La geotermia es una industria donde las inversiones corren alto riesgo: se necesitan entre seis y ocho millones de dólares para realizar estudios que permitan perforar un pozo que cuesta entre seis y ocho millones de dólares y que extraerá calor de las profundidades de la tierra, calor que, no obstante, es de carga base, es decir, fluye los 365 días del año sin disminuciones ni interrupciones.
Según Ernesto Martínez Tíffer, presidente ejecutivo de la Empresa Nicaragüense de Electricidad (ENEL), dado que tenemos 18 macizos volcánicos desde Cosigüina hasta la isla de Ometepe y en base a la experiencia mundial del rendimiento por kilómetro cuadrado de los campos geotérmicos en terrenos geológicos, se estima que Nicaragua puede tener un potencial de tres mil a cinco mil megavatios.
Esa gran cantidad de energía por aprovechar se encuentra en 12 posibles áreas que se pueden concesionar de esas doce, dos están actualmente bajo explotación que son San Jacinto Tizate y Momotombo que está generando como 25, 26 megavatios y nosotros (San Jacinto Tiate) estamos en 58, 59 megavatios, expresó Antonio Duarte Valle, gerente general de Polaris Energy Nicaragua, concesionaria de San Jacinto Tizate.
La semana pasada, fue dictaminada la Ley de Exploración y Explotación de Recursos Geotérmicos (Ley 443) y está pendiente de aprobación.
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