14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Aparte de los veinte niños que asisten al rincón de cuentos, Lubi visita otras tres comunidades para promover la lectura en las escuelas. Todas a una distancia de entre dos y tres kilómetros.

Se hace camino al leer

Los pequeños escuchan atentos y calladitos. Algunos hasta tienen la boca abierta. Todos están con los ojos bien despiertos

Los pequeños escuchan atentos y calladitos. Algunos hasta tienen la boca abierta. Todos están con los ojos bien despiertos y una voz aguda, un poco chillona recita: —“Un día al lobo le dio antojo de estofado de pollo”.

Su mano delgada pasa la página de un grueso libro, ahora con voz más ronca prosigue: —“Pasó un día en el bosque buscando un pollo apetitoso y finalmente vio una gallina”. Voltea hacia los pequeños. Es una muchacha de ojos pizpiretos, que sigue leyendo: —“Ahhhh, es justo lo que necesito”.

La página pasa lenta otra vez. —“El lobo acechó a su presa hasta que la tuvo cerca, pero cuando ya la iba a agarraaaar”, dice Lubi Martínez, de 25 años, en una larga palabra que promueve el misterio. Rápido pregunta luego:

—“¿Qué creen que pasó?”.

Los niños contestan:

—¡Corrió!

—¡La agarró!

—¡Saltó!

—“No, no”, dice Lubi, ¡“Se le ocurrió otra idea!”, mientras se prepara para seguir la lectura del cuento: “El estofado del lobo”, a unos cinco niños que aún se sientan a la mesa, en el rincón de cuentos que ella maneja, en la comunidad El Arenal, Masatepe, municipio de Masaya.

EL CANSADO TRAYECTO

Cuando Lubi tenía 9 años el rincón de cuentos de esta comunidad apenas nacía. De la mano de Ericka, caminaba tres kilómetros de ida y tres de regreso desde su casa ubicada en Cruces de Mayo, una comunidad del municipio de La Concepción, hasta El Arenal, Masatepe, para escuchar cuentos.

Desde entonces, no faltaba un solo día, tanto así que 16 años después, cuando Ericka tuvo que dejar de leer cuentos en voz alta, Lubi tomó su lugar.

Hace dos años ella es “facilitadora”, como le llaman quienes manejan este proyecto, parte de la iniciativa Libros para niños.

Lubi es la menor de tres hermanas, pero la única que se ha interesado por los libros.

Ese amor se traduce en esfuerzos bajo el sol, a través de veredas y con grandes pesos en su hombro, cuando le toca cargar un “bibliobolso”, que contiene unos treinta libros aproximadamente.

A inicios de este año (2014) se derrumbó una peña enorme entre el camino que atraviesa “de cruzada” hasta El Arenal.

“Quedamos incomunicados”, recuerda Lubi, quien en ese momento tuvo que escalar la tierra que quedó en el centro del camino, llenó sus pantalones y zapatos de tierra floja y llegó polvosa, pero sonriente, hasta su destino.

“Teníamos que pasar como arañas”, dice entre risas ahora, porque ese tipo de inconvenientes son comunes en el trayecto que debe recorrer. Aunque cuando llueve la historia cambia. “Amo la lluvia, me fascina, me encanta”.

EL ARTE DE LEER

Leer con veinte niños como audiencia es todo un arte, asegura Lubi, quien ha evolucionado en la lectura en voz alta.

Para hacerlo debe gesticular en distintos tonos, hacer gestos graciosos. Internarse en las historias, sugerir palabras con la mirada.

“Eso creo que es algo nato, que ya traigo en mí, aunque puede ser que como escucho lecturas de cuentos desde pequeña y esté tan familiarizada con los libros, se me ha quedado”, sostiene Lubi, quien aparte de su trabajo como voluntaria en el rincón de cuentos, estudia el último año de la carrera de Pedagogía.

Lubi ha perfeccionado su técnica asistiendo a talleres con payasos, quienes por su costumbre de trabajar con niños, pueden transmitir estas habilidades.

A estas alturas, cuántos libros ha leído no lo sabe, pero forzada a hacer un cálculo menciona que podrían ser unos 500, en los dos años que lleva como facilitadora. Eso sin contar los que lee por puro placer cuando está en su casa.

Los pequeños, según comenta, le han enseñado mucho, sobre todo porque a veces funciona como mamá para los más pequeños, como amiga para los más grandes y hasta como una maestra cuando les pide que presten atención, con voz suave y dulce.

—“Ya niños, he leído bastantes cuentos y ya mi garganta no aguanta. Ahora les toca a ustedes”, les dice.

—“¡Nooooo! Leenos otro, Lubi por fa, por fa, por fa”, contestan.

Lubi sonríe complaciente, accede e inicia la lectura nuevamente.

—“El caballito de palo”…

La Prensa Domingo Historias leer libros archivo

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. teresa hernandez
    Hace 10 años

    Leer es un hábito maravilloso que nos haces mas humanos e inteligente

  2. Dario
    Hace 10 años

    Gran trabajo. Felicidades.por favor continua, haciendo, labor muy positiva.

  3. Orlando
    Hace 10 años

    Me encanto el trabajo de Lubi Martinez. bonito gesto

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí