía dar al traste con la dictadura, como efectivamente sucedió tres décadas después. Pero a mi juicio, los ancianos del PLI y otros notables que siempre se opusieron cívicamente al dictador, hicieron su papel al evidenciar que la lucha cívica no era la repuesta a la demanda de cambio que el pueblo reclamaba.
Hoy tenemos una situación parecida, la rueda de la historia nos ha puesto en el mismo sitio en que nos encontrábamos en el siglo pasado. El totalitarismo, el control total del Gobierno por parte del ejecutivo y el zancudismo de los “líderes políticos” que le hacen el juego, hacen imposible una posibilidad de cambio por la vía del voto, así de sencillo. Sin medias tintas, enfrentar al partido de gobierno con todo su aparato incluyendo sus magistrados corruptos, es hacer el ridículo. O como dice el presidente constitucional don Fabio Gadea, es una locura, hacerles el juego para conseguir unas cuantas diputaciones para los amigos de los líderes de la oposición.
Ante esta situación viene a mi memoria aquella frase de Dios confunde a quienes quiere perder y la ambición de quienes nos gobiernan actualmente los está haciendo cometer los mismos errores de otros dictadores. Por lo que el fraude del Gran Canal bien podría convertirse en la tumba política de los guerrilleros de ayer. Recordemos que entre los derechos fundamentales del ser humano, sobresalen el derecho a la vida y el derecho a la propiedad y Nicaragua no es, no ha sido y no será jamás la excepción a esta regla. Por el contrario al nicaragüense podes robarle su voto y aparentemente no pasa nada a como ha sucedido en el pasado, pero no trates de robarle su patrimonio porque muere en defensa de él.
En otras palabras, todos los análisis a la viabilidad del Gran Canal nos dicen que es inviable. Ya sea por su costo, por los daños ambientales o por lo que es peor, podría dejar sin agua potable a una vasta zona de nuestro territorio. Pero don Wang Jing, don Telémaco y su comandante siguen tan campantes como el Johnny Walker, esto hasta que el primer nicaragüense mate o muera en defensa de su tierra. Ese día será el primer día del fin de esta dictadura, solo espero que esta vez avancemos hacia adelante y no en círculos.
El autor fue comandante de la Resistencia Nicaragüense y actualmente disidente del PLI.
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